Los términos "Antiguo Testamento" y "Nuevo Testamento" están profundamente arraigados en la narrativa bíblica y en la comprensión teológica de la relación de Dios con la humanidad. Para apreciar plenamente por qué estos testamentos se etiquetan como "Antiguo" y "Nuevo", uno debe profundizar en el concepto de pacto, que es central en la historia bíblica y sustenta la división de la Biblia en estas dos secciones.
En términos bíblicos, un pacto es un acuerdo solemne o pacto entre dos partes. En la Biblia, los pactos son predominantemente entre Dios y los humanos, sirviendo como un marco para entender las promesas y expectativas de Dios. El concepto de pacto está entretejido a lo largo del texto bíblico, ilustrando cómo Dios interactúa con Su creación.
El "Antiguo Testamento" se refiere a la colección de libros que forman la primera parte de la Biblia cristiana, correspondiente a la Biblia hebrea. Se llama "Antiguo" no porque esté desactualizado o sea irrelevante, sino porque representa los pactos originales hechos entre Dios y Su pueblo, principalmente a través de figuras como Noé, Abraham, Moisés y David.
El pacto con Noé, que se encuentra en Génesis 9, fue la promesa de Dios de no destruir la tierra con un diluvio nuevamente, simbolizado por el arco iris. Este pacto fue universal, abarcando a toda la humanidad y la creación. El pacto abrahámico, detallado en Génesis 12 y 15, involucraba promesas de tierra, descendencia y bendiciones, sentando las bases para la nación de Israel. El pacto mosaico, dado en el Monte Sinaí y registrado en Éxodo 19-24, fue un pacto condicional, donde Dios dio la Ley y el pueblo de Israel acordó seguirla. El pacto davídico, que se encuentra en 2 Samuel 7, prometía que el linaje de David perduraría para siempre, apuntando hacia un futuro rey.
Estos pactos colectivamente forman la base del "Antiguo Testamento", que se caracteriza por leyes, rituales y la historia de la relación de Israel con Dios. El Antiguo Testamento es "antiguo" en el sentido de que representa los acuerdos originales que estaban en vigor antes de la venida de Jesucristo.
El "Nuevo Testamento", por otro lado, se refiere a la colección de libros que detallan la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesucristo, así como la formación y enseñanzas de la iglesia cristiana primitiva. El término "Nuevo" significa un nuevo pacto establecido a través de Jesucristo, que cumple y trasciende los antiguos pactos.
Este nuevo pacto está profetizado en el Antiguo Testamento, particularmente en Jeremías 31:31-34, donde Dios promete un nuevo pacto diferente al hecho con los antepasados de Israel. Este nuevo pacto estaría escrito en los corazones de las personas, ofreciendo una relación más íntima y personal con Dios. El cumplimiento de esta profecía se encuentra en la vida y obra de Jesús, como se describe en el Nuevo Testamento.
En los Evangelios, particularmente en los relatos de la Última Cena, Jesús se refiere explícitamente a Su muerte sacrificial como el establecimiento de este nuevo pacto. En Lucas 22:20, Jesús dice: "Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por vosotros". Esta declaración significa que a través de Su muerte y resurrección, Jesús inauguró un nuevo pacto que ofrece el perdón de los pecados y la vida eterna a todos los que creen en Él.
El nuevo pacto se caracteriza por la gracia, la fe y la morada del Espíritu Santo. A diferencia del antiguo pacto, que se basaba en la adherencia a la Ley, el nuevo pacto enfatiza la fe en Jesucristo como el medio de salvación. Este cambio se explica elocuentemente en el libro de Hebreos, particularmente en los capítulos 8 y 9, donde el autor discute la superioridad del nuevo pacto sobre el antiguo.
La división de la Biblia en el "Antiguo" y "Nuevo" Testamento refleja esta progresión teológica desde la anticipación del Mesías y el establecimiento de Israel como el pueblo de Dios, hasta el cumplimiento de las promesas de Dios a través de Jesucristo y la expansión del pacto de Dios para incluir a toda la humanidad. Esta división no es meramente cronológica, sino que representa un cambio teológico profundo en cómo Dios se relaciona con la humanidad.
El "Antiguo Testamento" es fundamental, proporcionando el contexto y el trasfondo para entender el "Nuevo Testamento". Es un testimonio de la fidelidad, justicia y misericordia de Dios a lo largo de la historia. El "Nuevo Testamento" revela la culminación del plan redentor de Dios a través de Jesucristo, ofreciendo una nueva forma de relacionarse con Dios que es accesible a todas las personas, independientemente de su etnia o antecedentes.
En resumen, los testamentos de la Biblia se llaman "Antiguo" y "Nuevo" porque representan dos pactos principales entre Dios y la humanidad. El "Antiguo Testamento" abarca los pactos originales con los patriarcas e Israel, mientras que el "Nuevo Testamento" describe el nuevo pacto establecido a través de Jesucristo. Esta distinción resalta la continuidad y el cumplimiento del plan de salvación de Dios, demostrando Su amor inmutable y fidelidad a lo largo de los siglos.