La cuestión de si alguien está en el cielo antes de que Jesús regrese es una que ha intrigado a teólogos, eruditos y creyentes durante siglos. Para abordar adecuadamente esta pregunta desde una perspectiva cristiana no denominacional, debemos profundizar en las Escrituras, considerar interpretaciones históricas y reflexionar sobre la naturaleza de las promesas de Dios acerca de la vida eterna.
En primer lugar, es esencial reconocer que la Biblia habla del cielo como un lugar real donde reside Dios y donde los creyentes esperan pasar la eternidad. En Juan 14:2-3, Jesús consuela a Sus discípulos con la promesa del cielo, diciendo: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo habría dicho. Voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo un lugar, vendré otra vez y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis".
Esta promesa sugiere un evento futuro en el que Jesús regresará para llevar a Sus seguidores a estar con Él. Sin embargo, plantea la pregunta de qué sucede con los creyentes que mueren antes de este regreso. ¿Están inmediatamente en el cielo, o esperan una resurrección futura?
Un pasaje clave que arroja luz sobre esto se encuentra en Lucas 23:42-43. Mientras Jesús era crucificado, uno de los criminales a su lado expresó fe, diciendo: "Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino". Jesús respondió: "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso". Esta declaración de Jesús parece indicar que el criminal arrepentido estaría con Él en un estado de bienaventuranza inmediatamente después de la muerte, lo que muchos interpretan como estar en el cielo o en un estado similar al cielo.
Además, el Apóstol Pablo proporciona información sobre este asunto en sus cartas. En 2 Corintios 5:6-8, Pablo escribe: "Por tanto, siempre estamos confiados y sabemos que mientras estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. Porque vivimos por fe, no por vista. Confiamos, digo, y preferiríamos estar ausentes del cuerpo y presentes con el Señor". Aquí, Pablo sugiere que estar ausente del cuerpo (es decir, morir) es estar presente con el Señor, lo que indica una transición inmediata a estar con Cristo después de la muerte.
Además, en Filipenses 1:21-23, Pablo expresa su lucha personal entre vivir y morir: "Porque para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia. Si he de seguir viviendo en el cuerpo, esto significará trabajo fructífero para mí. Entonces, ¿qué elegiré? No lo sé. Estoy presionado entre los dos: deseo partir y estar con Cristo, lo cual es mucho mejor". El deseo de Pablo de "partir y estar con Cristo" nuevamente apunta a una presencia inmediata con Cristo después de la muerte.
Sin embargo, algunos pasajes de la Biblia sugieren una resurrección y juicio futuros. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 4:16-17, Pablo describe la segunda venida de Cristo: "Porque el Señor mismo descenderá del cielo, con un grito de mando, con la voz del arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Después de eso, nosotros, los que estemos vivos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre". Este pasaje describe una resurrección futura de los muertos en Cristo, que parece ocurrir en el regreso de Cristo.
Para reconciliar estas perspectivas, muchos teólogos han propuesto el concepto de un estado intermedio. Este estado intermedio es una condición temporal en la que las almas de los creyentes están en una presencia consciente y bienaventurada con el Señor, esperando la resurrección final y la plena realización del reino de Dios. Esta visión se alinea con la presencia inmediata con Cristo descrita por Pablo y la resurrección futura mencionada en 1 Tesalonicenses.
El estado intermedio se apoya además en la visión de los mártires en Apocalipsis 6:9-11: "Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por la palabra de Dios y por el testimonio que habían mantenido. Clamaban a gran voz, diciendo: '¿Hasta cuándo, Soberano Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?' Entonces se les dio a cada uno una túnica blanca, y se les dijo que esperaran un poco más, hasta que se completara el número de sus consiervos, sus hermanos y hermanas, que iban a ser muertos como ellos". Este pasaje describe las almas de los mártires en un estado consciente, esperando el juicio final.
El estado intermedio, por lo tanto, proporciona un marco coherente para entender los datos bíblicos. Sugiere que los creyentes que mueren antes del regreso de Cristo están de hecho en una presencia bienaventurada con el Señor, experimentando un anticipo del cielo, mientras esperan la resurrección final y el establecimiento de los nuevos cielos y la nueva tierra.
En la literatura cristiana, el estado intermedio ha sido discutido por varios teólogos. Por ejemplo, Juan Calvino, en sus "Institutos de la Religión Cristiana", argumenta a favor de la presencia inmediata de los creyentes con Cristo después de la muerte. Él escribe: "Pero indagar en las cosas secretas de Dios, y buscar saber más de lo que Él ha revelado, no solo es una presunción tonta sino malvada. Entonces, contentémonos con esta simple doctrina, que las almas de los piadosos, cuando dejan el cuerpo, son encomendadas a la custodia del Señor, y que permanecen en alegre expectativa de la resurrección final, cuando se revestirán de gloria e inmortalidad".
De manera similar, la Confesión de Fe de Westminster, un documento fundamental para muchas iglesias reformadas, afirma: "Los cuerpos de los hombres, después de la muerte, vuelven al polvo, y ven corrupción: pero sus almas, que ni mueren ni duermen, teniendo una subsistencia inmortal, vuelven inmediatamente a Dios que las dio. Las almas de los justos, siendo entonces hechas perfectas en santidad, son recibidas en los cielos más altos, donde contemplan el rostro de Dios en luz y gloria, esperando la plena redención de sus cuerpos".
En conclusión, desde una perspectiva cristiana no denominacional, es razonable afirmar que los creyentes que mueren antes de que Jesús regrese están de hecho en el cielo, o más precisamente, en una presencia bienaventurada con el Señor. Este estado intermedio es una existencia consciente y gozosa con Cristo, esperando la resurrección final y el cumplimiento último de las promesas de Dios. Las Escrituras proporcionan amplia evidencia para esta visión, y ha sido un tema constante en la teología cristiana a lo largo de la historia. Como creyentes, podemos encontrar gran consuelo y esperanza en la seguridad de que, ya sea en la vida o en la muerte, estamos con el Señor, y esperamos con ansias el glorioso regreso de nuestro Salvador, Jesucristo.