El capítulo 3 de Hebreos es un pasaje profundo e intrincado que proporciona valiosas ideas sobre la naturaleza de Cristo, el papel de la fe y la importancia de la perseverancia. Para comprender completamente el contexto del capítulo 3 de Hebreos, es esencial considerar los temas y propósitos más amplios de la Epístola a los Hebreos, así como los mensajes específicos transmitidos en los capítulos anteriores y posteriores.
La Epístola a los Hebreos es un libro único y complejo dentro del Nuevo Testamento. Tradicionalmente atribuido al Apóstol Pablo, aunque su autoría sigue siendo incierta, la carta está dirigida a los cristianos judíos que enfrentaban persecución y estaban tentados a volver al judaísmo. El propósito principal de la carta es alentar a estos creyentes a permanecer firmes en su fe en Jesucristo, quien se presenta como superior a todas las revelaciones y mediadores anteriores del pacto de Dios, incluidos los ángeles, Moisés y el sacerdocio levítico.
En los dos primeros capítulos de Hebreos, el autor establece la superioridad de Jesucristo. Hebreos 1:1-3 dice:
"En el pasado Dios habló a nuestros antepasados por medio de los profetas en muchas ocasiones y de diversas maneras, pero en estos últimos días nos ha hablado por medio de su Hijo, a quien designó heredero de todas las cosas, y por medio de quien también hizo el universo. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, sosteniendo todas las cosas con su palabra poderosa. Después de haber realizado la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la Majestad en el cielo."
Este pasaje subraya la divinidad de Cristo y su papel como la revelación última de la voluntad de Dios. El segundo capítulo continúa enfatizando la humanidad de Cristo y su papel como el mediador perfecto que compartió el sufrimiento y la muerte humanos para traer salvación a la humanidad (Hebreos 2:14-18).
Con esta base de la superioridad de Cristo y su papel tanto divino como humano, el autor transita al capítulo 3 haciendo una comparación entre Jesús y Moisés. Esta comparación es significativa porque Moisés era muy estimado en la tradición judía como el líder que liberó a Israel de la esclavitud egipcia y como el mediador del Antiguo Pacto.
Hebreos 3:1-6 dice:
Por lo tanto, hermanos y hermanas santos, que comparten el llamamiento celestial, fijen sus pensamientos en Jesús, a quien reconocemos como nuestro apóstol y sumo sacerdote. Él fue fiel al que lo nombró, así como Moisés fue fiel en toda la casa de Dios. Jesús ha sido considerado digno de mayor honor que Moisés, así como el constructor de una casa tiene mayor honor que la casa misma. Porque toda casa es construida por alguien, pero Dios es el constructor de todo. "Moisés fue fiel como siervo en toda la casa de Dios," dando testimonio de lo que se diría en el futuro por Dios. Pero Cristo es fiel como Hijo sobre la casa de Dios. Y somos su casa, si en verdad mantenemos firme nuestra confianza y la esperanza en la que nos gloriamos.
En este pasaje, el autor se dirige a los destinatarios como "hermanos y hermanas santos," enfatizando su identidad compartida en Cristo y su llamamiento celestial. Esto prepara el escenario para la exhortación a "fijar sus pensamientos en Jesús," destacando la importancia de centrarse en Cristo como la revelación y sumo sacerdote último.
La comparación entre Jesús y Moisés está cuidadosamente construida. Moisés es reconocido como fiel en toda la casa de Dios, pero Jesús es descrito como digno de mayor honor porque Él es el constructor de la casa, mientras que Moisés es simplemente un siervo dentro de ella. Esta analogía subraya la divinidad de Cristo y su papel como el Hijo sobre la casa de Dios, en contraste con el papel de Moisés como siervo. El autor concluye esta sección afirmando que los creyentes son parte de la casa de Dios si mantienen firmemente su confianza y esperanza en Cristo.
Después de la comparación entre Jesús y Moisés, el autor emite una solemne advertencia contra la incredulidad, basándose en el ejemplo de los israelitas en el desierto. Hebreos 3:7-11 cita el Salmo 95:7-11:
Por lo tanto, como dice el Espíritu Santo:
"Hoy, si escuchan su voz, no endurezcan sus corazones como en la rebelión, durante el tiempo de prueba en el desierto, donde sus antepasados me probaron y me pusieron a prueba, aunque durante cuarenta años vieron lo que hice. Por eso me enojé con esa generación; dije, 'Sus corazones siempre se desvían, y no han conocido mis caminos.' Así que declaré bajo juramento en mi ira, 'Nunca entrarán en mi reposo.'"
