¿Cómo podemos poner nuestra mente en las cosas de arriba según Colosenses 3:2?

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Poner nuestra mente en las cosas de arriba, como se instruye en Colosenses 3:2, es una directiva profunda y transformadora del Apóstol Pablo. Este versículo, ubicado dentro de la carta de Pablo a los Colosenses, dice: "Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." Para comprender plenamente la profundidad y las implicaciones de este mandato, debemos profundizar en el contexto, el significado y las aplicaciones prácticas de esta exhortación.

Entendiendo el Contexto

La carta de Pablo a los Colosenses aborda varios problemas clave dentro de la comunidad cristiana temprana en Colosas, incluyendo enseñanzas falsas que se estaban infiltrando en la iglesia. Estas enseñanzas a menudo combinaban elementos de la filosofía pagana, el legalismo judío y la espiritualidad mística, lo que amenazaba con diluir el evangelio puro de Cristo. En este contexto, Pablo enfatiza la supremacía y suficiencia de Cristo en todas las cosas.

En Colosenses 3, Pablo transita de la enseñanza doctrinal a la exhortación práctica. Llama a los creyentes a vivir su nueva identidad en Cristo. Los versículos 1 y 2 establecen el escenario: "Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra." Aquí, Pablo está instando a los creyentes a alinear sus pensamientos y deseos con su identidad celestial, arraigada en la resurrección y señorío de Jesucristo.

El Significado de "Las Cosas de Arriba"

Poner nuestra mente en "las cosas de arriba" significa enfocarse en las realidades del cielo donde Cristo reina. Esto implica un cambio de perspectiva de lo temporal a lo eterno. No es un llamado a desconectarse del mundo, sino a comprometerse con él a través del lente de nuestra ciudadanía celestial. Pablo está abogando por una mentalidad que priorice las verdades espirituales sobre las preocupaciones mundanas.

Formas Prácticas de Poner Nuestra Mente en las Cosas de Arriba

  1. Meditar en las Escrituras: El compromiso regular e intencional con la Biblia es crucial. Salmos 119:105 dice: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Al sumergirnos en las Escrituras, permitimos que la Palabra de Dios moldee nuestros pensamientos y guíe nuestras acciones. Reflexionar sobre pasajes que hablan del carácter de Cristo, Sus promesas y nuestra identidad en Él ayuda a realinear nuestro enfoque.

  2. Oración y Comunión con Dios: La oración es una práctica vital para poner nuestra mente en las cosas de arriba. Filipenses 4:6-7 nos anima: "Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús." A través de la oración, nos comunicamos con Dios, expresamos nuestra dependencia de Él y buscamos Su perspectiva sobre nuestras vidas.

  3. Adoración y Alabanza: La adoración levanta nuestros ojos de nuestras circunstancias a la grandeza de Dios. Ya sea a través del canto, escuchando música de adoración o simplemente expresando gratitud, la adoración ayuda a reorientar nuestros corazones hacia la majestad y el amor de Dios. Hebreos 13:15 nos recuerda: "Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre."

  4. Comunión con los Creyentes: Participar en relaciones significativas con otros cristianos nos anima a mantener nuestro enfoque en Cristo. Hebreos 10:24-25 nos insta: "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca." La comunidad nos ayuda a mantenernos responsables y proporciona un sistema de apoyo para el crecimiento espiritual.

  5. Servicio y Misión: Servir a otros en el nombre de Cristo dirige nuestra atención a valores eternos. Jesús enseñó en Mateo 25:40: "Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis." Los actos de servicio y el trabajo misionero nos recuerdan nuestro propósito y llamado como seguidores de Cristo y nos ayudan a enfocarnos en Su reino en lugar de en nuestra propia comodidad.

El Papel del Espíritu Santo

Es importante reconocer el papel del Espíritu Santo en poner nuestra mente en las cosas de arriba. Romanos 8:5-6 explica: "Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz." El Espíritu Santo nos capacita para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, transformando nuestros pensamientos y deseos para alinearlos con los Suyos.

Superando las Distracciones Terrenales

La advertencia de Pablo también incluye una advertencia contra poner nuestra mente en "las cosas terrenales." Esto no significa que debamos descuidar nuestras responsabilidades o la belleza de la creación de Dios, sino que debemos protegernos contra permitir que las preocupaciones mundanas dominen nuestros pensamientos. Las distracciones terrenales pueden incluir el materialismo, la búsqueda del placer y las preocupaciones de la vida diaria. Jesús abordó esto en Mateo 6:19-21: "No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino hacéos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."

Viviendo Nuestra Identidad Celestial

Poner nuestra mente en las cosas de arriba está intrínsecamente ligado a vivir nuestra nueva identidad en Cristo. Colosenses 3:3-4 continúa: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria." Nuestro viejo yo, con sus deseos terrenales, ha sido crucificado con Cristo, y ahora estamos llamados a vivir como nuevas creaciones. Esto implica hacer morir lo que pertenece a nuestra naturaleza terrenal (Colosenses 3:5) y vestirnos con virtudes como la compasión, la bondad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia (Colosenses 3:12).

La Perspectiva Eterna

Finalmente, poner nuestra mente en las cosas de arriba implica cultivar una perspectiva eterna. Esto significa reconocer que nuestro tiempo en la tierra es temporal y que nuestro verdadero hogar está con Cristo en la eternidad. Pablo captura esto elocuentemente en 2 Corintios 4:17-18: "Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas." Al enfocarnos en lo eterno, podemos soportar las dificultades y pruebas con esperanza, sabiendo que nuestra recompensa final está en el cielo.

En conclusión, poner nuestra mente en las cosas de arriba, como se instruye en Colosenses 3:2, es un esfuerzo multifacético que implica un compromiso intencional con las Escrituras, la oración, la adoración, la comunión y el servicio. Requiere el empoderamiento del Espíritu Santo y un esfuerzo consciente para superar las distracciones terrenales. Al vivir nuestra nueva identidad en Cristo y cultivar una perspectiva eterna, podemos alinear nuestros pensamientos y deseos con las realidades del cielo, donde Cristo reina supremo. Esta mentalidad transformadora no solo moldea nuestras vidas diarias, sino que también nos prepara para la gloria eterna que nos espera con nuestro Salvador.

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