¿Cómo se habla en lenguas según la Biblia?

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El fenómeno de hablar en lenguas, también conocido como glosolalia, es un tema profundamente intrigante y a veces controvertido dentro de la teología cristiana, particularmente en el estudio de la pneumatología: la doctrina del Espíritu Santo. La práctica de hablar en lenguas se discute más prominentemente en el Nuevo Testamento, especialmente en el Libro de los Hechos y la Primera Epístola a los Corintios. Entender cómo hablar en lenguas según la Biblia implica explorar su contexto bíblico, su propósito y las condiciones bajo las cuales ocurre.

La primera instancia notable de hablar en lenguas ocurre durante el Día de Pentecostés, como se describe en Hechos 2:1-4:

"Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo, como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados. Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen." (Hechos 2:1-4, RVR1960)

En este pasaje, los apóstoles estaban reunidos cuando experimentaron una poderosa efusión del Espíritu Santo. Este evento estuvo marcado por la manifestación de hablar en lenguas, que en este contexto se refiere a los apóstoles hablando en idiomas que no conocían previamente. El propósito aquí era claro: los apóstoles pudieron comunicar el evangelio a personas de diversos antecedentes lingüísticos que estaban presentes en Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. Este evento milagroso subrayó el alcance universal del mensaje del evangelio y la naturaleza inclusiva del reino de Dios.

Otro pasaje significativo que discute hablar en lenguas se encuentra en 1 Corintios 12-14, donde el Apóstol Pablo aborda el uso de los dones espirituales dentro de la iglesia. Pablo enfatiza que hablar en lenguas es uno de los muchos dones dados por el Espíritu Santo:

"A uno le es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere." (1 Corintios 12:8-11, RVR1960)

Pablo deja claro que hablar en lenguas es un don distribuido por el Espíritu Santo según Su voluntad. No es algo que pueda ser fabricado o forzado por el esfuerzo humano. El don se da para la edificación de la iglesia y debe ejercerse de manera que promueva el orden y la comprensión.

En 1 Corintios 14, Pablo proporciona más instrucciones sobre el uso adecuado del don de lenguas dentro de la iglesia:

"Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia." (1 Corintios 14:2-4, RVR1960)

Aquí, Pablo distingue entre hablar en lenguas como un lenguaje de oración privada y profetizar de una manera que beneficia a toda la congregación. Reconoce que hablar en lenguas puede ser una experiencia profundamente personal y edificante para el individuo, pero también enfatiza la importancia de la inteligibilidad y la edificación en el culto corporativo. Pablo aconseja que si alguien habla en lenguas en un entorno público, debe haber una interpretación para que toda la iglesia pueda ser edificada:

"Si habla alguno en lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo y para Dios." (1 Corintios 14:27-28, RVR1960)

De estos pasajes, podemos derivar varios principios clave sobre cómo hablar en lenguas según la Biblia:

  1. Recepción a través del Espíritu Santo: Hablar en lenguas es un don del Espíritu Santo. No es algo que se pueda enseñar o aprender por medios humanos. Se recibe a través de una relación personal con el Espíritu Santo y a menudo se asocia con momentos de intensa experiencia espiritual o oración.

  2. Propósito y Edificación: El propósito principal de hablar en lenguas es edificar al creyente y, cuando se interpreta, edificar a la iglesia. Sirve como un signo de la presencia y el poder del Espíritu Santo y puede ser un medio de oración personal y comunicación con Dios.

  3. Orden e Interpretación: En un entorno de culto corporativo, hablar en lenguas debe realizarse de manera ordenada y con interpretación para asegurar que toda la congregación sea edificada. Esto mantiene el principio de edificación mutua y evita la confusión o el desorden.

  4. Edificación Personal: Hablar en lenguas también puede ser una práctica privada que mejora el crecimiento espiritual personal y la intimidad con Dios. Pablo menciona que hablar en lenguas puede edificar al individuo, sugiriendo que puede ser una parte valiosa de la vida de oración personal.

Para hablar en lenguas de manera práctica, un creyente debe buscar una relación profunda y genuina con el Espíritu Santo. Esto implica oración regular, adoración y apertura a la guía del Espíritu. Es importante abordar este don con humildad y un deseo sincero de la voluntad de Dios en lugar de ganancia personal o estatus espiritual.

Muchos cristianos que hablan en lenguas describen la experiencia como algo que comienza con un sentido de entrega y apertura al Espíritu Santo. A menudo comienzan orando en su idioma nativo, expresando su deseo de ser llenos del Espíritu. A medida que continúan orando, pueden comenzar a sentir la necesidad de hablar en un idioma que les es desconocido. Esto puede ser un empujón suave o una sensación abrumadora de palabras formándose en su mente que no son propias. Confiando en el Espíritu Santo, comienzan a vocalizar estas palabras, permitiendo que el Espíritu guíe su habla.

Es crucial notar que hablar en lenguas no es un requisito para la salvación ni una medida de la espiritualidad de una persona. El Apóstol Pablo deja claro que no todos los creyentes hablarán en lenguas, así como no todos profetizarán o realizarán milagros:

"¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? Procurad, pues, los dones mejores." (1 Corintios 12:29-31, RVR1960)

Pablo anima a los creyentes a desear los dones espirituales, pero también les recuerda que el amor es el mayor don de todos (1 Corintios 13). El enfoque siempre debe estar en edificar el cuerpo de Cristo y expresar el amor de Dios a través de nuestras acciones y relaciones.

En conclusión, hablar en lenguas según la Biblia es un don espiritual dado por el Espíritu Santo para la edificación del individuo y de la iglesia. Se recibe a través de una relación personal con el Espíritu Santo y debe ejercerse de manera que promueva el orden, la comprensión y la edificación mutua. Se anima a los creyentes a buscar la guía del Espíritu Santo y a usar sus dones para edificar el cuerpo de Cristo, siempre priorizando el amor y la unidad dentro de la iglesia.

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