Hebreos 11:1, un versículo a menudo citado por sus profundas implicaciones sobre la naturaleza de la fe, dice: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (RVR1960). Este versículo sirve como una piedra angular para entender el concepto cristiano de la fe, y es esencial profundizar en su significado para apreciar su importancia teológica y práctica.
Para empezar, la Epístola a los Hebreos es un texto rico y complejo, tradicionalmente atribuido a Pablo pero cuya autoría sigue siendo incierta. El público principal de esta carta eran cristianos judíos que enfrentaban persecución y estaban tentados a volver al judaísmo. La epístola tiene como objetivo animarlos a perseverar en su fe en Jesucristo, quien es presentado como el cumplimiento último de las promesas del Antiguo Testamento.
Hebreos 11, a menudo referido como el "Capítulo de la Fe" o el "Salón de la Fe", enumera numerosos ejemplos de figuras del Antiguo Testamento que ejemplificaron la fe. El capítulo comienza con una definición de la fe, encapsulada en Hebreos 11:1. Este versículo es fundamental porque establece el escenario para entender la fe demostrada por estos héroes bíblicos.
La frase "la fe es la certeza de lo que se espera" puede desglosarse para revelar capas de significado. La palabra griega traducida como "certeza" es "hypostasis", que también puede significar "seguridad" o "confianza". Esto sugiere que la fe proporciona una base firme o una seguridad confiada en lo que esperamos. Las "cosas que se esperan" se refieren a las promesas de Dios, que incluyen la vida eterna, la resurrección y el cumplimiento último del reino de Dios. La fe, por lo tanto, no es un deseo vago o un salto ciego hacia lo desconocido; es una confianza segura en las promesas de Dios, basada en el carácter y la fidelidad de Dios.
La segunda parte del versículo, "la convicción de lo que no se ve", ilumina aún más la naturaleza de la fe. La palabra griega para "convicción" es "elegchos", que también puede traducirse como "prueba" o "evidencia". Esto indica que la fe actúa como una convicción o prueba de realidades que no son visibles al ojo humano. Estas realidades invisibles incluyen verdades espirituales, la existencia de Dios y el funcionamiento del plan de Dios en el mundo. La fe, por lo tanto, implica una profunda convicción de estas realidades invisibles, basada en la confiabilidad de la palabra y las promesas de Dios.
Para entender las implicaciones prácticas de esta definición de la fe, podemos mirar los ejemplos proporcionados en Hebreos 11. Por ejemplo, la ofrenda de Abel fue aceptada por Dios porque fue dada con fe (Hebreos 11:4). Enoc fue llevado al cielo porque agradó a Dios a través de su fe (Hebreos 11:5). Noé construyó el arca con temor reverente, confiando en la advertencia de Dios sobre un diluvio venidero, aunque aún no había visto ninguna lluvia (Hebreos 11:7). Abraham obedeció el llamado de Dios para ir a un lugar que más tarde recibiría como herencia, aunque no sabía a dónde iba (Hebreos 11:8). Estos ejemplos ilustran que la fe implica confiar en las promesas de Dios y actuar sobre esa confianza, incluso cuando el cumplimiento de esas promesas no es inmediatamente visible.
Además, Hebreos 11:1 tiene implicaciones significativas para la vida cristiana hoy. Llama a los creyentes a vivir por fe, confiando en las promesas de Dios incluso cuando aún no se ven. Esto significa poner nuestra confianza en el carácter y la palabra de Dios, en lugar de depender únicamente de nuestras circunstancias o de lo que podemos ver con nuestros ojos físicos. Implica una esperanza orientada hacia el futuro, basada en la seguridad de que Dios cumplirá sus promesas.
La fe también implica una realidad presente. La seguridad y la convicción que proporciona la fe tienen implicaciones prácticas para cómo vivimos nuestras vidas ahora. Moldea nuestras actitudes, decisiones y acciones. Por ejemplo, la fe en la provisión de Dios nos libera de la ansiedad y nos permite ser generosos. La fe en la justicia de Dios nos permite soportar el sufrimiento y la injusticia con esperanza. La fe en la victoria final de Dios sobre el mal nos capacita para mantenernos firmes en nuestras convicciones y trabajar por el bien en el mundo.
Teólogos y escritores cristianos han reflexionado a menudo sobre la naturaleza de la fe tal como se describe en Hebreos 11:1. Juan Calvino, en sus "Institutos de la Religión Cristiana", describe la fe como un conocimiento firme y cierto de la benevolencia de Dios hacia nosotros, fundado en la verdad de la promesa dada gratuitamente en Cristo, revelada tanto a nuestras mentes como sellada en nuestros corazones por el Espíritu Santo (Institutos, III.2.7). Esto refleja la idea de que la fe es tanto una seguridad como una convicción, arraigada en la confiabilidad de las promesas de Dios.
C.S. Lewis, en su libro "Mero Cristianismo", describe la fe como aferrarse a las cosas que tu razón ha aceptado una vez, a pesar de tus cambios de humor. Él enfatiza que la fe implica tanto un asentimiento intelectual a las verdades del cristianismo como una confianza en Dios que afecta a todo nuestro ser. Esto se alinea con la idea de que la fe no es solo un acuerdo mental, sino una convicción profunda que moldea nuestras vidas.
En resumen, Hebreos 11:1 proporciona una definición profunda y completa de la fe. Describe la fe como la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve. Esta fe está arraigada en el carácter y las promesas de Dios, y tiene implicaciones prácticas para cómo vivimos nuestras vidas. Al mirar los ejemplos de fe en Hebreos 11, vemos que la fe implica confiar en las promesas de Dios y actuar sobre esa confianza, incluso cuando el cumplimiento de esas promesas no es inmediatamente visible. Este versículo llama a los creyentes a vivir por fe, poniendo nuestra confianza en el carácter y la palabra de Dios, y permitiendo que esa fe moldee nuestras actitudes, decisiones y acciones.