¿Qué dice la Biblia sobre ser bendecido cuando se es perseguido por Jesús?

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La Biblia ofrece profundos conocimientos sobre la realidad paradójica de ser bendecido cuando se es perseguido por Jesús. Este concepto es una de las enseñanzas más contraintuitivas del cristianismo, sin embargo, está profundamente arraigado en el Nuevo Testamento, particularmente dentro de las enseñanzas de Jesús y los escritos de los apóstoles. Comprender esta noción requiere que nos adentremos en las Escrituras, examinando las palabras de Jesús, las experiencias de la iglesia primitiva y las reflexiones teológicas de los apóstoles.

En el Sermón del Monte, Jesús aborda directamente el tema de la persecución en las Bienaventuranzas. Él dice:

"Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados seréis cuando por mi causa os insulten, os persigan y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque grande es vuestra recompensa en los cielos, pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros." (Mateo 5:10-12, NVI)

Aquí, Jesús deja claro que la persecución por causa de la justicia, y específicamente por su causa, es motivo de bendición. Esta bendición es doble: es tanto una realidad presente como una promesa futura. La realidad presente es la seguridad de ser parte del reino de los cielos, un estado espiritual de gracia y favor divino. La promesa futura es una gran recompensa en el cielo, una esperanza que trasciende los sufrimientos de este mundo.

Los primeros cristianos tomaron estas palabras en serio, encontrando en ellas una fuente de fortaleza y ánimo. Los Hechos de los Apóstoles registran numerosos casos de persecución, pero también destacan la alegría y la resiliencia de los creyentes. Por ejemplo, después de ser azotados por el Sanedrín, los apóstoles se fueron "gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre" (Hechos 5:41, NVI). Esta alegría en medio del sufrimiento no es una negación del dolor, sino un reconocimiento profundo del honor de compartir los sufrimientos de Cristo.

El apóstol Pedro, quien él mismo experimentó una persecución significativa, escribió para animar a otros creyentes que pasaban por pruebas similares. En su primera epístola, él dice:

"Queridos amigos, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese. Antes bien, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el Espíritu de gloria y de Dios reposa sobre vosotros." (1 Pedro 4:12-14, NVI)

Pedro enfatiza que la persecución no es una anomalía, sino una parte esperada de la experiencia cristiana. La participación en los sufrimientos de Cristo es motivo de gozo porque es un preludio para compartir su gloria. Además, la presencia del Espíritu Santo, descrito como el "Espíritu de gloria y de Dios", es un signo tangible de bendición y presencia divina en medio de la persecución.

El apóstol Pablo también ofrece una perspectiva teológica rica sobre este tema. En su carta a los Romanos, él escribe:

"Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza. Y la esperanza no avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado." (Romanos 5:3-5, NVI)

Pablo describe un proceso mediante el cual el sufrimiento, incluida la persecución, conduce al crecimiento y la madurez espiritual. El resultado final es la esperanza, una expectativa confiada de la victoria y fidelidad última de Dios. Esta esperanza está anclada en el amor de Dios, hecho real a través del Espíritu Santo. Así, la persecución, aunque dolorosa, es una experiencia transformadora que profundiza la fe y la dependencia en Dios.

Además, Pablo proporciona un testimonio personal de sus propias experiencias con la persecución en su segunda carta a los Corintios:

"Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera. Respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: 'Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.' Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte." (2 Corintios 12:7-10, NVI)

La respuesta de Pablo a su "aguijón en la carne", que muchos estudiosos interpretan como una forma de persecución o aflicción crónica, revela una verdad teológica profunda: la gracia de Dios es suficiente, y su poder se perfecciona en la debilidad humana. Esta fuerza paradójica en la debilidad es un sello distintivo de la fe cristiana, donde la dependencia en la gracia de Dios se convierte en la fuente de verdadero poder y resistencia.

El libro de Hebreos también proporciona una valiosa perspectiva sobre las bendiciones de la persecución. El autor anima a los creyentes a mirar a Jesús como el ejemplo supremo de soportar el sufrimiento por el gozo y la gloria:

"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que no os canséis ni desmayéis." (Hebreos 12:2-3, NVI)

Al enfocarse en el ejemplo de Jesús, los creyentes son animados a perseverar a través de sus propias pruebas, sabiendo que su sufrimiento no es en vano, sino que conduce a un mayor gozo y una comunión más profunda con Cristo.

Además, el libro de Apocalipsis ofrece una visión del triunfo final de aquellos que soportan la persecución. Los mártires, que han sufrido y muerto por su fe, son representados como victoriosos y honrados en el reino celestial:

"Ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos; y menospreciaron sus vidas hasta la muerte." (Apocalipsis 12:11, NVI)

Esta visión apocalíptica proporciona una poderosa seguridad de que aquellos que permanecen fieles, incluso hasta la muerte, compartirán la victoria de Cristo sobre el mal y serán eternamente bendecidos en su presencia.

En conclusión, el Nuevo Testamento presenta un mensaje consistente y convincente sobre ser bendecido cuando se es perseguido por Jesús. Esta bendición es multifacética, abarcando la realidad presente del favor divino, el poder transformador del sufrimiento y la promesa futura de la recompensa celestial. Las enseñanzas de Jesús, las experiencias de la iglesia primitiva y las reflexiones teológicas de los apóstoles convergen para afirmar que la persecución, aunque difícil, es un medio para profundizar la fe, participar en los sufrimientos de Cristo y, en última instancia, compartir su gloria. Esta verdad profunda continúa inspirando y sosteniendo a los creyentes que enfrentan persecución por su fe hoy en día.

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