La frase "ojo por ojo y diente por diente" es uno de los pasajes más conocidos pero a menudo malinterpretados de la Biblia. Aparece en el Antiguo Testamento, específicamente en los libros de Éxodo, Levítico y Deuteronomio. Este principio es conocido como la Lex Talionis, o la ley del talión, y ha sido objeto de mucho debate e interpretación a lo largo de la historia. Para entender su significado e implicaciones, debemos profundizar en su contexto histórico, su aplicación en la ley bíblica y su reinterpretación en las enseñanzas de Jesucristo.
La Lex Talionis aparece por primera vez en Éxodo 21:23-25:
"Pero si hay un daño grave, darás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe" (NVI).
Directivas similares también se pueden encontrar en Levítico 24:19-20 y Deuteronomio 19:21. Estas leyes fueron dadas a los israelitas como parte de la Ley Mosaica, un código legal y moral integral que gobernaba su sociedad. A primera vista, este principio puede parecer duro o vengativo, pero es esencial entender su propósito y limitaciones dentro del contexto de la antigua sociedad israelita.
En tiempos antiguos, el principio de Lex Talionis cumplía varias funciones críticas. Primero, era un medio para limitar la retribución. En una sociedad tribal donde las venganzas personales podían escalar a disputas sangrientas, esta ley buscaba asegurar que el castigo se ajustara al crimen y no lo excediera. Al prescribir una respuesta proporcional, la ley tenía como objetivo prevenir la venganza excesiva y mantener el orden social. Era una forma de decir que la justicia debía ser medida y equitativa, no impulsada por la ira personal o la venganza.
En segundo lugar, la Lex Talionis estaba destinada a ser un principio judicial más que un mandato personal. No era una licencia para que los individuos tomaran la ley en sus propias manos, sino una guía para que los jueces y las autoridades administraran justicia de manera justa. En este sentido, era un llamado a un sistema legal que defendiera la justicia y la equidad, asegurando que el castigo correspondiera a la ofensa.
Sin embargo, la interpretación y aplicación de este principio evolucionaron con el tiempo, particularmente en las enseñanzas de Jesucristo. En el Sermón del Monte, Jesús aborda el concepto de "ojo por ojo" y ofrece una reinterpretación radical:
"Ustedes han oído que se dijo: 'Ojo por ojo, y diente por diente.' Pero yo les digo, no resistan al que es malo. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Da al que te pida, y no vuelvas la espalda al que quiera pedirte prestado" (Mateo 5:38-42, NVI).
En este pasaje, Jesús desafía la comprensión tradicional de la justicia retributiva y llama a sus seguidores a un estándar más alto de conducta. En lugar de buscar venganza o incluso justicia estricta, Jesús aboga por el perdón, la generosidad y la no retaliación. Sus enseñanzas enfatizan la importancia del amor y la misericordia sobre la retribución.
La reinterpretación de Jesús no niega el principio de justicia, sino que lo trasciende. Llama a sus seguidores a encarnar los valores del Reino de Dios, donde el amor y la gracia prevalecen sobre la venganza. Esto no significa que la justicia sea irrelevante o que los malhechores deban quedar impunes. En cambio, destaca el poder transformador del amor y el perdón para romper el ciclo de violencia y retribución.
El apóstol Pablo hace eco de este sentimiento en su carta a los Romanos:
"No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo que es correcto a los ojos de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, queridos amigos, sino dejen lugar a la ira de Dios, porque está escrito: 'Mía es la venganza; yo pagaré,' dice el Señor. Al contrario: 'Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta.' No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien" (Romanos 12:17-21, NVI).
Pablo enfatiza que la venganza pertenece a Dios y que los creyentes están llamados a responder al mal con el bien. Esta enseñanza se alinea con el tema bíblico más amplio de confiar en la justicia y soberanía de Dios mientras practicamos el amor y el perdón en nuestras interacciones con los demás.
Además de los textos bíblicos, los escritos de los primeros pensadores cristianos también arrojan luz sobre este principio. Por ejemplo, el padre de la iglesia primitiva Tertuliano escribió extensamente sobre la ética de la retaliación y la no violencia. En su obra "Apología," Tertuliano argumenta que los cristianos están llamados a un estándar más alto de conducta, uno que refleje las enseñanzas de Jesús y los valores del Reino de Dios.
Además, el concepto de no retaliación y perdón no se limita al Nuevo Testamento, sino que también está arraigado en el Antiguo Testamento. Proverbios 20:22 aconseja: "No digas: '¡Yo me vengaré de este mal!' Espera al Señor, y él te salvará" (NVI). De manera similar, Proverbios 25:21-22 hace eco del llamado a responder a los enemigos con bondad, un principio citado más tarde por Pablo en Romanos.
Las enseñanzas de Jesús y la narrativa bíblica más amplia nos llaman a una vida de amor y perdón radicales. Esto no significa que ignoremos la justicia o condonemos el mal, sino que confiamos en la justicia última de Dios y buscamos reflejar su carácter en nuestras acciones. Al hacerlo, rompemos el ciclo de violencia y ofrecemos un atisbo del poder transformador del amor de Dios.
En conclusión, la frase "ojo por ojo y diente por diente" en la Biblia es un principio de justicia proporcional que tenía como objetivo limitar la retribución y mantener el orden social en la antigua sociedad israelita. Sin embargo, las enseñanzas de Jesús llaman a sus seguidores a trascender este principio y abrazar un estándar más alto de amor, perdón y no retaliación. Al entender y vivir estas enseñanzas, podemos reflejar los valores del Reino de Dios y contribuir a un mundo más justo y compasivo.