La Biblia ofrece una guía clara cuando se trata del tema de comunicarse con los muertos, y esta guía está arraigada en el marco teológico más amplio de cómo Dios desea que Su pueblo se involucre con el reino espiritual. Como pastor cristiano no denominacional, es importante abordar este tema con reverencia por las Escrituras y un corazón para transmitir la verdad de Dios.
La Biblia prohíbe explícitamente cualquier intento de comunicarse con los muertos, una práctica conocida como nigromancia. Esta prohibición es parte de un conjunto más amplio de directrices destinadas a mantener al pueblo de Dios alejado de prácticas que podrían desviarlos de adorar y confiar solo en Él. En Deuteronomio 18:10-12, el Señor da una severa advertencia a los israelitas:
"Que no se encuentre entre ustedes nadie que sacrifique a su hijo o hija en el fuego, que practique la adivinación o la hechicería, interprete presagios, se dedique a la brujería, lance hechizos, o que sea médium o espiritista o que consulte a los muertos. Cualquiera que haga estas cosas es detestable para el Señor; debido a estas mismas prácticas detestables, el Señor tu Dios expulsará a esas naciones delante de ti." (NVI)
Este pasaje es inequívoco en su condena de la nigromancia y prácticas relacionadas. La razón de esta prohibición está arraigada en la santidad y soberanía de Dios. Él desea que Su pueblo lo busque solo a Él para guía, consuelo y verdad. Involucrarse en la nigromancia se ve como una forma de idolatría y rebelión contra Dios, ya que implica buscar conocimiento o poder de fuentes distintas a Él.
Otro pasaje significativo sobre este tema se encuentra en la historia del rey Saúl y la médium de Endor en 1 Samuel 28. Saúl, en desesperación, busca a una médium para convocar el espíritu del profeta Samuel. Este acto es una violación directa de los mandamientos de Dios e ilustra las consecuencias de la desobediencia. Cuando el espíritu de Samuel es traído, reprende a Saúl, y el encuentro confirma la inminente perdición de Saúl:
"Samuel le dijo a Saúl: '¿Por qué me has perturbado haciéndome subir?' 'Estoy en gran angustia,' dijo Saúl. 'Los filisteos están luchando contra mí, y Dios se ha apartado de mí. Ya no me responde, ni por profetas ni por sueños. Así que te he llamado para que me digas qué hacer.' Samuel dijo: '¿Por qué me consultas, ahora que el Señor se ha apartado de ti y se ha convertido en tu enemigo? El Señor ha hecho lo que predijo a través de mí. El Señor ha arrancado el reino de tus manos y se lo ha dado a uno de tus vecinos, a David.'" (1 Samuel 28:15-17, NVI)
Esta narrativa subraya la futilidad y el peligro de intentar comunicarse con los muertos. Las acciones de Saúl no le trajeron la guía o consuelo que buscaba; en cambio, confirmaron su alejamiento de Dios y su inminente juicio.
El Nuevo Testamento continúa con este tema al enfatizar la suficiencia de Cristo y el Espíritu Santo como nuestras fuentes de verdad y guía. En Juan 14:26, Jesús promete el Espíritu Santo a Sus discípulos:
"Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que les he dicho." (NVI)
El Espíritu Santo es dado a los creyentes para guiarlos a toda verdad, haciendo innecesario y contrario a la provisión de Dios cualquier intento de buscar conocimiento o guía de los muertos.
Además, el Nuevo Testamento advierte contra el engaño por espíritus malignos. En 2 Corintios 11:14, Pablo escribe:
"Y no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza como ángel de luz." (NVI)
Este versículo destaca la realidad de que los espíritus malignos pueden engañar a las personas apareciendo como entidades benignas o incluso santas. Intentar comunicarse con los muertos abre a las personas a tal engaño, lo que puede alejarlas de la verdad del Evangelio y llevarlas a la esclavitud espiritual.
La literatura cristiana también aborda este tema con claridad. C.S. Lewis, en su libro "Cartas del diablo a su sobrino," explora la naturaleza sutil y engañosa de la influencia demoníaca. Aunque el libro es una obra de ficción, proporciona valiosas ideas sobre cuán fácilmente los humanos pueden ser desviados al buscar experiencias espirituales fuera de los medios ordenados por Dios.
Además de estas referencias escriturales y literarias, es importante entender las implicaciones teológicas de buscar comunicarse con los muertos. La fe cristiana enseña que al morir, los individuos están ya sea en la presencia del Señor o separados de Él, esperando el juicio final (Hebreos 9:27). No hay base bíblica para la idea de que los muertos puedan o deban comunicarse con los vivos. En cambio, se anima a los cristianos a poner su esperanza y confianza en la resurrección y la vida eterna prometida a través de Jesucristo.
En resumen, la postura de la Biblia sobre comunicarse con los muertos es clara e inequívoca. Tales prácticas están prohibidas porque se consideran actos de rebelión contra Dios y abren a las personas al engaño espiritual. En lugar de buscar guía o consuelo de los muertos, los cristianos están llamados a confiar en la Palabra de Dios, el Espíritu Santo y la comunidad de creyentes para la verdad y la dirección. Al hacerlo, honran la soberanía de Dios y se protegen de los peligros del engaño espiritual.