Establecer un pacto con Dios es una experiencia profunda y transformadora que tiene raíces profundas en la teología bíblica. El concepto de un pacto es central en la narrativa de la Biblia, sirviendo como un marco fundamental para entender la relación de Dios con la humanidad. Para explorar cómo se establece un pacto con Dios, debemos adentrarnos en los textos bíblicos, examinando la naturaleza de los pactos en la Biblia y cómo se han establecido históricamente.
En términos bíblicos, un pacto es más que un contrato o acuerdo; es una promesa solemne, a menudo sellada con una señal o ritual, que establece una relación vinculante entre Dios y Su pueblo. La palabra hebrea para pacto, "berith", implica un sentido de compromiso vinculante y obligación mutua. A lo largo de la Biblia, los pactos se describen como iniciativas divinas donde Dios se acerca a la humanidad, invitándolos a una relación caracterizada por la fidelidad, el amor y la obediencia.
La Biblia presenta varios pactos clave que ilustran el proceso de establecer un pacto con Dios. El primer pacto significativo se encuentra en Génesis, donde Dios hace un pacto con Noé después del diluvio. En Génesis 9:8-17, Dios promete no destruir la tierra con un diluvio nuevamente, estableciendo el arco iris como señal de este pacto eterno. Aquí, el pacto es iniciado por Dios, requiriendo que Noé y sus descendientes reconozcan y honren esta promesa divina.
Otro pacto fundamental es el que se hace con Abraham en Génesis 15 y 17. Dios llama a Abraham a dejar su tierra natal y promete convertirlo en el padre de una gran nación. Este pacto implica una promesa de tierra, descendencia y bendición. En Génesis 17:9-14, Dios ordena a Abraham que circuncide a cada varón como señal del pacto, simbolizando su compromiso y obediencia a la voluntad de Dios. Este pacto subraya la importancia de la fe y la obediencia como respuestas a la iniciativa de Dios.
El Pacto Mosaico, dado en el Monte Sinaí, elabora aún más cómo se establece un pacto con Dios. En Éxodo 19-24, Dios entrega los Diez Mandamientos y otras leyes, formando la base del pacto con los israelitas. Este pacto es único en que incluye un conjunto detallado de leyes y estipulaciones que el pueblo debe seguir. El compromiso de los israelitas de obedecer la ley de Dios es central para mantener esta relación de pacto. Éxodo 24:3-8 describe un ritual donde Moisés lee el Libro del Pacto al pueblo, que responde diciendo: "Todo lo que el Señor ha dicho, lo haremos y obedeceremos". El pacto se sella entonces con la sangre de sacrificios, simbolizando la seriedad y naturaleza vinculante del acuerdo.
El Pacto Davídico, que se encuentra en 2 Samuel 7, es otro ejemplo donde Dios establece un pacto con el Rey David, prometiendo que sus descendientes gobernarán Israel para siempre. Este pacto destaca la iniciativa y fidelidad de Dios, ya que es incondicional y se basa en la promesa de Dios más que en la acción humana.
El Nuevo Pacto, profetizado en Jeremías 31:31-34 y cumplido en Jesucristo, marca la culminación de la relación de pacto de Dios con la humanidad. A diferencia de los pactos anteriores, el Nuevo Pacto se caracteriza por una transformación interna. Dios promete escribir Su ley en los corazones de Su pueblo, ofreciendo perdón y una relación personal con Él. Este pacto se establece a través de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. En Lucas 22:20, durante la Última Cena, Jesús se refiere a la copa como "el nuevo pacto en mi sangre", significando el establecimiento de este pacto a través de Su muerte sacrificial.
Para las personas que buscan establecer un pacto con Dios hoy, el Nuevo Pacto ofrece una oportunidad profunda. Este pacto invita a los creyentes a una relación personal con Dios a través de la fe en Jesucristo. Establecer este pacto implica varios pasos clave, arraigados en principios y enseñanzas bíblicas.
Primero, requiere reconocer y responder a la iniciativa de Dios. La Biblia enseña que Dios ama a la humanidad y desea una relación con cada persona. Juan 3:16 enfatiza esta iniciativa divina: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna". Entender que Dios ya ha dado el primer paso es crucial para entrar en una relación de pacto.
Segundo, establecer un pacto con Dios implica arrepentimiento y fe. El arrepentimiento significa alejarse del pecado y el egocentrismo, reconociendo la necesidad de la gracia y el perdón de Dios. Hechos 2:38 captura este llamado al arrepentimiento: "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados". La fe, por otro lado, implica confiar en Jesucristo como Señor y Salvador, creyendo en Su obra redentora en la cruz. Efesios 2:8-9 nos recuerda que la salvación es un regalo de Dios, recibido por fe: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".
Tercero, la obediencia y el compromiso son componentes esenciales para establecer un pacto con Dios. Así como los israelitas se comprometieron a obedecer la ley de Dios, los creyentes hoy están llamados a vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús. Esto implica un viaje de discipulado de por vida, buscando alinear la vida con la voluntad de Dios. Jesús enfatizó la importancia de la obediencia en Juan 14:15: "Si me amáis, guardad mis mandamientos".
El bautismo sirve como una declaración pública del pacto con Dios. En el Nuevo Testamento, el bautismo a menudo se asocia con entrar en el Nuevo Pacto. Simboliza la identificación del creyente con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Romanos 6:3-4 explica este simbolismo: "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva".
Finalmente, establecer un pacto con Dios implica participar en la comunidad de creyentes, la Iglesia. La Iglesia es el cuerpo de Cristo, donde los creyentes se reúnen para adorar, tener comunión y alentarse mutuamente. Hebreos 10:24-25 anima a los creyentes a reunirse regularmente: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca".
En resumen, establecer un pacto con Dios según la Biblia implica reconocer la iniciativa de Dios, responder con arrepentimiento y fe, comprometerse a la obediencia, declarar públicamente la fe a través del bautismo y participar en la comunidad de creyentes. Esta relación de pacto está arraigada en el Nuevo Pacto establecido por Jesucristo, ofreciendo perdón, transformación y vida eterna. Es un viaje de fe, marcado por la gracia y fidelidad de Dios, invitando a las personas a una relación profunda y duradera con el Creador.