La cuestión de si la Biblia sugiere que la Tierra es redonda es intrigante, ya que combina los ámbitos de la teología, la historia y la ciencia. Como pastor cristiano no denominacional, abordo esta cuestión con el entendimiento de que la Biblia es principalmente un texto teológico más que científico. Sin embargo, también es un texto que ha sido históricamente interpretado de diversas maneras, algunas de las cuales han intersectado con la investigación científica.
La Biblia fue escrita en una era pre-científica, y su propósito principal es transmitir verdades espirituales, orientación moral y la narrativa de la relación de Dios con la humanidad. No obstante, hay pasajes que algunos han interpretado como una comprensión de la forma de la Tierra. Uno de esos pasajes es Isaías 40:22, que dice: "Él está sentado sobre el círculo de la tierra, y sus habitantes son como langostas. Él extiende los cielos como un dosel, y los despliega como una tienda para vivir" (NVI). La palabra hebrea utilizada aquí para "círculo" es "chug", que también puede traducirse como "compás" o "bóveda". Esto ha llevado a algunos a argumentar que la Biblia implica una Tierra esférica, ya que un círculo visto desde arriba podría entenderse como una esfera.
Otro pasaje que a menudo se cita es Job 26:7, que dice: "Él extiende el norte sobre el vacío; cuelga la tierra sobre nada" (NVI). Este verso describe poéticamente la Tierra como colgando en el espacio, lo que algunos intérpretes sugieren que se alinea con la comprensión moderna de la Tierra en el cosmos. Aunque estos versos no afirman explícitamente que la Tierra es una esfera, se han utilizado en discusiones sobre la compatibilidad de la Biblia con los descubrimientos científicos.
Es importante señalar que la cosmología hebrea antigua, como muchas cosmologías antiguas, probablemente veía la Tierra como un disco plano rodeado de aguas, con los cielos arriba y el inframundo abajo. Esto se refleja en el relato de la creación en Génesis, donde Dios separa las aguas para crear el cielo y la tierra seca (Génesis 1:6-10). La imagen de la Tierra siendo "establecida" y "puesta sobre cimientos" (Salmo 104:5) también sugiere una superficie estable y plana como la entendían las culturas antiguas.
A lo largo de la historia, la interpretación de estos textos ha evolucionado. Durante la Edad Media, la Iglesia aceptó en gran medida el modelo ptolemaico del universo, que era geocéntrico pero no necesariamente contradecía una Tierra esférica. No fue hasta el Renacimiento y el trabajo de astrónomos como Copérnico y Galileo que el modelo heliocéntrico y la redondez de la Tierra se aceptaron ampliamente en la comunidad científica.
La relación entre la ciencia y la Biblia ha sido a menudo compleja, con períodos de conflicto y reconciliación. La historia de Galileo, quien fue condenado por la Iglesia por su apoyo al heliocentrismo, es un ejemplo notable de esta tensión. Sin embargo, la perspectiva cristiana moderna en gran medida abraza los hallazgos de la ciencia, viéndolos como complementarios a las verdades de las Escrituras en lugar de contradictorios.
Al considerar si la Biblia sugiere una Tierra redonda, es crucial reconocer el género y propósito de los textos bíblicos. La Biblia no es un libro de texto científico; sus descripciones del mundo natural son a menudo poéticas y metafóricas, destinadas a transmitir verdades teológicas y morales más que hechos científicos. El mensaje principal de la Biblia es sobre la relación de Dios con la humanidad y la orientación moral y espiritual que fluye de esa relación.
Además, la interpretación de cualquier texto bíblico debe tener en cuenta el contexto histórico y cultural en el que fue escrito. La cosmovisión del antiguo Cercano Oriente, que influyó en los autores bíblicos, no tenía la comprensión científica que poseemos hoy. Por lo tanto, esperar que la Biblia se alinee precisamente con los conceptos científicos modernos puede llevar a malentendidos sobre su propósito y mensaje.
En conclusión, aunque hay versos en la Biblia que algunos han interpretado como sugiriendo una Tierra redonda, tales interpretaciones deben abordarse con precaución. El objetivo principal de la Biblia es comunicar verdades espirituales, y sus descripciones del mundo natural son a menudo metafóricas y reflejan el contexto cultural de su tiempo. Para los creyentes, la armonía entre las verdades de las Escrituras y los descubrimientos de la ciencia puede verse como un testimonio de la coherencia de la creación de Dios, invitándonos a explorar tanto los ámbitos espiritual como físico con asombro y humildad.