El Libro de Hebreos se presenta como una pieza profunda e intrincada de escritura teológica dentro del Nuevo Testamento, a menudo considerado tanto un sermón como una carta. Su propósito principal puede resumirse en unos pocos temas interconectados, que juntos forman un intento cohesivo de abordar las necesidades de su audiencia original mientras ofrece verdades eternas para los lectores de hoy. En su núcleo, Hebreos tiene como objetivo presentar la supremacía de Cristo, alentar la perseverancia en la fe y aclarar la transición del antiguo pacto al nuevo pacto.
En primer lugar, el Libro de Hebreos busca establecer y afirmar la supremacía y suficiencia de Jesucristo. Este es un tema central tejido a lo largo del texto, ya que el autor argumenta meticulosamente que Jesús es superior a todo lo que vino antes de Él. Los versículos iniciales establecen el tono, declarando que Dios, que una vez habló a través de profetas, ahora ha hablado a través de Su Hijo (Hebreos 1:1-2). Este Hijo, Jesús, es descrito como el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de Su ser, sosteniendo todas las cosas con Su poderosa palabra (Hebreos 1:3). El autor elabora aún más sobre la superioridad de Cristo comparándolo con los ángeles (Hebreos 1:4-14), Moisés (Hebreos 3:1-6) y el sacerdocio levítico (Hebreos 7). Cada comparación subraya que Jesús no es simplemente otro profeta o sacerdote, sino la revelación última de Dios y el mediador perfecto de un nuevo pacto.
El énfasis en el sacerdocio de Cristo es particularmente significativo. Hebreos presenta a Jesús como un sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, un sacerdocio que es eterno y superior al sacerdocio aarónico (Hebreos 5:6, 7:17). Este punto teológico sirve para asegurar a los lectores que el sistema sacrificial del antiguo pacto, que no podía perfeccionar a los adoradores, ha sido cumplido y superado por el sacrificio único de Cristo (Hebreos 10:10-14). El autor de Hebreos asegura así a los creyentes que el sacrificio de Jesús es completo y suficiente para su salvación, ofreciéndoles acceso directo a Dios (Hebreos 4:14-16).
Además de establecer la supremacía de Cristo, el Libro de Hebreos tiene un propósito pastoral: alentar la perseverancia y la fidelidad en medio de pruebas y tentaciones. La audiencia original de Hebreos, probablemente cristianos judíos, estaba experimentando persecución y se sentían tentados a volver al judaísmo, que era más socialmente aceptable en ese momento. El autor aborda esto emitiendo una serie de advertencias contra la apostasía y exhortaciones a permanecer firmes en la fe. Por ejemplo, Hebreos 2:1 advierte contra el alejamiento, mientras que Hebreos 3:12 advierte contra desarrollar un corazón incrédulo que se aleja del Dios viviente.
El famoso pasaje en Hebreos 11, a menudo referido como el "Salón de la Fama de la Fe", sirve tanto como un estímulo como un modelo de perseverancia. El capítulo relata la fe de numerosas figuras del Antiguo Testamento que confiaron en las promesas de Dios a pesar de no ver su cumplimiento en sus vidas. Al resaltar estos ejemplos, el autor alienta a los lectores a perseverar y mantener firme su confesión de fe, mirando a Jesús, el pionero y perfeccionador de la fe (Hebreos 12:1-2).
Además, Hebreos busca aclarar la transición del antiguo pacto, centrado en la Ley y el sistema sacrificial, al nuevo pacto establecido a través de Jesucristo. El autor explica que el antiguo pacto era una sombra de las cosas buenas por venir (Hebreos 10:1), y que Jesús es el mediador de un nuevo y mejor pacto, establecido sobre mejores promesas (Hebreos 8:6). Este nuevo pacto se caracteriza por una transformación interna, donde las leyes de Dios están escritas en los corazones de los creyentes, y sus pecados no son recordados más (Hebreos 8:10-12, citando Jeremías 31:31-34).
De esta manera, Hebreos aborda la tensión que los cristianos judíos podrían haber sentido al dejar atrás los rituales y tradiciones del judaísmo. El autor les asegura que estos no eran más que un presagio de la realidad encontrada en Cristo. La transición no es una pérdida sino una ganancia, ya que los creyentes ahora tienen una relación más íntima y directa con Dios a través de Jesús.
El Libro de Hebreos también enfatiza la importancia de la comunidad y el estímulo mutuo dentro del cuerpo de Cristo. La exhortación en Hebreos 10:24-25 de estimularse mutuamente hacia el amor y las buenas obras y no dejar de reunirse destaca la necesidad del apoyo comunitario. Esto es particularmente conmovedor para los creyentes que enfrentan presiones externas y dudas internas. La comunidad de fe se presenta como una fuente de fortaleza y aliento, esencial para mantener el camino de fe de uno.
A lo largo del texto, el autor emplea un rico tapiz de citas y alusiones del Antiguo Testamento, demostrando un profundo entendimiento de las Escrituras y tradiciones judías. Esto no solo refuerza la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino que también establece la legitimidad del nuevo pacto a los ojos de los cristianos judíos. Al demostrar cómo el Antiguo Testamento apunta a Cristo, el autor proporciona una poderosa apologética para la fe cristiana.
En resumen, el propósito principal del Libro de Hebreos es afirmar la supremacía y suficiencia de Jesucristo como la revelación última de Dios y el sumo sacerdote perfecto, alentar a los creyentes a perseverar en su fe en medio de desafíos y aclarar la transición del antiguo pacto al nuevo pacto. A través de sus ricos conocimientos teológicos y exhortaciones pastorales, Hebreos ofrece una visión convincente de la fe cristiana que sigue siendo relevante e inspiradora para los creyentes de hoy. A medida que los lectores se involucran con este texto profundo, se les invita a profundizar su comprensión de quién es Cristo, lo que Él ha logrado y cómo están llamados a vivir en respuesta a Su gracia y verdad.