En la tradición cristiana, la Unción de los Enfermos es un sacramento que es tanto profundo como profundamente reconfortante. Es un rito que se administra para traer fuerza espiritual e incluso física durante una enfermedad, particularmente cerca del momento de la muerte. Es esencial acercarse a este sacramento con una comprensión clara de su propósito y los criterios para su recepción. Como pastor cristiano no denominacional, exploraré lo que las escrituras y la tradición cristiana nos enseñan sobre quién debe recibir este sacramento y en qué circunstancias.
El sacramento de la Unción de los Enfermos está arraigado en el Nuevo Testamento. Santiago 5:14-15 dice: "¿Está alguno entre vosotros enfermo? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados." Este pasaje no solo proporciona la base para este sacramento, sino que también describe su doble propósito: la sanación del cuerpo y el perdón de los pecados.
1. Un Cristiano Bautizado: El primer criterio para recibir este sacramento es que la persona debe ser un cristiano bautizado. El bautismo es el sacramento inicial de iniciación en la fe cristiana, y es un requisito previo para recibir otros sacramentos dentro de muchas tradiciones cristianas.
2. Experimentar una Enfermedad Grave o la Fragilidad de la Vejez: Tradicionalmente, la Unción de los Enfermos se reservaba a menudo para aquellos que estaban al borde de la muerte. Sin embargo, el Concilio Vaticano II aclaró que este sacramento no es solo para los que están muriendo, sino también para cualquiera que esté sufriendo una enfermedad grave o la fragilidad asociada con la vejez. Esta comprensión ayuda a ampliar el aspecto de cuidado pastoral de la iglesia para incluir a un grupo más grande que puede beneficiarse de esta gracia sacramental.
3. Sufrir una Enfermedad Física o Mental: La condición para la cual se busca la Unción de los Enfermos no necesita ser una enfermedad terminal. Puede ser cualquier enfermedad física o mental grave. El sacramento se puede recibir más de una vez, como cuando la condición de una persona enferma empeora o surge una nueva condición grave.
4. Un Estado de Conciencia y Apertura: Idealmente, el receptor debe estar en un estado en el que pueda participar en el sacramento conscientemente y con fe. Sin embargo, si están inconscientes o su condición les impide participar activamente, aún pueden recibir el sacramento si hay una creencia razonable de que lo habrían solicitado mientras estaban en un estado consciente.
Es importante reconocer que la eficacia de este sacramento no es mágica. La sanación que puede ocurrir no es meramente a nivel físico, sino profundamente espiritual y se trata fundamentalmente de la restauración de la persona dentro de la comunidad y su relación con Dios. Por lo tanto, el papel de la comunidad es fundamental. Cuando se administra el sacramento, es preferible hacerlo en presencia de miembros de la familia, amigos y miembros de la iglesia, reflejando la naturaleza comunitaria de la sanación y el apoyo de la comunidad cristiana.
El uso del aceite, bendecido por el obispo o un sacerdote, es una parte significativa de este sacramento. El aceite, a lo largo de la Biblia, ha sido un símbolo de fuerza, sanación y la presencia del Espíritu Santo. La unción con aceite simboliza la obra del Espíritu Santo en la vida de la persona, sellándola con fuerza e impartiendo gracia para soportar y superar sus sufrimientos.
Como pastores, es esencial acercarse a la administración de este sacramento con sensibilidad y cuidado. Debe presentarse como una fuente de consuelo y apoyo espiritual, no como un mero ritual o una señal de que la recuperación es imposible. El sacramento debe ser un encuentro con la presencia misericordiosa de Cristo, un momento de fe que eleva el espíritu del enfermo.
En conclusión, la Unción de los Enfermos es un sacramento que desempeña un papel poderoso dentro de la comunidad cristiana. No está restringido a momentos de muerte inminente, sino que es una fuente de gracia durante enfermedades y sufrimientos significativos. Los criterios para su recepción enfatizan la naturaleza inclusiva y compasiva del ministerio de la iglesia hacia todos los que necesitan sanación, tanto en cuerpo como en espíritu. Como tal, este sacramento se erige como un testimonio profundo de la gracia vivificante y sustentadora que fluye de Cristo a través de su iglesia a cada creyente, trayendo no solo sanación sino también una integración más profunda en la vida de la comunidad y una paz renovada con Dios.