Efesios 2 es un capítulo profundo que profundiza en el corazón del mensaje cristiano de reconciliación, particularmente la reconciliación entre judíos y gentiles. Esta reconciliación es un tema central en la carta del apóstol Pablo a los Efesios, y subraya la unidad que Cristo trae a todos los creyentes, independientemente de sus antecedentes étnicos o culturales.
El capítulo comienza abordando la condición espiritual de la humanidad antes de llegar a la fe en Cristo. Pablo describe cómo tanto judíos como gentiles estaban "muertos en delitos y pecados" (Efesios 2:1, ESV). Explica que este estado de muerte espiritual era universal, afectando a todas las personas independientemente de su herencia. Esto prepara el escenario para entender que ambos grupos estaban igualmente necesitados de la gracia y la salvación de Dios.
Pablo enfatiza que es por gracia mediante la fe que los individuos son salvos, no por obras, para que nadie pueda jactarse (Efesios 2:8-9). Esta verdad fundamental es crucial porque establece que la salvación es un regalo de Dios, disponible para todos los que creen, ya sean judíos o gentiles. El terreno al pie de la cruz es nivelado; nadie tiene ventaja basada en su origen o adherencia a la ley.
En Efesios 2:11-12, Pablo se dirige específicamente a los gentiles, recordándoles su estado anterior como "separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía en Israel y extranjeros a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo" (NIV). Este recordatorio contundente destaca la profunda división que existía entre judíos y gentiles. Los judíos tenían los pactos, las promesas y la ley, que los apartaban como el pueblo elegido de Dios. Los gentiles, por otro lado, eran considerados forasteros, alienados de estas bendiciones.
Sin embargo, el punto de inflexión llega en Efesios 2:13, donde Pablo declara: "Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes que antes estaban lejos, han sido acercados mediante la sangre de Cristo" (NIV). Esta declaración marca el comienzo del proceso de reconciliación. A través de la muerte sacrificial de Jesús, las barreras que una vez separaban a judíos y gentiles se derriban. La sangre de Cristo acerca a los que estaban lejos, creando una nueva realidad en la que ambos grupos están unidos.
Pablo elabora sobre esta reconciliación en Efesios 2:14-16, afirmando: "Porque él mismo es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades" (NIV). Aquí, Pablo usa una poderosa imaginería para describir la unidad que Cristo trae. Jesús es nuestra paz, y a través de su sacrificio, ha abolido la "pared intermedia de separación".
La "pared intermedia de separación" puede entenderse tanto en un sentido literal como figurado. Literalmente, se refiere a la pared en el templo que separaba el Patio de los Gentiles de los patios interiores donde solo los judíos podían entrar. Figuradamente, representa la enemistad y separación profundamente arraigadas entre judíos y gentiles. Al abolir la ley con sus mandamientos y ordenanzas, Jesús elimina las barreras legales y culturales que creaban división. Al hacerlo, crea "un solo y nuevo hombre" de los dos, haciendo la paz y reconciliando a ambos grupos con Dios a través de la cruz.
El concepto de "un solo y nuevo hombre" es revolucionario. Significa que en Cristo, se forma una nueva identidad que trasciende las distinciones étnicas y culturales. Esta nueva identidad está arraigada en la experiencia compartida de la salvación y la presencia del Espíritu Santo. Los creyentes, ya sean judíos o gentiles, ahora son parte de la misma familia, el cuerpo de Cristo. Esta unidad no es solo una realidad teórica o espiritual, sino que está destinada a vivirse de manera práctica dentro de la comunidad cristiana.
En Efesios 2:17-18, Pablo continúa: "Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a ustedes que estaban lejos y a los que estaban cerca. Porque por medio de él, ambos tenemos acceso al Padre por un mismo Espíritu" (NIV). El mensaje de paz es para ambos grupos: aquellos que estaban lejos (gentiles) y aquellos que estaban cerca (judíos). A través de Cristo, ambos tienen acceso al Padre por un mismo Espíritu. Este acceso a Dios es un aspecto significativo del proceso de reconciliación. Significa que todos los creyentes, independientemente de su origen, tienen igual posición ante Dios y pueden acercarse a Él con confianza.
Pablo concluye esta sección con una poderosa declaración de la nueva identidad y unidad de los creyentes en Efesios 2:19-22: "Por lo tanto, ya no son extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular. En él, todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. En él también ustedes son edificados juntamente para ser morada de Dios en el Espíritu" (NIV).
Este pasaje encapsula bellamente la transformación que ha tenido lugar. Los gentiles ya no son forasteros, sino conciudadanos con el pueblo de Dios y miembros de su familia. La imaginería de un edificio y un templo santo enfatiza la unidad e interconexión de los creyentes. Cristo es la piedra angular, el fundamento sobre el cual se construye esta nueva comunidad. En Él, todo el edificio está unido, creciendo en un templo santo donde Dios habita por su Espíritu.
La reconciliación entre judíos y gentiles descrita en Efesios 2 es un testimonio del poder del evangelio para derribar barreras y crear unidad. Demuestra que el mensaje de Cristo es inclusivo, extendiendo gracia y salvación a todas las personas. Esta reconciliación no es solo un concepto histórico o teológico, sino que tiene profundas implicaciones para cómo los cristianos deben vivir y relacionarse entre sí.
En el contexto de la iglesia primitiva, este mensaje era revolucionario. Desafiaba prejuicios profundamente arraigados y llamaba a un replanteamiento radical de la comunidad y la identidad. Para los lectores modernos, continúa hablando sobre cuestiones de división y reconciliación. Llama a los creyentes a abrazar la unidad que Cristo ha establecido y a trabajar para derribar las barreras que dividen.
La reconciliación entre judíos y gentiles en Efesios 2 también sirve como modelo para la reconciliación en otras áreas de la vida. Muestra que la verdadera paz y unidad solo pueden lograrse a través del poder transformador del evangelio. Como creyentes, estamos llamados a ser agentes de reconciliación, extendiendo el mensaje de paz y unidad a un mundo dividido.
En conclusión, Efesios 2 describe la reconciliación entre judíos y gentiles como una obra milagrosa de Cristo, quien a través de su muerte y resurrección, ha derribado las barreras de hostilidad y creado una nueva humanidad. Esta reconciliación es un aspecto central del mensaje del evangelio, demostrando la naturaleza inclusiva de la gracia de Dios y la unidad que se encuentra en Cristo. Desafía a los creyentes a vivir esta unidad de manera práctica, reflejando el poder transformador del evangelio en sus relaciones y comunidades.