En términos bíblicos, el concepto de una "dispensación" se refiere a un período o época distinta en la historia humana durante la cual Dios interactúa con la humanidad de una manera específica e identificable. El término en sí proviene de la palabra griega "oikonomia", que puede traducirse como "administración", "gestión" o "mayordomía". Esta idea es integral para entender cómo se desarrollan los planes y propósitos de Dios a lo largo de la narrativa bíblica, y es particularmente significativa en el estudio de la teología dispensacional.
La teología dispensacional postula que la historia se divide en varias dispensaciones, cada una caracterizada por un pacto o arreglo único entre Dios y la humanidad. Estas dispensaciones no son arbitrarias, sino que forman parte de un plan divino, revelando diferentes aspectos del carácter de Dios y su relación con su creación. El apóstol Pablo usa el término en Efesios 1:10, donde escribe, "como un plan para la plenitud de los tiempos, para reunir todas las cosas en él, las cosas en el cielo y las cosas en la tierra". Aquí, Pablo habla del plan general de Dios para reunir todas las cosas bajo Cristo, que se desarrolla en diferentes etapas o dispensaciones.
El concepto de dispensaciones se puede rastrear hasta los primeros pensadores cristianos, pero ganó un impulso significativo en el siglo XIX a través de las obras de John Nelson Darby y los Hermanos de Plymouth. El marco de Darby sentó las bases de lo que ahora se conoce como dispensacionalismo clásico, y fue popularizado aún más por la Biblia de Referencia Scofield, publicada por primera vez en 1909. Esta Biblia de estudio dividió la historia en siete dispensaciones, cada una marcada por una prueba específica de la obediencia de la humanidad a la voluntad revelada de Dios.
Inocencia: Esta dispensación cubre el período de Adán y Eva en el Jardín del Edén antes de la Caída. Durante este tiempo, la humanidad era inocente y tenía una comunión directa con Dios. La prueba era la simple obediencia al mandato de Dios de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:16-17). El fracaso en esta prueba llevó a la Caída y la subsiguiente expulsión del Jardín (Génesis 3).
Conciencia: Después de la Caída, la humanidad vivió bajo la dispensación de la conciencia, donde los individuos eran guiados por su sentido interno del bien y del mal. Este período se extiende desde Adán hasta Noé y se caracteriza por una creciente maldad, culminando en el juicio del Diluvio (Génesis 6-9).
Gobierno Humano: Después del Diluvio, Dios estableció un nuevo orden a través de Noé, dando a la humanidad la responsabilidad de gobernarse a sí misma y ejecutar justicia (Génesis 9:1-7). Esta dispensación se extiende desde Noé hasta Abraham e incluye el establecimiento de naciones y el episodio de la Torre de Babel (Génesis 11).
Promesa: La dispensación de la promesa comienza con el pacto de Dios con Abraham (Génesis 12:1-3). Durante este período, Dios promete hacer de los descendientes de Abraham una gran nación y bendecir a todas las naciones a través de él. Esta dispensación se extiende hasta la entrega de la Ley en el Monte Sinaí.
Ley: La dispensación de la Ley comienza con Moisés recibiendo los Diez Mandamientos y la Ley Mosaica en el Monte Sinaí (Éxodo 19-20). Este período se extiende desde Moisés hasta la venida de Cristo. La Ley fue dada para guiar a Israel en justicia y para revelar la necesidad de un Salvador, ya que nadie podía cumplir la Ley perfectamente (Gálatas 3:24).
Gracia: La dispensación de la gracia, también conocida como la Era de la Iglesia, comienza con la muerte y resurrección de Jesucristo y el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2). Este período se extiende hasta la Segunda Venida de Cristo. Durante esta dispensación, la salvación se ofrece a todos a través de la fe en Jesucristo, aparte de las obras de la Ley (Efesios 2:8-9).
Milenio: La dispensación final es el Milenio, un futuro reinado de 1,000 años de Cristo en la tierra (Apocalipsis 20:1-6). Durante este período, Cristo gobernará con justicia y rectitud, cumpliendo las promesas de Dios a Israel y estableciendo su reino en la tierra.
Aunque el dispensacionalismo proporciona una forma estructurada de entender el desarrollo del plan de Dios, no está exento de críticas. Algunos teólogos argumentan que divide excesivamente la narrativa bíblica e impone un marco rígido a las Escrituras. Otros prefieren la teología del pacto, que enfatiza la continuidad de los pactos de Dios a lo largo de la historia y ve la Biblia como una historia unificada del plan redentor de Dios.
La teología del pacto postula que hay dos pactos principales: el Pacto de Obras y el Pacto de Gracia. El Pacto de Obras se estableció con Adán en el Jardín del Edén, donde se prometía vida por obediencia y muerte por desobediencia (Génesis 2:16-17). Después de la Caída, Dios estableció el Pacto de Gracia, prometiendo la salvación a través de la fe en Jesucristo, el segundo Adán (Romanos 5:12-21). Este pacto se desarrolla a través de varias administraciones, como los pactos con Noé, Abraham, Moisés y David, todos apuntando al cumplimiento final en Cristo.
A pesar de estas diferencias, tanto los teólogos dispensacionales como los del pacto están de acuerdo en la centralidad de Jesucristo en el plan redentor de Dios. El dispensacionalismo destaca la revelación progresiva de los propósitos de Dios, mientras que la teología del pacto enfatiza la unidad y continuidad de la relación pactual de Dios con su pueblo.
En resumen, una dispensación en términos bíblicos se refiere a un período específico en la historia durante el cual Dios administra su voluntad y propósitos de una manera particular. La teología dispensacional divide la historia en épocas distintas, cada una caracterizada por un pacto o arreglo único entre Dios y la humanidad. Aunque este marco ha sido influyente en la formación del pensamiento evangélico moderno, es una de varias formas de entender el desarrollo del plan redentor de Dios a lo largo de las Escrituras. Ya sea que uno adhiera al dispensacionalismo, la teología del pacto u otro marco interpretativo, el objetivo final es comprender la profundidad y riqueza de la revelación de Dios y vivir fielmente en respuesta a su gracia y verdad.