La Epístola a los Hebreos comienza con una declaración profunda y majestuosa de la naturaleza divina de Jesucristo y Su superioridad sobre toda la creación, incluidos los ángeles. El primer capítulo de Hebreos sirve como una base teológica que establece el tono para el resto de la epístola. Delinea el estatus único de Jesús, Su naturaleza eterna y Su papel incomparable en el plan redentor de Dios. Para apreciar plenamente cómo Hebreos 1 enfatiza la superioridad de Jesús sobre los ángeles, necesitamos profundizar en el texto mismo y explorar los contextos teológicos, históricos y literarios en los que se hacen estas declaraciones.
El capítulo comienza con un contraste entre las formas en que Dios se comunicó en el pasado y cómo ha elegido revelarse en estos últimos días:
"En el pasado, Dios habló a nuestros antepasados a través de los profetas en muchas ocasiones y de diversas maneras, pero en estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien designó heredero de todas las cosas, y por medio de quien también hizo el universo" (Hebreos 1:1-2, NVI).
Esta declaración inicial inmediatamente distingue a Jesús de los profetas, quienes eran mensajeros estimados de la palabra de Dios. Mientras que la comunicación de Dios a través de los profetas era fragmentada y diversa, Su revelación a través de Jesús es completa y final. Jesús no es simplemente otro profeta; Él es el Hijo, el heredero de todas las cosas y el agente de la creación. Esto establece la preeminencia de Jesús desde el principio.
Continuando en el versículo 3, el autor de Hebreos eleva aún más a Jesús al describir Su naturaleza divina y Su poder sustentador:
"El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, sustentando todas las cosas con su poderosa palabra. Después de haber realizado la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en el cielo" (Hebreos 1:3, NVI).
Aquí, Jesús es retratado como el mismo resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de Su naturaleza. Estas metáforas subrayan Su divinidad y Su relación única con el Padre. A diferencia de los ángeles, que son seres creados, Jesús es la representación exacta del ser de Dios. Además, Jesús está activamente involucrado en el sostenimiento del universo, un papel que ningún ángel podría reclamar. Su obra redentora—proporcionando purificación para los pecados—y Su exaltación a la derecha de Dios destacan aún más Su estatus supremo.
Los versículos subsiguientes (Hebreos 1:4-14) proporcionan una serie de citas del Antiguo Testamento que el autor utiliza para sustentar la superioridad de Jesús sobre los ángeles. Cada cita es cuidadosamente seleccionada para enfatizar diferentes aspectos de la filiación divina y la realeza de Jesús:
"Así llegó a ser superior a los ángeles en la misma medida en que el nombre que ha heredado es superior al de ellos" (Hebreos 1:4, NVI).
El "nombre" que Jesús ha heredado no es simplemente un título, sino que significa Su relación única con Dios como Su Hijo. Esto se elabora aún más en el versículo 5:
"Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: 'Tú eres mi Hijo; hoy he llegado a ser tu Padre'? O de nuevo, 'Yo seré su Padre, y él será mi Hijo'?" (Hebreos 1:5, NVI).
Estas citas de Salmo 2:7 y 2 Samuel 7:14 destacan que ningún ángel ha sido jamás dirigido en términos tan íntimos y filiales. La filiación de Jesús es única y significa una relación que es mucho más superior a la de los ángeles.
El autor continúa contrastando la adoración y el servicio de los ángeles con la realeza y la deidad del Hijo:
"Y de nuevo, cuando Dios introduce a su primogénito en el mundo, dice: 'Que todos los ángeles de Dios lo adoren'" (Hebreos 1:6, NVI).
Aquí, los ángeles son representados como adoradores del Hijo, subrayando Su estatus superior. Esta es una cita de Deuteronomio 32:43 (en la Septuaginta) y Salmo 97:7, que enfatiza que el Hijo es el objeto de la adoración angelical, no un compañero siervo.
El siguiente pasaje (Hebreos 1:7-9) contrasta la naturaleza transitoria de los seres angélicos con la realeza eterna del Hijo:
"En cuanto a los ángeles, dice: 'Él hace a sus ángeles espíritus, y a sus siervos llamas de fuego.' Pero acerca del Hijo dice: 'Tu trono, oh Dios, durará por los siglos de los siglos; un cetro de justicia será el cetro de tu reino. Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con el óleo de alegría por encima de tus compañeros'" (Hebreos 1:7-9, NVI).
Citando Salmo 45:6-7, el autor afirma la naturaleza eterna del reinado de Jesús y Su estatus divino. Los ángeles son descritos como espíritus y siervos, enfatizando su papel como seres ministradores. En contraste, Jesús es dirigido como Dios, con un trono eterno y un cetro de justicia, destacando Su gobierno soberano y naturaleza divina.
El autor continúa enfatizando la naturaleza inmutable y eterna del Hijo en los versículos 10-12, citando Salmo 102:25-27:
"También dice: 'En el principio, Señor, tú pusiste los cimientos de la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, pero tú permaneces; todos ellos se desgastarán como una prenda de vestir. Los enrollarás como un manto; como una prenda de vestir serán cambiados. Pero tú permaneces el mismo, y tus años nunca terminarán'" (Hebreos 1:10-12, NVI).
Este pasaje subraya el papel del Hijo en la creación y Su naturaleza inmutable. Mientras que el orden creado es transitorio y sujeto a cambio, el Hijo permanece el mismo para siempre. Esta constancia eterna es un atributo divino que distingue a Jesús de todos los seres creados, incluidos los ángeles.
Finalmente, el capítulo concluye con una pregunta retórica que refuerza el estatus exaltado del Hijo:
"¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás: 'Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies'?" (Hebreos 1:13, NVI).
Esta cita de Salmo 110:1 destaca la exaltación del Hijo al lugar más alto de honor y autoridad, una posición no concedida a ningún ángel. La imagen de hacer de los enemigos un estrado para los pies significa victoria y dominio completos, enfatizando aún más la autoridad suprema de Jesús.
En resumen, Hebreos 1 construye meticulosamente un argumento teológico para la superioridad de Jesús sobre los ángeles a través de una serie de contrastes y citas del Antiguo Testamento. El capítulo enfatiza la filiación única de Jesús, Su papel en la creación, Su poder sustentador, Su realeza eterna y Su naturaleza divina. A diferencia de los ángeles, que son seres creados y siervos, Jesús es el Hijo eterno de Dios, la representación exacta de Su ser y el objeto de la adoración angelical. Este capítulo fundamental establece el escenario para el resto de la epístola, que continúa explorando las implicaciones del estatus superior de Jesús para la fe y la vida de los creyentes.