En el ámbito de la datación histórica, las abreviaturas "AD" y "BC" se utilizan comúnmente para demarcar períodos de tiempo en relación con el nacimiento de Jesucristo, una figura central en el cristianismo. Estos términos son parte integral del calendario gregoriano, que es el sistema de calendario más utilizado hoy en día. Comprender estos términos no solo proporciona una visión de la cronología histórica, sino que también refleja el profundo impacto del cristianismo en la historia y cultura global.
"AD" significa "Anno Domini", una frase en latín que se traduce como "En el año de Nuestro Señor". Esta designación se utiliza para etiquetar o numerar años en los calendarios juliano y gregoriano, contando desde el año tradicionalmente calculado del nacimiento de Jesucristo. El concepto de "Anno Domini" fue ideado en el año 525 d.C. por un monje llamado Dionisio el Exiguo. Su intención era establecer un sistema cronológico cristiano que reemplazara la era de Diocleciano, que fue nombrada en honor a un emperador romano notorio por perseguir a los cristianos. Así, "AD" marca los años posteriores al nacimiento de Cristo, y es un testimonio de la centralidad de Jesús en la historia y cultura occidental.
Por otro lado, "BC" significa "Antes de Cristo", que se refiere a los años anteriores al nacimiento de Jesús. Este término se utiliza para denotar el tiempo antes de la llegada de Cristo, y se cuenta hacia atrás desde el año tradicionalmente asignado a su nacimiento. Por ejemplo, 500 a.C. indica un tiempo 500 años antes del nacimiento de Jesús. El uso de "BC" y "AD" juntos crea una línea de tiempo lineal que se centra en la encarnación de Cristo, reflejando la creencia cristiana en la importancia de la vida y misión de Jesús en la tierra.
La validez histórica del uso de "AD" y "BC" está respaldada no solo por la tradición religiosa, sino también por la erudición histórica. El calendario gregoriano, que emplea estos términos, ha sido ampliamente adoptado debido a su precisión en alinearse con el año solar. Este sistema de calendario fue introducido por el Papa Gregorio XIII en 1582 para corregir las inexactitudes del calendario juliano, que se había desviado durante siglos debido a su cálculo erróneo del año solar. La reforma gregoriana fue un evento histórico significativo que subrayó la influencia del cristianismo en la configuración de nuestra comprensión del tiempo.
En tiempos modernos, algunos académicos e historiadores prefieren usar los términos "CE" (Era Común) y "BCE" (Antes de la Era Común) como alternativas seculares a "AD" y "BC". Este cambio tiene como objetivo proporcionar un marco cronológico más inclusivo que respete diversas perspectivas culturales y religiosas. A pesar de esto, "AD" y "BC" siguen profundamente arraigados en el discurso histórico y continúan siendo utilizados ampliamente en diversos contextos.
Teológicamente, el uso de "AD" y "BC" destaca el impacto transformador de la vida y enseñanzas de Jesucristo. La división de la historia en estas dos eras significa la creencia de que la venida de Cristo fue un momento crucial en la narrativa divina de la salvación. Como escribe el apóstol Pablo en Gálatas 4:4-5 (NVI), "Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción como hijos". Este pasaje refleja la comprensión cristiana de que la encarnación de Cristo fue un cumplimiento del plan redentor de Dios, marcando una nueva era en la historia humana.
Además, el uso histórico de "AD" y "BC" subraya la profunda influencia del cristianismo en el desarrollo de la civilización occidental. La Iglesia cristiana desempeñó un papel significativo en la preservación del conocimiento y el fomento del crecimiento intelectual durante la Edad Media, a menudo referida como la "Edad de la Fe". El establecimiento de universidades, el avance de la ciencia y la filosofía, y la promoción del arte y la cultura estaban profundamente entrelazados con la cosmovisión cristiana. Así, la adopción de un sistema de calendario centrado en el nacimiento de Cristo es emblemática del legado perdurable de la Iglesia en la configuración del curso de la historia.
Además de su significado histórico y teológico, el uso de "AD" y "BC" invita a la reflexión sobre la narrativa más amplia de la interacción de Dios con la humanidad. Desde una perspectiva bíblica, la historia no es meramente una secuencia de eventos, sino un tapiz tejido por la mano providencial de Dios. Como declara el salmista en el Salmo 90:2 (NVI), "Antes que nacieran los montes o que crearas la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios". Este versículo nos recuerda que la soberanía de Dios trasciende el tiempo, y el desarrollo de la historia está dirigido en última instancia hacia Sus propósitos.
La división del tiempo en "AD" y "BC" también anima a los creyentes a considerar su lugar dentro de la historia de Dios. Como cristianos, estamos llamados a vivir a la luz de la venida de Cristo, dando testimonio de Su amor y verdad en un mundo que a menudo parece fragmentado y dividido. El apóstol Pablo nos exhorta en Efesios 5:15-16 (NVI), "Tengan cuidado de cómo viven; no vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada oportunidad, porque los días son malos". Este llamado a vivir intencionalmente nos desafía a alinear nuestras vidas con los valores del Reino de Dios, reconociendo que somos parte de una narrativa más amplia que abarca desde la creación hasta la consumación.
En conclusión, los términos "AD" y "BC" son más que meros marcadores de cronología histórica; son símbolos de la profunda influencia de Jesucristo en el curso de la historia. Reflejan la convicción cristiana de que la encarnación de Cristo fue un evento crucial en el plan redentor de Dios, moldeando la trayectoria de la historia humana e invitándonos a participar en Su obra continua en el mundo. A medida que navegamos por las complejidades de nuestro propio tiempo, que seamos conscientes de la importancia perdurable de la venida de Cristo y busquemos vivir como testigos fieles de Su amor y gracia.