Santiago 4:17 dice: "Así que el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado" (ESV). Este versículo, aunque sucinto, es profundamente rico en significado y tiene importantes implicaciones éticas y teológicas. Para entender su impacto completo, necesitamos considerar su contexto inmediato dentro de la Epístola de Santiago, su mensaje teológico más amplio y cómo se aplica a la vida de un creyente.
La Epístola de Santiago es una carta muy práctica que aborda varios aspectos de la vida cristiana. Santiago, el hermano de Jesús y un líder en la iglesia primitiva, escribió esta carta a los cristianos judíos dispersos entre las naciones. Su principal preocupación era animarlos a vivir su fe de manera activa. Santiago enfatiza que la verdadera fe se demuestra a través de las obras y que el mero asentimiento intelectual a las doctrinas es insuficiente.
En Santiago 4:13-16, los versículos que preceden a 4:17, Santiago aborda la arrogancia de aquellos que hacen planes sin considerar la voluntad de Dios. Advierte contra jactarse del mañana, destacando la incertidumbre de la vida y la importancia de someterse a la soberanía de Dios. Santiago 4:15 dice: "En lugar de eso, deberíais decir: 'Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello'" (ESV). Esta advertencia prepara el escenario para el versículo 17, que sirve como un pensamiento concluyente para esta sección.
Santiago 4:17 puede verse como una declaración resumida que encapsula un principio más amplio: el conocimiento del bien impone una obligación de actuar. Este principio no es único de Santiago, sino que se repite a lo largo de las Escrituras. Por ejemplo, en Lucas 12:47-48, Jesús enseña sobre la responsabilidad que viene con el conocimiento: "Aquel siervo que conocía la voluntad de su señor, pero no se preparó ni actuó conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes. Pero el que no la conocía y hacía cosas que merecían azotes, recibirá pocos azotes. A todo el que se le haya dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le haya confiado mucho, se le pedirá más" (ESV). Este pasaje subraya el concepto de que un mayor conocimiento trae una mayor responsabilidad.
En el contexto de Santiago 4:17, "lo bueno que se debe hacer" se refiere a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, en lugar de planear la vida arrogantemente sin tener en cuenta la soberanía de Dios. Cuando uno sabe lo que Dios requiere, ya sea humildad, justicia, misericordia u otro aspecto de la vida justa, y elige no actuar en consecuencia, esa omisión se considera pecado. Esto es un recordatorio sobrio de que el pecado no solo se trata de cometer actos incorrectos, sino también de no hacer lo que es correcto.
Teológicamente, Santiago 4:17 se alinea con la enseñanza bíblica más amplia sobre el pecado y la justicia. El pecado, en su esencia, es una desviación de los estándares de Dios, ya sea a través de actos de comisión (hacer lo que está mal) u omisión (no hacer lo que está bien). Este aspecto dual del pecado es evidente en varias partes de las Escrituras. Por ejemplo, en la parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37), Jesús ilustra que no ayudar a alguien necesitado, cuando uno tiene la capacidad de hacerlo, es una falta de amor al prójimo, un pecado de omisión.
El énfasis de Santiago en hacer lo correcto también se relaciona con su tema general de fe y obras. En Santiago 2:14-26, argumenta famosamente que la fe sin obras está muerta. Esto no significa que las obras sean la base de la salvación, sino que la fe genuina producirá naturalmente buenas obras. Por lo tanto, saber lo correcto y no hacerlo es inconsistente con una fe viva. Revela una desconexión entre las creencias profesadas y las acciones.
Desde una perspectiva pastoral, Santiago 4:17 desafía a los creyentes a examinar sus vidas críticamente. Llama a la autorreflexión y al compromiso de alinear las acciones con el conocimiento de la voluntad de Dios. Esto implica tanto una búsqueda activa del bien como una evitación consciente del mal. Es un llamado a un discipulado holístico, donde la fe impregna cada aspecto de la vida, influyendo en decisiones, relaciones y prioridades.
Además, Santiago 4:17 tiene implicaciones prácticas para la ética cristiana. Sugiere que vivir éticamente no se trata solo de evitar el mal, sino de buscar activamente hacer el bien. Este enfoque proactivo de la ética se ve en otras partes del Nuevo Testamento también. Por ejemplo, en Gálatas 6:9-10, Pablo exhorta a los creyentes: "No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y especialmente a los de la familia de la fe" (ESV). Esta bondad proactiva es una característica de la vida cristiana.
En términos prácticos, esto significa que los cristianos están llamados a estar atentos a las necesidades a su alrededor y a responder con compasión y acción. Significa usar los recursos, talentos y oportunidades para servir a los demás y avanzar en el reino de Dios. También significa ser consciente de las implicaciones éticas de las decisiones cotidianas, ya sea en los negocios, las relaciones o la conducta personal.
Santiago 4:17 también habla de la importancia de la conciencia en la vida cristiana. El Espíritu Santo trabaja a través de la conciencia del creyente para convencer y guiar. Cuando un creyente sabe lo correcto que debe hacer, a menudo es porque el Espíritu Santo ha iluminado esa verdad. Ignorar tal guía equivale a apagar el Espíritu (1 Tesalonicenses 5:19) y endurecer el corazón.
Además, este versículo fomenta una perspectiva orientada a la comunidad. Saber lo correcto que se debe hacer a menudo implica reconocer las necesidades y el bienestar de los demás. En una comunidad de iglesia, esto significa estar atento a las necesidades de los compañeros creyentes y estar dispuesto a intervenir y ayudar. Significa fomentar una cultura de cuidado mutuo y responsabilidad, donde los miembros se animan unos a otros a vivir su fe de manera tangible.
En conclusión, Santiago 4:17 sirve como un poderoso recordatorio de la responsabilidad ética y espiritual que viene con el conocimiento de la voluntad de Dios. Desafía a los creyentes a vivir su fe con integridad, asegurando que sus acciones se alineen con su comprensión de lo que es correcto. Llama a un enfoque proactivo de la justicia, donde los creyentes buscan activamente hacer el bien y evitar el pecado de omisión. Este versículo encapsula la esencia del mensaje de Santiago: que la verdadera fe se demuestra a través de las obras, y que saber lo correcto que se debe hacer impone una obligación de actuar en consecuencia. Como creyentes, estamos llamados a atender esta advertencia, permitiendo que moldee nuestras vidas y nuestras comunidades de maneras que reflejen el amor y la justicia de Dios.