La frase "los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" es una de las declaraciones más intrigantes y desafiantes hechas por Jesús en el Nuevo Testamento. Aparece en varios lugares, notablemente en Mateo 19:30, Mateo 20:16 y Marcos 10:31. Para entender su significado completo e implicaciones, necesitamos profundizar en el contexto en el que Jesús pronunció estas palabras, explorar la narrativa bíblica más amplia sobre los pobres y marginados, y reflexionar sobre cómo esta enseñanza se aplica a nuestras vidas hoy.
La frase a menudo se asocia con las enseñanzas de Jesús sobre el Reino de los Cielos. En Mateo 19:30, sigue la historia del joven rico que le preguntó a Jesús qué debía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dijo que vendiera sus posesiones y las diera a los pobres, pero el joven se fue triste porque tenía muchas riquezas. Jesús entonces comentó lo difícil que es para los ricos entrar en el Reino de los Cielos, lo que llevó al asombro de los discípulos y su pregunta: "¿Quién, entonces, puede ser salvo?" Jesús respondió que con Dios, todas las cosas son posibles.
Inmediatamente después de esto, Jesús cuenta la Parábola de los Trabajadores en la Viña (Mateo 20:1-16). En esta parábola, un propietario contrata trabajadores a diferentes horas del día pero les paga a todos el mismo salario, independientemente de cuánto tiempo trabajaron. Aquellos que trabajaron más tiempo se quejaron, sintiendo que era injusto. El propietario respondió que no estaba siendo injusto sino generoso, y concluyó con la declaración: "Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos".
La declaración de Jesús desafía nuestra comprensión convencional de la justicia y el mérito. En el Reino de los Cielos, la gracia y generosidad de Dios trastornan las expectativas humanas. Aquellos que son considerados "primeros" en términos sociales—ricos, poderosos, privilegiados—pueden encontrarse últimos en el Reino de Dios si confían en su estatus en lugar de en la gracia de Dios. Por el contrario, aquellos que son "últimos" según los estándares mundanos—pobres, marginados, oprimidos—pueden encontrarse primeros si confían en la misericordia y justicia de Dios.
Este tema de reversión es consistente a lo largo del ministerio de Jesús. En las Bienaventuranzas, Jesús bendice a los pobres en espíritu, a los que lloran, a los mansos y a los que tienen hambre y sed de justicia (Mateo 5:3-6). Frecuentemente se asocia con recaudadores de impuestos, pecadores y marginados, para consternación de los líderes religiosos. En Lucas 4:18-19, Jesús proclama su misión de llevar buenas nuevas a los pobres, liberar a los cautivos, dar vista a los ciegos y libertad a los oprimidos.
La escatología, el estudio de los tiempos finales, ilumina aún más este concepto. El Libro de Apocalipsis describe un juicio final donde los valores del Reino de Dios se realizan plenamente. Apocalipsis 21:1-4 describe un nuevo cielo y una nueva tierra donde no hay más muerte, llanto, lamento ni dolor. Los marginados y oprimidos son vindicados, y prevalece la justicia de Dios.
Esta esperanza escatológica está arraigada en los profetas del Antiguo Testamento que imaginaron un futuro donde se establecería la justicia de Dios. Isaías 61:1-2, repetido por Jesús en Lucas 4, habla de buenas nuevas para los oprimidos, de vendar a los quebrantados de corazón y de proclamar libertad a los cautivos. Amós 5:24 llama a que la justicia fluya como aguas y la rectitud como un arroyo inagotable.
Para los cristianos contemporáneos, esta enseñanza tiene profundas implicaciones. Nos llama a reevaluar nuestras prioridades y valores. ¿Estamos buscando ser "primeros" a los ojos del mundo, acumulando riqueza, estatus y poder? ¿O nos estamos alineando con el Reino de Dios, que valora la humildad, el servicio y el amor sacrificial?
Las palabras de Jesús nos desafían a cuidar de los pobres y marginados, no por lástima u obligación, sino porque tienen un lugar especial en el corazón de Dios. Santiago 1:27 define la religión pura como cuidar de los huérfanos y las viudas en su aflicción. Mateo 25:31-46 retrata el juicio final donde Jesús se identifica con los hambrientos, sedientos, extranjeros, desnudos, enfermos y encarcelados, declarando que lo que hagamos por el más pequeño de estos, lo hacemos por Él.
"Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" es un llamado a la humildad y el servicio. Nos recuerda que en la economía de Dios, la grandeza se mide no por la autopromoción sino por el amor abnegado. Jesús mismo ejemplificó esto al lavar los pies de sus discípulos (Juan 13:1-17) y, en última instancia, al dar su vida en la cruz (Filipenses 2:5-8).
Esta enseñanza también anima a aquellos que se sienten pasados por alto, infravalorados u oprimidos. Les asegura que Dios ve su situación y finalmente los vindicará. Su valor no está determinado por los estándares sociales sino por el amor y la justicia inmutables de Dios.
En resumen, "los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" encapsula la naturaleza radical del Reino de Dios, donde las jerarquías convencionales se invierten y abunda la gracia. Nos llama a vivir de una manera que refleje los valores de Dios, priorizando la humildad, el servicio y la justicia. Ofrece esperanza a los marginados y un desafío a los privilegiados, invitando a todos a participar en la obra transformadora del Reino de Dios. Mientras buscamos seguir a Jesús, que abracemos este Reino al revés y encarnemos sus valores en nuestras vidas.