La autoría del Libro de Santiago ha sido objeto de mucho debate académico y reflexión teológica a lo largo de los siglos. Tradicionalmente, se ha identificado al autor de esta epístola como Santiago, el hermano de Jesús. Esta identificación se basa en varias piezas de evidencia tanto del Nuevo Testamento como de los escritos cristianos tempranos.
Santiago, a menudo referido como Santiago el Justo, fue una figura significativa en la comunidad cristiana primitiva en Jerusalén. Se le menciona varias veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, en los Evangelios, se le menciona entre los hermanos de Jesús (Mateo 13:55, Marcos 6:3). Después de la resurrección de Jesús, Santiago se convirtió en un líder prominente en la iglesia de Jerusalén. El apóstol Pablo se refiere a él como una "columna" de la iglesia (Gálatas 2:9) y describe una aparición post-resurrección de Jesús a Santiago (1 Corintios 15:7). Además, en el Libro de los Hechos, Santiago juega un papel crucial en el Concilio de Jerusalén, que abordó el tema de los conversos gentiles y la Ley Mosaica (Hechos 15).
La epístola comienza con el saludo, "Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus en la Dispersión: Saludos" (Santiago 1:1, ESV). El autor se identifica simplemente como "Santiago", sin ninguna otra calificación. Esta falta de identificación adicional sugiere que era una figura bien conocida en la comunidad cristiana primitiva, probablemente el Santiago que era el hermano de Jesús y el líder de la iglesia de Jerusalén.
Varias evidencias internas y externas apoyan esta identificación tradicional. Internamente, la carta refleja un profundo conocimiento de las enseñanzas de Jesús, particularmente las encontradas en el Sermón del Monte. Las exhortaciones éticas en Santiago a menudo reflejan las propias palabras de Jesús, lo que sugiere que el autor tenía una conexión cercana con el ministerio de Jesús. Por ejemplo, Santiago 2:5-7 refleja la enseñanza de Jesús sobre la inversión de fortunas en el Reino de Dios, y Santiago 5:12 refleja de cerca la admonición de Jesús contra jurar (Mateo 5:34-37).
Externamente, los escritos y tradiciones cristianas tempranas atribuyen consistentemente la carta a Santiago, el hermano de Jesús. Eusebio de Cesarea, un historiador de la iglesia del siglo IV, registra que Santiago el Justo fue el autor de la epístola (Historia Eclesiástica, 2.23.25). De manera similar, Orígenes y Jerónimo, otros padres de la iglesia temprana, también afirman esta atribución.
Sin embargo, algunos estudiosos han planteado preguntas sobre esta identificación tradicional. Señalan que el griego de la epístola es bastante pulido y sofisticado, lo que podría parecer sorprendente para alguien como Santiago, que probablemente era un judío palestino y no un hablante nativo de griego. Además, la carta no menciona explícitamente la resurrección de Jesús u otros elementos clave del kerygma cristiano, lo que algunos encuentran desconcertante para una carta supuestamente escrita por el hermano de Jesús.
A pesar de estas preguntas, se pueden hacer varios argumentos en defensa de la visión tradicional. Primero, es posible que Santiago, como líder de la iglesia de Jerusalén, tuviera acceso a escribas o secretarios que podrían haberle ayudado a componer la carta en griego pulido. Esta era una práctica común en el mundo antiguo. Segundo, el enfoque ético y práctico de la carta es consistente con lo que sabemos del papel y las preocupaciones de Santiago como líder en la comunidad cristiana primitiva. Su énfasis en vivir la fe a través de las obras (Santiago 2:14-26) se alinea con la representación de Santiago en otros escritos del Nuevo Testamento como un hombre profundamente preocupado por las implicaciones prácticas de la fe.
Además, la falta de referencias explícitas a la resurrección de Jesús u otros elementos de la proclamación cristiana no necesariamente socava su autenticidad. La epístola de Santiago es principalmente una obra de exhortación ética en lugar de exposición teológica. Su propósito es abordar cuestiones prácticas dentro de la comunidad cristiana, como el favoritismo, el mal uso de la riqueza y la importancia de controlar el habla. En este contexto, el enfoque de Santiago en la vida ética y la justicia social es completamente apropiado y consistente con su papel como líder de la iglesia de Jerusalén.
En conclusión, aunque hay algunas preguntas y debates sobre la autoría del Libro de Santiago, la identificación tradicional de Santiago, el hermano de Jesús, como el autor sigue siendo la visión más plausible y ampliamente aceptada. Esta identificación está respaldada por evidencia tanto interna como externa, así como por el testimonio consistente de la tradición cristiana temprana. La carta de Santiago, con su énfasis en la ética práctica y vivir la fe, refleja las preocupaciones y prioridades de Santiago el Justo, un líder clave en la comunidad cristiana primitiva y el hermano de nuestro Señor.