Esta cita sirve como un recordatorio poderoso de las consecuencias de la incredulidad y la desobediencia. El autor usa el ejemplo histórico de los israelitas que, a pesar de presenciar las obras milagrosas de Dios, endurecieron sus corazones y no confiaron en sus promesas. Como resultado, se les negó la entrada a la Tierra Prometida, simbolizando el reposo de Dios.
Basándose en esta advertencia, el autor de Hebreos exhorta a los lectores a permanecer fieles y vigilantes. Hebreos 3:12-14 dice:
Cuídense, hermanos y hermanas, de que ninguno de ustedes tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que se aleje del Dios vivo. Más bien, anímense unos a otros diariamente, mientras se llame "Hoy," para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado. Hemos llegado a compartir en Cristo, si en verdad mantenemos nuestra convicción original firmemente hasta el final.
Aquí, el autor enfatiza el aspecto comunitario de la fe, instando a los creyentes a animarse unos a otros diariamente para evitar el endurecimiento de los corazones por el engaño del pecado. La frase "mientras se llame 'Hoy'" subraya la urgencia y la naturaleza continua de esta exhortación. El llamado a mantener firmemente la convicción original hasta el final refleja la importancia de la perseverancia en la fe cristiana.
El capítulo concluye con una reflexión sobre el destino de los israelitas en el desierto. Hebreos 3:15-19 dice:
Como se ha dicho:
"Hoy, si escuchan su voz, no endurezcan sus corazones como en la rebelión."
¿Quiénes fueron los que escucharon y se rebelaron? ¿No fueron todos los que Moisés sacó de Egipto? ¿Y con quién estuvo enojado durante cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos perecieron en el desierto? ¿Y a quién juró Dios que nunca entrarían en su reposo si no a los que desobedecieron? Así que vemos que no pudieron entrar, debido a su incredulidad.
Este pasaje reitera la advertencia contra el endurecimiento del corazón y destaca las consecuencias de la rebelión y la incredulidad. Las preguntas retóricas enfatizan que los israelitas que se rebelaron fueron los mismos que habían experimentado la liberación de Dios de Egipto bajo el liderazgo de Moisés. A pesar de presenciar el poder y la provisión de Dios, su desobediencia y falta de fe llevaron a su caída.
El capítulo 3 de Hebreos, por lo tanto, sirve tanto como una exposición teológica como una exhortación práctica. Teológicamente, subraya la superioridad de Cristo sobre Moisés, afirmando la autoridad divina de Jesús y su papel como el Hijo sobre la casa de Dios. Prácticamente, llama a los creyentes a permanecer firmes en su fe, a animarse unos a otros y a evitar las trampas de la incredulidad y la desobediencia.
El énfasis del capítulo en el aspecto comunitario de la fe es particularmente notable. La exhortación a "animarse unos a otros diariamente" destaca la importancia del apoyo mutuo y la responsabilidad dentro de la comunidad cristiana. Esto se alinea con las enseñanzas más amplias del Nuevo Testamento sobre el cuerpo de Cristo, donde los creyentes están llamados a llevar las cargas unos de otros y a edificarse mutuamente en amor (Gálatas 6:2; Efesios 4:16).
Además, la advertencia contra el endurecimiento del corazón sirve como un recordatorio atemporal de los peligros de la complacencia y el descuido espiritual. El ejemplo de los israelitas en el desierto ilustra que la mera proximidad a las obras y bendiciones de Dios no es suficiente; se requiere una fe y obediencia genuinas para entrar en el reposo de Dios.
En conclusión, el capítulo 3 de Hebreos es un pasaje rico y multifacético que se basa en la historia de Israel para transmitir verdades eternas sobre la naturaleza de Cristo, la importancia de la fe y la necesidad de la perseverancia. Al presentar a Jesús como superior a Moisés y advertir sobre los peligros de la incredulidad, el autor alienta a los creyentes a permanecer firmes en su fe y a apoyarse mutuamente en su viaje espiritual.