¿Por qué permite Dios que ocurran desastres naturales?

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La pregunta de por qué Dios permite que ocurran desastres naturales es una que ha desconcertado tanto a creyentes como a no creyentes durante siglos. Toca el tema teológico más amplio conocido como el "problema del mal", que lucha por reconciliar la existencia de un Dios bueno y omnipotente con la presencia de sufrimiento y maldad en el mundo. Los desastres naturales, en particular, parecen desafiar nuestra comprensión de un Dios benevolente porque a menudo resultan en sufrimiento generalizado, pérdida de vidas y destrucción de propiedades, afectando tanto a los justos como a los injustos indiscriminadamente.

Para abordar esta profunda pregunta, debemos profundizar en varios aspectos clave: la naturaleza de Dios, la naturaleza del mundo que Él creó, el propósito del sufrimiento y la esperanza última que ofrece el cristianismo.

La Naturaleza de Dios

La Biblia afirma que Dios es tanto todopoderoso como todo bueno. En 1 Juan 4:8, se dice que "Dios es amor", y en el Salmo 147:5, leemos: "Grande es nuestro Señor, y abundante en poder; su entendimiento es infinito". Estos atributos parecen estar en tensión cuando consideramos la existencia de desastres naturales. Sin embargo, entender la naturaleza de Dios también implica reconocer Su soberanía y Sus propósitos, que a menudo están más allá de la comprensión humana. Isaías 55:8-9 nos recuerda: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, declara el Señor. Porque como los cielos son más altos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y mis pensamientos que vuestros pensamientos".

La Naturaleza del Mundo

En la cosmovisión cristiana, el mundo tal como lo experimentamos no es como fue creado originalmente. Génesis 1:31 nos dice que Dios vio todo lo que había hecho, "y he aquí que era muy bueno". Sin embargo, la entrada del pecado en el mundo a través de la desobediencia de Adán y Eva (Génesis 3) provocó un cambio fundamental. Este pecado original afectó no solo a la humanidad sino también al orden creado. Romanos 8:20-22 habla de este impacto cósmico: "Porque la creación fue sometida a la futilidad, no por su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en esperanza de que la creación misma será liberada de la esclavitud de la corrupción y obtendrá la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora".

Así, los desastres naturales pueden verse como parte de esta creación "que gime", un mundo que está en un estado de ruptura y espera la redención.

El Propósito del Sufrimiento

Aunque los desastres naturales son una forma de sufrimiento, la Biblia ofrece varias perspectivas sobre el papel y el propósito del sufrimiento en la vida de los creyentes y en el mundo en general.

  1. Un Llamado al Arrepentimiento: En Lucas 13:1-5, Jesús aborda la cuestión de por qué ciertos galileos sufrieron un destino trágico. Deja claro que su sufrimiento no se debió a que fueran peores pecadores que otros. En cambio, usa la oportunidad para llamar a todos al arrepentimiento: "No, os digo; pero si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente". Los desastres naturales pueden servir como un recordatorio claro de la fragilidad de la vida y la necesidad de preparación espiritual.

  2. Una Prueba de Fe: El Libro de Job es quizás la exploración bíblica más profunda del sufrimiento. Las pruebas de Job, que incluyeron desastres naturales, fueron una prueba de su fe e integridad. A pesar de su sufrimiento, Job finalmente declara: "Aunque él me mate, en él esperaré" (Job 13:15). Su historia enseña que el sufrimiento puede ser un medio a través del cual la fe es probada y refinada.

  3. Un Medio de Crecimiento: El Nuevo Testamento habla frecuentemente del sufrimiento como un medio de crecimiento y madurez espiritual. Santiago 1:2-4 anima a los creyentes a "tener por sumo gozo, hermanos míos, cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Y que la paciencia tenga su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". De manera similar, Romanos 5:3-5 dice: "Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado".

  4. Un Medio para la Gloria de Dios: A veces, el sufrimiento y los desastres sirven para mostrar la gloria de Dios de maneras que no entendemos de inmediato. En Juan 9:1-3, cuando los discípulos de Jesús preguntaron por qué un hombre había nacido ciego, Jesús respondió: "No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". De manera similar, las secuelas de los desastres naturales a menudo revelan actos de compasión, heroísmo y solidaridad comunitaria que reflejan el amor y la gracia de Dios.

La Esperanza Última

El cristianismo ofrece una esperanza escatológica que trasciende el sufrimiento presente, incluidos los desastres naturales. La Biblia promete un futuro donde Dios restaurará y renovará todas las cosas. Apocalipsis 21:1-4 pinta un cuadro de esta nueva creación: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron".

Esta esperanza última no niega la realidad del sufrimiento actual, pero lo coloca dentro de una narrativa más amplia de redención y restauración. El apóstol Pablo captura esta tensión en Romanos 8:18: "Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse".

Conclusión

Aunque la pregunta de por qué Dios permite los desastres naturales sigue siendo compleja y multifacética, la fe cristiana proporciona un marco para entender y navegar por este difícil tema. Afirma la bondad y la soberanía de Dios, reconoce la ruptura del mundo debido al pecado, explora los propósitos del sufrimiento y ofrece una esperanza futura de restauración y renovación. A la luz de esto, los desastres naturales, aunque trágicos, no son sin sentido, sino que son parte de una narrativa divina más grande que finalmente conduce a la gloria de Dios y al cumplimiento de Sus propósitos redentores.

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