¿Por qué le suceden cosas buenas a la gente mala según la Biblia?

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La pregunta de por qué cosas buenas les suceden a personas malas es una que ha desconcertado a la humanidad durante siglos y se aborda de diversas maneras a lo largo de la Biblia. Esta indagación toca la naturaleza de Dios, la justicia divina y las complejidades de la existencia humana. Para explorar esta pregunta, profundizaremos en varios pasajes bíblicos clave y conceptos teológicos que brindan una visión sobre este profundo tema.

En primer lugar, es esencial reconocer que la Biblia reconoce la realidad de que cosas buenas pueden y de hecho les suceden a personas malas. Uno de los libros más conmovedores del Antiguo Testamento que lucha con este tema es el Libro de Job. Job era un hombre justo que sufrió inmensamente, y sus amigos sugirieron que su sufrimiento debía ser debido a sus pecados. Sin embargo, Dios reprende esta visión simplista, indicando que el sufrimiento y la prosperidad humanos no siempre están directamente correlacionados con la posición moral de uno.

En Job 21:7-13, el mismo Job cuestiona por qué los malvados a menudo prosperan:

"¿Por qué viven los malvados, alcanzan la vejez y crecen poderosos en poder? Sus descendientes están establecidos en su presencia, y sus descendientes ante sus ojos. Sus casas están seguras del miedo, y no hay vara de Dios sobre ellos. Su toro se reproduce sin fallar; su vaca pare y no aborta. Envían a sus pequeños como un rebaño, y sus hijos bailan. Cantan al son del tamboril y la lira y se regocijan al sonido de la flauta. Pasan sus días en prosperidad, y en paz descienden al Seol."

Este pasaje destaca la desconcertante realidad de que los malvados pueden de hecho vivir vidas prósperas. Sin embargo, el Libro de Job finalmente enfatiza que los caminos de Dios están más allá de la comprensión humana. En Job 38-41, Dios responde a Job desde el torbellino, cuestionando la capacidad de Job para comprender el orden divino. Esta respuesta sugiere que los seres humanos pueden no comprender completamente las razones detrás de la distribución del bien y el mal en el mundo.

Otro pasaje significativo que aborda este tema se encuentra en el Salmo 73. El salmista Asaf lucha con la prosperidad de los malvados:

"Porque tuve envidia de los arrogantes cuando vi la prosperidad de los malvados. Porque no tienen dolores hasta la muerte; sus cuerpos son gordos y lustrosos. No están en problemas como los demás; no son golpeados como el resto de la humanidad." (Salmo 73:3-5)

Asaf continúa describiendo cómo los malvados parecen vivir vidas despreocupadas, acumulando riqueza y evitando los problemas que afligen a otros. Sin embargo, el punto de inflexión en el salmo llega cuando Asaf entra en el santuario de Dios y obtiene una perspectiva divina:

"Pero cuando pensé en cómo entender esto, me pareció una tarea agotadora, hasta que entré en el santuario de Dios; entonces discerní su fin." (Salmo 73:16-17)

En el santuario, Asaf se da cuenta de que la prosperidad de los malvados es efímera y que la justicia final será servida por Dios. Esta realización le trae paz, ya que entiende que el juicio de Dios no siempre es inmediato, pero está asegurado.

El Nuevo Testamento también aborda esta pregunta, particularmente a través de las enseñanzas de Jesús. En el Sermón del Monte, Jesús habla sobre la naturaleza de la gracia de Dios y la imparcialidad de Sus bendiciones:

"Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos. Porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos." (Mateo 5:44-45)

Jesús enseña que la gracia de Dios se extiende a todas las personas, independientemente de su posición moral. El sol sale y la lluvia cae tanto sobre los justos como sobre los malvados. Esto refleja la benevolencia general de Dios y la idea de que Sus bendiciones no están limitadas a aquellos que son moralmente rectos.

Además, la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13:24-30) ofrece más información. En esta parábola, Jesús describe a un agricultor que siembra buena semilla en su campo, pero un enemigo viene y siembra malas hierbas entre el trigo. Cuando los siervos preguntan si deben arrancar las malas hierbas, el agricultor les instruye que dejen crecer ambos juntos hasta la cosecha, momento en el cual el trigo será recogido en el granero y las malas hierbas serán quemadas. Esta parábola sugiere que la coexistencia del bien y el mal en el mundo es temporal y que la justicia final se realizará en el tiempo de Dios.

El apóstol Pablo también aborda la aparente prosperidad de los malvados en sus cartas. En Romanos 2:4, Pablo habla de la bondad y paciencia de Dios:

"¿O presumes de las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te lleva al arrepentimiento?"

Pablo sugiere que la bondad de Dios, que puede manifestarse como bendiciones sobre los malvados, está destinada a llevarlos al arrepentimiento. Esta perspectiva se alinea con la idea de que el objetivo final de Dios es la redención de todas las personas, y Sus bendiciones pueden servir como un medio para acercar a los individuos a Él.

Desde un punto de vista teológico, el concepto de gracia común es relevante para esta discusión. La gracia común se refiere a la gracia de Dios que se extiende a toda la humanidad, independientemente de su relación con Él. Esta gracia incluye las bendiciones y beneficios que las personas experimentan en su vida diaria, como la salud, la prosperidad y la belleza de la creación. El teólogo Wayne Grudem explica la gracia común en su "Teología Sistemática":

"La gracia común es la gracia de Dios por la cual él da a las personas innumerables bendiciones que no son parte de la salvación. La gracia común es diferente de la gracia salvadora en sus resultados (no produce la salvación) y en sus destinatarios (se da tanto a creyentes como a no creyentes)."

La gracia común refleja el amor y la misericordia de Dios hacia todas las personas y sirve como testimonio de Su carácter. Es un recordatorio de que la bondad de Dios no está limitada a aquellos que son moralmente rectos, sino que está disponible para toda la creación.

Además, la Biblia enfatiza que la justicia final pertenece a Dios. En Deuteronomio 32:35, Dios declara:

"Mía es la venganza y la retribución, en el momento en que su pie resbale; porque el día de su calamidad está cerca, y su destino se apresura."

Este versículo subraya la creencia de que Dios finalmente traerá justicia a los malvados, incluso si no es inmediatamente aparente. El apóstol Pablo hace eco de este sentimiento en Romanos 12:19:

"Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque está escrito: 'Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.'"

Estos pasajes aseguran a los creyentes que la justicia de Dios prevalecerá, y se les llama a confiar en Su tiempo y sabiduría.

En conclusión, la Biblia proporciona una respuesta multifacética a la pregunta de por qué cosas buenas les suceden a personas malas. Reconoce la realidad de este fenómeno y ofrece varias perspectivas para entenderlo. El Libro de Job y el Salmo 73 destacan la complejidad de la justicia divina y las limitaciones de la comprensión humana. Las enseñanzas de Jesús en el Sermón del Monte y la parábola del trigo y la cizaña enfatizan la gracia imparcial de Dios y la coexistencia temporal del bien y el mal. Las cartas de Pablo y el concepto de gracia común ilustran aún más la benevolencia de Dios y Su deseo de arrepentimiento y redención. En última instancia, la Biblia asegura a los creyentes que la justicia de Dios prevalecerá, y se les llama a confiar en Su sabiduría y tiempo.

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