La cuestión de cómo los atributos de Dios se revelan en la naturaleza es una profunda que ha cautivado a teólogos, eruditos y creyentes a lo largo de los siglos. La Biblia proporciona numerosos pasajes que hablan de las formas en que el mundo natural refleja el carácter y la gloria de Dios. Como pastor cristiano no denominacional, creo que es esencial explorar estas escrituras para obtener una comprensión más profunda de cómo la naturaleza sirve como testimonio de los atributos de Dios.
Uno de los pasajes más convincentes que describen los atributos de Dios revelados en la naturaleza se encuentra en el libro de los Salmos. El Salmo 19:1-4 (NVI) dice:
Los cielos cuentan la gloria de Dios; el firmamento proclama la obra de sus manos. Un día transmite el mensaje al otro día, una noche a la otra noche comparte su sabiduría. No hay palabras, no hay lenguaje, no se oye su voz; pero por toda la tierra resuena su eco, sus palabras llegan hasta los confines del mundo.
Este pasaje ilustra bellamente cómo los cielos y el firmamento son un testimonio de la gloria y la artesanía de Dios. El salmista describe poéticamente cómo el mundo natural comunica continuamente la majestad y la sabiduría de Dios sin necesidad de palabras. La vastedad de los cielos y el diseño intrincado del cosmos apuntan a un Creador que es tanto poderoso como inteligente.
Otro pasaje significativo se encuentra en el libro de Romanos. El apóstol Pablo escribe en Romanos 1:20 (NVI):
Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa.
Pablo enfatiza que las cualidades invisibles de Dios, como su eterno poder y su naturaleza divina, son evidentes en el mundo creado. La complejidad y el orden del universo, desde las partículas más pequeñas hasta las galaxias más grandes, revelan a un Creador que es omnipotente y trascendente. Esta revelación a través de la naturaleza es tan clara e innegable que Pablo afirma que las personas no tienen excusa para no reconocer la existencia y los atributos de Dios.
El libro de Job también proporciona profundas ideas sobre cómo la naturaleza revela los atributos de Dios. En Job 38-41, Dios habla a Job desde un torbellino, desafiándolo con una serie de preguntas sobre el mundo natural. Por ejemplo, Job 38:4-7 (NVI) dice:
¿Dónde estabas tú cuando yo echaba los cimientos de la tierra? ¡Dímelo, si de veras sabes tanto! ¿Sabes quién estableció sus dimensiones y quién tendió sobre ella la cinta de medir? ¿Sobre qué están puestos sus cimientos, o quién puso su piedra angular, mientras cantaban a coro las estrellas matutinas y todos los ángeles gritaban de alegría?
En estos capítulos, Dios destaca su papel como Creador y Sustentador del universo. Las preguntas planteadas a Job subrayan la omnisciencia, omnipotencia y soberanía de Dios. Al señalar el mundo natural, Dios revela su sabiduría, poder y cuidado en los detalles intrincados de la creación, desde los cimientos de la tierra hasta el comportamiento de los animales.
El profeta Isaías también habla de la revelación de los atributos de Dios en la naturaleza. Isaías 40:26 (NVI) declara:
Levanten los ojos y miren a los cielos: ¿Quién ha creado todo esto? El que ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su poder y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas!
Isaías nos invita a mirar a los cielos y considerar las estrellas, cada una de las cuales es conocida y nombrada por Dios. Este pasaje destaca la omnisciencia y omnipotencia de Dios, así como su conocimiento íntimo de su creación. El vasto número de estrellas y su orden preciso reflejan a un Creador que es tanto infinitamente poderoso como profundamente personal.
El Nuevo Testamento también proporciona ideas sobre cómo la naturaleza revela los atributos de Dios. En el Evangelio de Mateo, Jesús usa ejemplos de la naturaleza para enseñar sobre el cuidado y la provisión de Dios. Mateo 6:26-30 (NVI) dice:
Miren las aves del cielo; no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros, y sin embargo el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba del campo, que hoy está aquí y mañana se arroja al fuego, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?
Jesús señala a las aves y las flores como ejemplos del cuidado y la provisión de Dios. El mundo natural sirve como un recordatorio de la fidelidad de Dios y su atención a las necesidades de su creación. Estos ejemplos también ilustran la creatividad y la belleza de Dios, como se ve en el diseño intrincado y el esplendor de las flores.
Además de estos pasajes específicos, la narrativa general de la Biblia retrata consistentemente la naturaleza como un reflejo de los atributos de Dios. El relato de la creación en Génesis 1-2 describe a un Dios que es intencional, ordenado y bueno. Cada acto de creación es declarado "bueno", reflejando la bondad y la perfección de Dios. La belleza y la diversidad del mundo natural testifican la creatividad y el amor de Dios por su creación.
La literatura cristiana también hace eco de estos temas bíblicos. Por ejemplo, San Agustín, en su obra "Confesiones", escribe sobre cómo el mundo natural lo llevó a contemplar al Creador. Él dice:
¿Y qué es esto? Pregunté a la tierra, y ella respondió: "No soy Él"; y todo lo que hay en ella confesó lo mismo. Pregunté al mar y a las profundidades, y a los seres vivos que se arrastran, y respondieron: "No somos tu Dios, busca por encima de nosotros." Pregunté al aire en movimiento; y todo el aire con sus habitantes respondió: "Anaxímenes fue engañado, yo no soy Dios." Pregunté a los cielos, sol, luna, estrellas, "Tampoco", dicen, "somos el Dios que buscas." Y respondí a todas las cosas que rodean la puerta de mi carne: "Me han dicho acerca de mi Dios, que no son Él; dime algo sobre Él." Y gritaron con fuerte voz: "Él nos hizo." Mi cuestionamiento fue mi observación de ellos; y su belleza fue su respuesta.
Las reflexiones de Agustín destacan cómo la belleza y el orden del mundo natural apuntan a un Creador que está más allá de la creación misma. El mundo natural sirve como una señal, dirigiéndonos hacia Aquel que lo hizo.
En conclusión, la Biblia proporciona un rico tapiz de pasajes que describen cómo los atributos de Dios se revelan en la naturaleza. Desde los cielos que declaran la gloria de Dios en los Salmos hasta la afirmación del apóstol Pablo en Romanos de que las cualidades invisibles de Dios son evidentes en la creación, el mundo natural sirve como un poderoso testimonio del carácter de Dios. El libro de Job, el profeta Isaías y las enseñanzas de Jesús ilustran aún más cómo la naturaleza refleja la sabiduría, el poder, el cuidado y la creatividad de Dios. Estos conocimientos bíblicos, junto con las reflexiones de la literatura cristiana, nos invitan a mirar el mundo natural con un sentido de asombro y reverencia, reconociéndolo como un reflejo de los atributos divinos de nuestro Creador.