El velo es un elemento profundamente simbólico en la Biblia, ricamente cargado de significado e importancia. Para entender su simbolismo, debemos explorar sus diversas apariciones y contextos, que van desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. El velo sirve como una metáfora de separación, santidad y, en última instancia, reconciliación con Dios.
En el Antiguo Testamento, el velo se presenta de manera más prominente en el Tabernáculo y luego en el Templo. El velo, o cortina, separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo (también conocido como el Santo de los Santos), donde se guardaba el Arca de la Alianza. Este era el lugar de la morada de la presencia de Dios entre Su pueblo. El velo era una barrera física que impedía que cualquiera, excepto el Sumo Sacerdote, entrara en el Lugar Santísimo, y aun así, solo una vez al año en el Día de la Expiación (Yom Kipur). Esta restricción enfatizaba la santidad de Dios y la separación entre un Dios santo y la humanidad pecadora. En Éxodo 26:33, leemos: "Y colgarás el velo de los ganchos, y meterás allí dentro del velo el arca del testimonio; y el velo os hará separación entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo".
El material y el diseño del velo subrayan aún más su importancia. Estaba hecho de lino fino y de hilos azul, púrpura y escarlata, con querubines hábilmente trabajados en él (Éxodo 26:31). Estos colores y la imaginería de los querubines—un tipo de ser angelical—refuerzan la idea de la santidad divina y el reino celestial. Los querubines recuerdan a los guardianes del Edén, estacionados para evitar que la humanidad reingresara después de la caída (Génesis 3:24), simbolizando que el acceso a la presencia de Dios estaba restringido debido al pecado.
En el Nuevo Testamento, el simbolismo del velo adquiere una dimensión transformadora con la crucifixión de Jesucristo. Los Evangelios relatan que en el momento de la muerte de Jesús, el velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo (Mateo 27:51, Marcos 15:38, Lucas 23:45). Este evento es profundamente significativo. El rasgado del velo simboliza la eliminación de la barrera entre Dios y la humanidad, lograda a través de la muerte sacrificial de Jesús. Ya no está el acceso a Dios limitado al Sumo Sacerdote o confinado al Lugar Santísimo. A través de Jesús, todos los creyentes tienen acceso directo a Dios. Hebreos 10:19-20 explica: "Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne".
Este momento dramático significa el cumplimiento del Antiguo Pacto y el establecimiento del Nuevo Pacto. El rasgado del velo indica que el sistema sacrificial, que requería ofrendas continuas por el pecado, ha sido reemplazado por el sacrificio único y definitivo de Cristo (Hebreos 9:11-12). También subraya el sacerdocio de todos los creyentes, como escribe Pedro en 1 Pedro 2:9: "Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable".
Además, el simbolismo del velo se extiende al concepto de ceguera espiritual y revelación. En 2 Corintios 3:14-16, Pablo habla de un velo metafórico que yace sobre los corazones de aquellos que no reconocen a Cristo. Él escribe: "Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará". Aquí, el velo representa la incapacidad de percibir la verdad del Evangelio. Solo al volverse a Cristo se elimina esta ceguera espiritual, permitiendo ver y entender la gloria de Dios.
El velo también tiene implicaciones escatológicas, señalando la reconciliación y comunión última con Dios que los creyentes experimentarán. En Apocalipsis 21:3, Juan describe la Nueva Jerusalén, donde "el tabernáculo de Dios está con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios". La eliminación del velo presagia esta realidad futura, donde no habrá más separación entre Dios y Su pueblo.
A lo largo de la historia cristiana, teólogos y estudiosos han reflexionado sobre el simbolismo del velo. Los Padres de la Iglesia primitiva, como Orígenes y Agustín, interpretaron el velo como representando los misterios de Dios, que se revelan en Cristo. En sus "Homilías sobre el Éxodo", Orígenes escribe: "El velo que está delante del Santo de los Santos significa la carne de Cristo, que fue rasgada en Su Pasión, para que el camino hacia el Santo de los Santos, es decir, hacia el santuario celestial, pudiera ser abierto para nosotros". Agustín, en su "Ciudad de Dios", hace eco de esta interpretación, enfatizando que el rasgado del velo simboliza la apertura del camino hacia Dios a través del sacrificio de Cristo.
En el pensamiento cristiano contemporáneo, el velo sigue siendo un símbolo poderoso de la obra transformadora de Cristo. Recuerda a los creyentes la gravedad del pecado y la santidad de Dios, al tiempo que ofrece la esperanza de reconciliación y acceso directo a Dios a través de la fe en Jesús. El rasgado del velo en la crucifixión sirve como un vívido recordatorio de la nueva relación entre Dios y la humanidad, caracterizada por la gracia, el perdón y la intimidad.
En resumen, el velo en la Biblia simboliza la separación, la santidad y la barrera entre Dios y la humanidad debido al pecado. Su rasgado en la crucifixión de Jesús significa la eliminación de esta barrera, otorgando a los creyentes acceso directo a Dios y anunciando el establecimiento del Nuevo Pacto. Este evento profundo subraya los temas de redención, revelación y la esperanza última de comunión eterna con Dios. El velo, por lo tanto, no es meramente un objeto físico, sino un símbolo poderoso de la obra transformadora y reconciliadora de Cristo.