La Septuaginta y el Texto Masorético representan dos de los textos más fundamentales en la historia de las escrituras judeocristianas. Sus diferencias, aunque sutiles en algunas áreas, son lo suficientemente significativas como para influir en las interpretaciones teológicas y en la comprensión de las narrativas bíblicas. Para explorar cómo difieren estos textos, es esencial comprender primero qué representa cada texto y el contexto histórico de sus orígenes.
La Septuaginta: Tradicionalmente, la Septuaginta (abreviada como LXX) es una traducción griega de la Biblia hebrea, que incluye algunos libros que no se encuentran en el Texto Masorético estándar. Según una carta antigua conocida como la Carta de Aristeas, fue traducida por setenta o setenta y dos eruditos judíos a instancias de Ptolomeo II Filadelfo, el gobernante griego de Egipto, durante el siglo III a.C. Esta traducción estaba destinada principalmente a la comunidad judía en Egipto, que era más fluida en griego que en hebreo. La Septuaginta incluye la Torá (Pentateuco), libros históricos, literatura de sabiduría y profetas, junto con textos adicionales como los Libros de los Macabeos y la Sabiduría de Sirac, que no se encuentran tradicionalmente en el canon hebreo.
El Texto Masorético: El Texto Masorético (TM) es el texto hebreo autoritativo de la Biblia judía e incluye la Torá, Nevi'im (Profetas) y Ketuvim (Escritos). Fue compilado y preservado por escribas judíos conocidos como los masoretas entre los siglos VII y X d.C. Los masoretas fueron meticulosos en sus esfuerzos de preservación, desarrollando un sistema complejo de anotaciones para mantener la pronunciación y los matices sintácticos del texto. Este texto se convirtió en la escritura hebrea fundamental tanto para el judaísmo como, posteriormente, para las traducciones protestantes del Antiguo Testamento.
Idioma y traducción: La diferencia más evidente es el idioma. La Septuaginta está en griego, mientras que el Texto Masorético está en hebreo. Esta diferencia lingüística no es meramente superficial; afecta la interpretación de los textos. El griego, con sus matices filosóficos, a menudo presenta un énfasis teológico diferente en comparación con el hebreo, que es más concreto y directo. Por ejemplo, la palabra hebrea para "joven", almah, se traduce al griego como parthenos, que significa "virgen", en Isaías 7:14. Esta traducción tiene implicaciones significativas para la teología cristiana en relación con la profecía del nacimiento de Jesús.
Variaciones textuales: Hay numerosas diferencias textuales entre la Septuaginta y el Texto Masorético. Algunas de estas variaciones afectan la comprensión de las leyes bíblicas, los preceptos morales y las narrativas históricas. Por ejemplo, el Salmo 22:16 se lee de manera diferente en los dos textos. El Texto Masorético dice "como un león [están] mis manos y pies", mientras que la Septuaginta dice "han perforado mis manos y pies", lo que se alinea más estrechamente con las interpretaciones cristianas del cumplimiento profético en la crucifixión de Cristo.
Diferencias canónicas: La Septuaginta incluye varios libros y adiciones que no se encuentran en el Texto Masorético, como la Sabiduría de Salomón, las adiciones a Ester y Daniel, y los Libros de los Macabeos. Estos textos se consideran apócrifos en la tradición judía, pero están incluidos en el Antiguo Testamento cristiano, particularmente en las Biblias ortodoxas y católicas.
Implicaciones teológicas: Las diferencias en la traducción y el contenido entre la Septuaginta y el Texto Masorético tienen implicaciones teológicas. Los primeros escritores cristianos utilizaron predominantemente la Septuaginta, interpretándola y citándola como Escritura autoritativa. En consecuencia, muchas referencias del Nuevo Testamento a las escrituras del Antiguo Testamento se basan en la Septuaginta, lo que lleva a una preferencia por la Septuaginta en la iglesia cristiana primitiva.
Las variaciones entre la Septuaginta y el Texto Masorético han llevado a interpretaciones y comprensiones diversas de los textos bíblicos. Por ejemplo, la inclusión de salmos y oraciones adicionales en la Septuaginta proporciona un contexto más amplio para comprender la piedad judía y las expectativas mesiánicas durante el período del Segundo Templo. Además, las diferentes traducciones pueden llevar a conclusiones teológicas distintas, que han moldeado las doctrinas y prácticas litúrgicas de varias denominaciones cristianas.
En círculos académicos, estas diferencias han provocado una reevaluación del análisis histórico y textual, fomentando un enfoque más matizado para comprender el desarrollo de los textos bíblicos. Los eruditos a menudo consultan tanto la Septuaginta como el Texto Masorético para obtener una imagen más completa del mundo bíblico y su literatura.
En conclusión, la Septuaginta y el Texto Masorético son tesoros invaluables del patrimonio religioso. Cada texto ofrece una lente única a través de la cual ver las escrituras, reflejando las diversidades lingüísticas, culturales y teológicas que han dado forma al judaísmo y al cristianismo. Comprender sus diferencias no es solo un ejercicio académico, sino un viaje hacia la profundidad y amplitud de la revelación bíblica. A medida que exploramos estos textos, recordamos el rico tapiz de tradición que forma la base de nuestra fe.