¿Qué haremos en el cielo según la Biblia?

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La pregunta de qué harán los creyentes en el cielo es una que ha intrigado a los cristianos durante siglos. La Biblia nos ofrece vislumbres de las actividades y experiencias que nos esperan en el cielo, aunque no proporciona una lista exhaustiva. Al explorar este tema, recurriremos a varios pasajes bíblicos y conocimientos teológicos para pintar un cuadro de cómo podría ser la vida en el cielo para los redimidos.

En primer lugar, la Biblia enfatiza que el cielo es un lugar de adoración y alabanza incesantes a Dios. Apocalipsis 4:8-11 nos da una vívida descripción de la adoración celestial, donde las cuatro criaturas vivientes y los veinticuatro ancianos alaban continuamente a Dios, diciendo:

"¡Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir!" (Apocalipsis 4:8, ESV)

Los ancianos arrojan sus coronas ante el trono y declaran la dignidad de Dios para recibir gloria, honor y poder. Esta escena destaca que una de las actividades centrales en el cielo será la adoración. Nuestras experiencias terrenales de adoración, aunque a menudo profundas, son solo una sombra de la adoración perfecta e incesante en la que participaremos cuando estemos en la presencia de Dios.

Además de la adoración, la Biblia sugiere que el cielo será un lugar de descanso y paz. Hebreos 4:9-11 habla de un "descanso sabático para el pueblo de Dios", indicando que los creyentes experimentarán un profundo sentido de descanso de los trabajos y luchas de la vida terrenal. Este descanso no es solo físico, sino también espiritual y emocional. Es el cumplimiento de la promesa de Jesús en Mateo 11:28:

"Venid a mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28, ESV)

En el cielo, experimentaremos la plenitud de este descanso, libres de las cargas del pecado, el sufrimiento y el dolor.

Otro aspecto significativo de la vida celestial es la comunión con Dios y con otros creyentes. Apocalipsis 21:3 captura bellamente esta realidad:

"Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios." (Apocalipsis 21:3, ESV)

Este versículo subraya la comunión íntima que tendremos con Dios en el cielo. Ya no habrá separación ni barrera entre nosotros y nuestro Creador. Disfrutaremos de una comunión perfecta con Él, experimentando Su amor y presencia de maneras que están más allá de nuestra comprensión actual.

Además, el cielo será un lugar de reunión con seres queridos que nos han precedido en la fe. 1 Tesalonicenses 4:16-17 proporciona consuelo y esperanza para aquellos que han perdido a familiares y amigos creyentes:

"Porque el Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor." (1 Tesalonicenses 4:16-17, ESV)

Este pasaje nos asegura que nos reuniremos con nuestros seres queridos en la presencia del Señor, y juntos disfrutaremos de las bendiciones eternas del cielo.

Además de la adoración, el descanso y la comunión, la Biblia también insinúa la posibilidad de trabajo y servicio significativos en el cielo. Apocalipsis 22:3 dice:

"Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán." (Apocalipsis 22:3, ESV)

El término "siervos" implica que habrá roles y responsabilidades para cumplir en el cielo. Sin embargo, a diferencia del trabajo y la frustración que a menudo acompañan al trabajo en este mundo caído, nuestro servicio en el cielo será alegre y satisfactorio. Usaremos nuestros talentos y habilidades dados por Dios para glorificarlo y contribuir a la belleza y armonía del reino celestial.

C.S. Lewis, en su libro "El Gran Divorcio", ofrece una representación imaginativa y provocativa del más allá. Aunque no es un tratado teológico, la obra de Lewis ofrece valiosas ideas sobre la naturaleza de la existencia celestial. Sugiere que el cielo será un lugar de crecimiento y transformación continuos, donde nos convertimos más plenamente en nosotros mismos a medida que nos acercamos a Dios. Esta idea resuena con el concepto bíblico de la santificación, que encuentra su cumplimiento final en el cielo. Como declara 1 Juan 3:2:

"Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es." (1 Juan 3:2, ESV)

En el cielo, seremos completamente conformados a la imagen de Cristo, experimentando la perfección de nuestra humanidad redimida.

Además, la Biblia describe el cielo como un lugar de belleza y gloria inimaginables. Apocalipsis 21:18-21 proporciona una descripción impresionante de la Nueva Jerusalén, con sus muros de jaspe, calles de oro puro y puertas de perla. Esta imaginería transmite el esplendor y la majestad del cielo, un lugar donde la gloria de Dios se revela plenamente y donde habitaremos en medio de Su radiante presencia.

En resumen, la Biblia pinta un cuadro multifacético de lo que haremos en el cielo. Participaremos en una adoración y alabanza incesantes a Dios, experimentando la plenitud de Su presencia y gloria. Disfrutaremos de un descanso y paz profundos, libres de las cargas de la vida terrenal. Tendremos una comunión íntima con Dios y con otros creyentes, reunidos con seres queridos que nos han precedido. Encontraremos alegría y satisfacción en un servicio significativo, usando nuestros talentos para glorificar a Dios. Experimentaremos un crecimiento y transformación continuos, convirtiéndonos más plenamente en nosotros mismos a medida que somos conformados a la imagen de Cristo. Y habitaremos en un lugar de belleza y esplendor incomparables, donde la gloria de Dios se revela plenamente.

Aunque nuestras mentes finitas no pueden comprender completamente las maravillas del cielo, los vislumbres proporcionados en las Escrituras nos ofrecen un profundo sentido de esperanza y anticipación. Mientras esperamos nuestro hogar eterno, vivamos nuestras vidas en obediencia fiel a Dios, buscando glorificarlo en todo lo que hacemos, sabiendo que lo mejor está por venir.

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