La cuestión de por qué suceden cosas malas a personas buenas es uno de los problemas más profundos y desafiantes en la teología, a menudo referido como el problema del mal. Esta pregunta ha desconcertado tanto a creyentes como a escépticos durante siglos. La Biblia ofrece una perspectiva multifacética sobre este tema, proporcionando ideas que abarcan desde la naturaleza de Dios hasta el propósito de la existencia humana.
En el corazón de esta pregunta está el carácter de Dios. La Biblia afirma que Dios es tanto todopoderoso como todo amor. El Salmo 145:17 declara: "El Señor es justo en todos sus caminos y fiel en todo lo que hace." De manera similar, 1 Juan 4:8 dice: "El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor." Dadas estas características, parece paradójico que un Dios amoroso y poderoso permita que las personas buenas sufran. Sin embargo, la Biblia proporciona varias razones que ayudan a entender este enigma.
Primero, es esencial reconocer que la Biblia no rehúye la realidad del sufrimiento y el mal. El libro de Job es una profunda exploración de este mismo tema. Job fue descrito como "intachable y recto, un hombre que teme a Dios y se aparta del mal" (Job 1:1). A pesar de su rectitud, Job experimentó un inmenso sufrimiento, perdiendo su riqueza, sus hijos y su salud. A lo largo del libro, Job y sus amigos luchan con las razones de su sufrimiento. En última instancia, Dios habla a Job, no con respuestas directas, sino con una serie de preguntas que destacan la soberanía de Dios y las limitaciones de la comprensión humana (Job 38-41). Esto sugiere que parte de la respuesta a por qué suceden cosas malas a personas buenas radica en el misterio del plan mayor de Dios, que está más allá de la comprensión humana.
Otro aspecto crítico es el concepto del libre albedrío. La Biblia enseña que Dios creó a los humanos con la capacidad de elegir. En Génesis 1:27, está escrito: "Así que Dios creó a la humanidad a su imagen, a imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó." Ser hechos a imagen de Dios incluye tener la capacidad de tomar decisiones morales. Sin embargo, esta libertad también significa que las personas pueden elegir hacer el mal, lo que puede resultar en sufrimiento para ellos mismos y para otros. La historia de Adán y Eva en Génesis 3 ilustra este principio. Su desobediencia trajo pecado y sufrimiento al mundo, afectando a toda la creación. Romanos 5:12 explica: "Por tanto, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y la muerte por el pecado, y de esta manera la muerte llegó a todas las personas, porque todos pecaron."
Además, la Biblia enseña que el sufrimiento puede tener un propósito en el plan de Dios. Romanos 8:28 ofrece una profunda seguridad: "Y sabemos que en todas las cosas Dios obra para el bien de los que lo aman, que han sido llamados según su propósito." Este versículo sugiere que incluso en medio del sufrimiento, Dios está obrando, trayendo el bien. La historia de José en el libro de Génesis ilustra este principio vívidamente. José, que fue vendido como esclavo por sus hermanos y luego encarcelado injustamente, finalmente ascendió a una posición de poder en Egipto. Reflexionando sobre sus experiencias, José les dijo a sus hermanos: "Ustedes intentaron hacerme daño, pero Dios lo intentó para bien, para lograr lo que ahora se está haciendo, la salvación de muchas vidas" (Génesis 50:20). Esta narrativa demuestra que Dios puede usar incluso las acciones malvadas de otros para cumplir Sus propósitos.
El sufrimiento también puede servir para refinar y fortalecer la fe de los creyentes. Santiago 1:2-4 anima a los cristianos a considerar las pruebas como oportunidades de crecimiento: "Considérenlo puro gozo, mis hermanos y hermanas, siempre que enfrenten pruebas de muchas clases, porque saben que la prueba de su fe produce perseverancia. Dejen que la perseverancia termine su obra para que sean maduros y completos, sin que les falte nada." De manera similar, 1 Pedro 1:6-7 habla del sufrimiento como un proceso de refinamiento: "En todo esto se alegran mucho, aunque ahora por un poco de tiempo hayan tenido que sufrir penas de toda clase de pruebas. Estas han venido para que la autenticidad probada de su fe—de mayor valor que el oro, que perece aunque refinado por el fuego—pueda resultar en alabanza, gloria y honor cuando Jesucristo sea revelado."
Además, la Biblia señala la esperanza y resolución última de todo sufrimiento en la persona de Jesucristo. Jesús mismo experimentó un inmenso sufrimiento e injusticia, culminando en Su crucifixión. Isaías 53:3 lo describe como "un hombre de sufrimientos, y familiarizado con el dolor." Sin embargo, a través de Su sufrimiento y resurrección, Jesús venció el pecado y la muerte, ofreciendo la esperanza de la vida eterna a todos los que creen. Apocalipsis 21:4 proporciona una visión del fin último del sufrimiento: "‘Él enjugará toda lágrima de sus ojos. No habrá más muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque el orden antiguo de las cosas ha pasado.’" Esta promesa asegura a los creyentes que los sufrimientos presentes son temporales y serán eclipsados por la alegría y paz eternas en la presencia de Dios.
Además, la Biblia enfatiza la importancia de la comunidad y el apoyo mutuo en tiempos de sufrimiento. Gálatas 6:2 instruye: "Lleven los unos las cargas de los otros, y así cumplirán la ley de Cristo." La comunidad cristiana está llamada a apoyarse y consolarse mutuamente, reflejando el amor y la compasión de Dios. Este aspecto comunitario de la fe puede proporcionar un consuelo y una fortaleza significativos a aquellos que experimentan dificultades.
En resumen, la Biblia ofrece varias perspectivas sobre por qué suceden cosas malas a personas buenas. Reconoce la realidad del sufrimiento y el mal, enfatiza el libre albedrío humano y las consecuencias del pecado, y destaca los propósitos que el sufrimiento puede servir en el plan de Dios. También señala la esperanza y resolución última del sufrimiento en Jesucristo y enfatiza la importancia del apoyo comunitario. Si bien estas ideas no proporcionan una respuesta completa al problema del mal, ofrecen un marco para la comprensión y una fuente de esperanza y consuelo para los creyentes que navegan por los desafíos de la vida.