El término "amado" es una palabra rica y evocadora que aparece con frecuencia a lo largo de la Biblia, particularmente en el Nuevo Testamento, y tiene un profundo significado teológico. En el contexto de 1 Juan, el término "amado" (griego: ἀγαπητοί, agapetoi) es utilizado por el Apóstol Juan para dirigirse a sus lectores con un profundo sentido de afecto, intimidad y parentesco espiritual. Esta palabra encapsula la esencia del amor y la comunidad cristiana, y es fundamental para entender las dinámicas relacionales dentro del cuerpo de Cristo.
El Apóstol Juan, a menudo referido como el "Apóstol del Amor", emplea el término "amado" múltiples veces en sus epístolas para transmitir la profundidad del amor de Dios por Sus hijos y el amor que debe existir entre los creyentes. Por ejemplo, en 1 Juan 3:1, Juan escribe: "¡Miren qué gran amor nos ha prodigado el Padre, que se nos llame hijos de Dios! ¡Y eso es lo que somos! El mundo no nos conoce, porque no lo conoció a él." Aquí, Juan subraya el amor transformador de Dios que redefine nuestra identidad como Sus hijos. El término "amado" significa así aquellos que son amados profundamente por Dios y llamados a vivir este amor en sus relaciones con los demás.
En 1 Juan 4:7-8, Juan elabora más sobre este tema: "Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor." El uso de "amado" aquí no es meramente un término de cariño, sino una declaración teológica sobre la naturaleza de la identidad cristiana y la conducta ética. Ser "amado" es ser parte de un amor divino que se origina en Dios y se manifiesta en la comunidad de creyentes.
Teológicamente, "amado" en la Biblia refleja el amor de pacto de Dios. Este amor no se basa en el mérito humano, sino en la iniciativa graciosa de Dios. En Deuteronomio 7:7-8, vemos un atisbo de este amor de pacto: "El Señor no puso su afecto en ustedes ni los eligió porque fueran más numerosos que otros pueblos, pues ustedes eran los menos numerosos de todos los pueblos. Pero fue porque el Señor los amó y guardó el juramento que hizo a sus antepasados que los sacó con mano poderosa y los redimió de la tierra de la esclavitud, del poder del faraón rey de Egipto." Este pasaje destaca que el amor de Dios está arraigado en Su fidelidad y promesas, más que en la dignidad de los destinatarios.
El término "amado" también aparece en el Nuevo Testamento en el contexto del bautismo y la transfiguración de Jesús. En Mateo 3:17, después de que Jesús es bautizado, una voz del cielo declara: "Este es mi Hijo amado; en él me complazco." De manera similar, durante la transfiguración en Mateo 17:5, la voz de la nube dice: "Este es mi Hijo amado; en él me complazco. ¡Escúchenlo!" Estas declaraciones afirman a Jesús como el Hijo amado de Dios, el que encarna perfectamente el amor y la misión del Padre.
En las epístolas de Pablo, el término "amado" se usa a menudo para dirigirse a los creyentes, enfatizando la identidad compartida y el amor mutuo dentro de la comunidad cristiana. Por ejemplo, en Romanos 1:7, Pablo escribe: "A todos los que están en Roma, amados de Dios y llamados a ser su pueblo santo: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo." Aquí, "amado" significa aquellos que son amados por Dios y llamados a vivir en santidad y unidad.
Además, en Efesios 5:1-2, Pablo exhorta a los creyentes a imitar el amor de Dios: "Por tanto, sean imitadores de Dios, como hijos amados. Y vivan en amor, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio fragante para Dios." El término "amado" aquí subraya la identidad de los creyentes como hijos amados de Dios, llamados a emular el amor sacrificial de Cristo en sus vidas diarias.
El concepto de ser "amado" también tiene implicaciones escatológicas. En 1 Juan 3:2-3, Juan escribe: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es. Y todo el que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro." Este pasaje apunta a la futura transformación y glorificación de los creyentes, arraigada en su identidad actual como hijos amados de Dios. La esperanza de llegar a ser como Cristo en Su gloria motiva a los creyentes a buscar la pureza y la santidad en el presente.
En la literatura cristiana, el término "amado" ha sido explorado extensamente. Por ejemplo, en "Los Cuatro Amores" de C.S. Lewis, el concepto de amor divino (ágape) se distingue de otras formas de amor (storge, philia, eros). Lewis enfatiza que el ágape es un amor desinteresado e incondicional que busca el bien del otro, reflejando el amor de Dios por la humanidad. Esta comprensión del amor divino enriquece nuestra comprensión de lo que significa ser "amado" en el sentido bíblico.
Además, en "El Evangelio de los Andrajosos" de Brennan Manning, el autor destaca la naturaleza radical del amor de Dios por los quebrantados e imperfectos. Manning escribe: "Mi conciencia más profunda de mí mismo es que soy profundamente amado por Jesucristo y no he hecho nada para ganarlo o merecerlo." Esta perspectiva resuena con la representación bíblica de los creyentes como "amados" no por su propia justicia, sino por la gracia y misericordia de Dios.
En resumen, el término "amado" en la Biblia es una expresión profunda del amor de Dios por Su pueblo y su identidad como Sus hijos queridos. Transmite un sentido de profundo afecto, fidelidad de pacto y amor mutuo dentro de la comunidad cristiana. Como hijos "amados" de Dios, los creyentes están llamados a encarnar y extender este amor divino en sus relaciones con los demás, reflejando el amor desinteresado y sacrificial de Cristo. Esta identidad como "amados" da forma tanto a la conducta presente como a la esperanza futura de los creyentes, anclándolos en la seguridad del amor inquebrantable de Dios y la promesa de transformación eterna.