Estudiar la Biblia es un esfuerzo que puede profundizar profundamente la comprensión de uno sobre Jesucristo, la figura central del cristianismo. Como cristianos, creemos que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios, una narrativa divinamente orquestada que revela el plan de Dios para la humanidad, culminando en la vida, muerte y resurrección de Jesús. La Biblia, compuesta por diversos libros escritos a lo largo de siglos, ofrece un rico tapiz de historia, profecía, poesía y enseñanza, todo apuntando hacia la persona y obra de Jesús.
Para profundizar nuestra comprensión de Jesús a través del estudio bíblico, es esencial acercarse a las escrituras con un corazón abierto al aprendizaje y una mente preparada para interactuar con el texto de manera crítica y reflexiva. Este viaje implica explorar tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, ya que cada uno ofrece perspectivas únicas sobre quién es Jesús y por qué su vida es tan significativa.
El Antiguo Testamento podría parecer inicialmente distante de la vida de Jesús, pero de hecho es fundamental para comprender su identidad y misión. Jesús mismo dijo: "No piensen que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos, sino a cumplirlos" (Mateo 5:17, NVI). Esta declaración subraya la continuidad entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, con Jesús como el cumplimiento de antiguas profecías y promesas.
El Antiguo Testamento está lleno de profecías mesiánicas que apuntan a Jesús. Por ejemplo, Isaías 53 describe vívidamente al siervo sufriente, una profecía que los cristianos entienden como un anuncio de la muerte sacrificial de Jesús. De manera similar, Miqueas 5:2 predice el lugar de nacimiento del Mesías en Belén, lo cual se alinea con los relatos del Nuevo Testamento sobre el nacimiento de Jesús. Al estudiar estas profecías, uno puede apreciar la orquestación divina de la vida y misión de Jesús.
Además, el Antiguo Testamento proporciona un telón de fondo al contexto cultural, religioso e histórico en el que nació Jesús. Comprender la Ley Mosaica, el sistema sacrificial y el papel del Templo ayuda a comprender las enseñanzas y acciones de Jesús. Por ejemplo, la limpieza del Templo por parte de Jesús (Juan 2:13-22) puede verse como una declaración profunda sobre la verdadera naturaleza de la adoración y la llegada de un nuevo pacto.
El Nuevo Testamento es la fuente principal para comprender la vida y enseñanzas de Jesús. Los Evangelios—Mateo, Marcos, Lucas y Juan—ofrecen cuatro perspectivas distintas sobre su vida, cada una contribuyendo a una imagen más completa de quién es Jesús. A través de los Evangelios, encontramos a Jesús como maestro, sanador y Salvador. Sus parábolas, como el Buen Samaritano (Lucas 10:25-37) y el Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32), revelan su profunda comprensión de la naturaleza humana y su llamado radical al amor y al perdón.
El Evangelio de Juan, en particular, enfatiza la divinidad de Jesús con su declaración inicial: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1, NVI). Este conocimiento teológico es crucial para comprender a Jesús no solo como una figura histórica, sino como el Verbo encarnado de Dios.
Las epístolas, o cartas, del Nuevo Testamento elucidan aún más la importancia de la vida y obra de Jesús. Pablo, en particular, proporciona profundas reflexiones teológicas sobre la muerte y resurrección de Jesús. En Romanos 5:8, Pablo escribe: "Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando aún éramos pecadores, Cristo murió por nosotros" (NVI). Este versículo encapsula el núcleo de la creencia cristiana: el amor sacrificial de Jesús y su poder redentor.
Para profundizar verdaderamente la comprensión de Jesús, es crucial comprometerse con la Biblia no solo intelectualmente, sino también espiritualmente. La lectura y meditación en oración sobre las escrituras permiten que el Espíritu Santo ilumine el texto, revelando verdades más profundas y aplicaciones personales. Hebreos 4:12 nos recuerda: "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz. Más cortante que toda espada de dos filos, penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos; y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (NVI). Esta naturaleza dinámica de la Biblia significa que cada lectura puede traer nuevos conocimientos y comprensión.
Además, estudiar la Biblia en comunidad con otros puede enriquecer la comprensión de uno. Participar en discusiones, escuchar sermones y participar en grupos de estudio bíblico puede proporcionar perspectivas e ideas diversas que uno podría no descubrir solo. El aspecto comunitario del estudio bíblico refleja la práctica de la iglesia primitiva, como se ve en Hechos 2:42, donde los creyentes se dedicaban a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión.
A medida que uno se adentra más en la Biblia, el objetivo final no es meramente la comprensión intelectual, sino la transformación. Estudiar la Biblia debería llevar a una relación más profunda con Jesús, caracterizada por el amor, la obediencia y el discipulado. Jesús dijo: "Si me aman, guarden mis mandamientos" (Juan 14:15, NVI). Comprender a Jesús a través de la Biblia nos obliga a vivir sus enseñanzas en nuestra vida diaria.
La literatura cristiana a lo largo de los siglos ha subrayado el poder transformador de la Biblia. Agustín de Hipona, en sus "Confesiones", relata cómo un pasaje de Romanos llevó a su conversión. De manera similar, el estudio del Libro de Romanos por parte de Martín Lutero provocó la Reforma, destacando la capacidad perdurable de la Biblia para inspirar el cambio.
En conclusión, estudiar la Biblia es un viaje que puede profundizar profundamente la comprensión de uno sobre Jesús. Al explorar las profecías y el contexto del Antiguo Testamento, profundizar en la revelación de Jesús en el Nuevo Testamento, comprometerse con el texto tanto individual como comunitariamente, y permitir que las escrituras transformen nuestras vidas, podemos llegar a conocer a Jesús más íntimamente. Este viaje no es meramente académico, sino una peregrinación espiritual hacia una relación más profunda con el Salvador, quien nos invita a seguirlo y ser transformados por su amor y gracia.