El acto de verter perfume en los pies de Jesús es un evento conmovedor y simbólicamente rico registrado en los Evangelios, específicamente en los relatos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Este acto es realizado por una mujer cuya identidad y las circunstancias que rodean el evento varían ligeramente entre los diferentes relatos del Evangelio. Sin embargo, la esencia del acto y su profundo simbolismo permanecen consistentes y profundamente significativos.
En el Evangelio de Juan, leemos que María, la hermana de Marta y Lázaro, es quien unge los pies de Jesús con un perfume caro. El pasaje en Juan 12:1-3 (NVI) dice:
"Seis días antes de la Pascua, Jesús llegó a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, mientras Lázaro estaba entre los que se reclinaban a la mesa con él. Entonces María tomó como medio litro de nardo puro, un perfume muy caro; lo vertió en los pies de Jesús y los secó con su cabello. Y la casa se llenó con la fragancia del perfume."
En contraste, el Evangelio de Lucas presenta un relato ligeramente diferente donde una mujer pecadora sin nombre unge los pies de Jesús en la casa de Simón el fariseo. Lucas 7:37-38 (NVI) narra:
"Una mujer de aquel pueblo, que llevaba una vida pecaminosa, se enteró de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, así que llegó allí con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se arrojó a los pies de Jesús, de manera que se los bañaba en lágrimas. Luego se los secó con los cabellos, también se los besaba y se los ungía con el perfume."
A pesar de estas variaciones, el acto de ungir los pies de Jesús con perfume tiene un profundo significado teológico y simbólico, que puede explorarse a través de varios temas clave.
En primer lugar, el acto de verter perfume en los pies de Jesús es una expresión de profunda adoración y devoción. El perfume, descrito como "nardo puro", era extremadamente costoso, simbolizando la disposición de la mujer a ofrecer algo de gran valor para honrar a Jesús. Esto se asemeja a la práctica del Antiguo Testamento de ofrecer lo mejor de las posesiones a Dios como sacrificio, demostrando reverencia y compromiso. En el caso de María, su acto de ungir a Jesús es una forma íntima y personal de adoración, destacando su reconocimiento de la naturaleza divina de Jesús y su gratitud por Su presencia y milagros en su vida.
En el relato de Lucas, las acciones de la mujer pecadora están impregnadas de arrepentimiento y búsqueda de perdón. Sus lágrimas, que se mezclan con el perfume para lavar los pies de Jesús, significan su dolor y remordimiento por sus pecados pasados. Al secar Sus pies con su cabello, se humilla completamente ante Jesús, reconociendo su indignidad y buscando Su misericordia. La respuesta de Jesús a su acto es reveladora; Él perdona sus pecados, enfatizando la gracia y el perdón ilimitados disponibles a través de la fe en Él. Lucas 7:47-48 (NVI) lo captura bellamente:
"Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados; pero a quien poco se le perdona, poco ama. Luego dijo Jesús a ella: 'Tus pecados quedan perdonados.'"
La unción también tiene un elemento profético, particularmente en el Evangelio de Juan. El mismo Jesús interpreta el acto de María como una preparación para Su inminente muerte y entierro. En Juan 12:7 (NVI), Jesús dice:
"Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha guardado este perfume para el día de mi sepultura."
En las costumbres judías antiguas, los cuerpos eran ungidos con especias y perfumes como parte del proceso de entierro. Al ungir a Jesús, María sin saberlo presagia Su crucifixión y entierro, subrayando la naturaleza sacrificial de Su misión en la tierra. Esta dimensión profética añade una capa de solemnidad y urgencia a la narrativa, recordando a los lectores el sacrificio inminente que Jesús haría por la redención de la humanidad.
El acto de ungir los pies de Jesús también desafía las normas y expectativas sociales de la época. En ambos relatos, las mujeres rompen varias convenciones sociales: entran en un espacio dominado por hombres sin ser invitadas, sueltan su cabello en público (una señal de falta de modestia en esa cultura) y tocan a un hombre que no es su pariente. Estas acciones habrían sido consideradas escandalosas e inapropiadas. Sin embargo, la aceptación de Jesús de sus acciones y Su defensa de ellas contra las críticas (como se ve en Juan 12:4-8 y Lucas 7:39-50) destacan Su inclusividad radical y Su disposición a honrar actos genuinos de amor y devoción sobre las rígidas costumbres sociales.
Además, el vertido de perfume representa amor y generosidad extravagantes. El valor del perfume, como se menciona en los Evangelios, era equivalente al salario de un año, lo que lo convierte en un regalo increíblemente lujoso. Este acto de verter algo tan precioso sin reservas refleja el amor extravagante que Jesús mismo demuestra a través de Su vida y ministerio. Sirve como un recordatorio de que el verdadero amor por Jesús no se mide por el costo, sino por el corazón y la intención detrás del acto. Esto es evidente en la recomendación de Jesús de las acciones de la mujer, como se ve en Marcos 14:9 (NVI):
"Les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el evangelio, se contará también, en memoria de esta mujer, lo que ella hizo."
Curiosamente, la unción de los pies de Jesús también puede verse como un preludio a la Última Cena, donde Jesús lava los pies de Sus discípulos. En Juan 13:1-17, Jesús asume el papel de un siervo, lavando los pies de Sus discípulos como un ejemplo de humildad y servicio. La unción por parte de María o la mujer pecadora prepara el escenario para este acto, enfatizando los temas de humildad, servicio y amor sacrificial que son centrales a las enseñanzas de Jesús. Al permitir que Sus pies sean ungidos, Jesús acepta el servicio de la mujer y, a su vez, modela este liderazgo de servicio a Sus discípulos.
Por último, el acto de ungir los pies de Jesús puede verse como un símbolo de limpieza y renovación espiritual. Así como el perfume limpia y refresca, el acto significa el poder limpiador del perdón de Jesús y la renovación que proviene de una relación con Él. La fragancia que llena la casa sirve como una metáfora del impacto penetrante y transformador del amor y la gracia de Jesús en la vida de aquellos que lo siguen.
En conclusión, el acto de verter perfume en los pies de Jesús, ya sea realizado por María o la mujer pecadora sin nombre, es un evento multifacético rico en simbolismo. Representa adoración, arrepentimiento, preparación para el entierro, un desafío a las normas sociales, amor extravagante, un preludio a la Última Cena y limpieza espiritual. Cada capa de significado invita a los creyentes a reflexionar sobre su propia relación con Jesús, animándolos a ofrecer lo mejor en adoración, buscar Su perdón y seguir Su ejemplo de humildad y servicio. Este poderoso acto, inmortalizado en los Evangelios, continúa inspirando y enseñando a los cristianos sobre la profundidad de la devoción y el poder transformador del amor de Jesús.