Romanos 12:6-8 es un pasaje profundo en el Nuevo Testamento que ofrece orientación sobre el uso de los dones espirituales dentro de la comunidad cristiana. El apóstol Pablo se dirige a los creyentes en Roma, instándolos a reconocer y utilizar los dones que Dios les ha otorgado para la edificación del cuerpo de Cristo. Este pasaje sirve como una piedra angular para entender cómo deben funcionar los dones espirituales dentro de la iglesia.
Pablo comienza esta sección recordando a los creyentes que todos son parte de un solo cuerpo en Cristo y que cada miembro pertenece a todos los demás (Romanos 12:5). Esta imagen de la iglesia como un cuerpo destaca la interdependencia de sus miembros y prepara el escenario para su discusión sobre los dones espirituales. En Romanos 12:6-8, Pablo escribe:
"Tenemos diferentes dones, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es profetizar, que lo haga en proporción a su fe; si es servir, que sirva; si es enseñar, que enseñe; si es animar, que anime; si es dar, que dé generosamente; si es dirigir, que lo haga con diligencia; si es mostrar misericordia, que lo haga con alegría." (Romanos 12:6-8, NVI)
La explicación de Pablo sobre los dones espirituales en estos versículos se puede desglosar en varios puntos clave:
Pablo comienza afirmando que los dones espirituales se dan según la gracia de Dios. Esto enfatiza que estos dones no se ganan ni se merecen, sino que son otorgados graciosamente por Dios. La palabra griega para "gracia" (χάρις, charis) está estrechamente relacionada con la palabra para "don" (χάρισμα, charisma), subrayando que estas habilidades son dotaciones divinas destinadas a servir los propósitos de Dios. Esta comprensión ayuda a los creyentes a abordar sus dones con humildad y gratitud, reconociendo que son administradores de la gracia de Dios.
Pablo enumera varios dones específicos: profetizar, servir, enseñar, animar, dar, dirigir y mostrar misericordia. Esta lista no es exhaustiva, sino representativa de la variedad de formas en que la gracia de Dios puede manifestarse en la vida de los creyentes. La diversidad de dones refleja la naturaleza multifacética de la iglesia y los diferentes roles que son necesarios para su salud y crecimiento. Cada don es único y valioso, y ningún don es superior a otro. Esta diversidad debe llevar al respeto y la apreciación mutuos entre los creyentes.
El propósito de los dones espirituales, como se implica en este pasaje y se elabora en otros escritos de Pablo, es edificar el cuerpo de Cristo. En Efesios 4:12, Pablo afirma que los dones se dan "a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo." El objetivo final es la edificación y la unidad de la iglesia, permitiéndole cumplir su misión en el mundo. Por lo tanto, los dones espirituales deben ejercerse con la intención de servir a los demás y contribuir al bien común.
Pablo proporciona instrucciones específicas sobre cómo ejercer cada don:
Profetizar: Aquellos que tienen el don de la profecía deben profetizar "en proporción a su fe." Esto significa que sus declaraciones proféticas deben ser consistentes con la fe y las enseñanzas de la comunidad cristiana. La profecía debe edificar, animar y consolar (1 Corintios 14:3).
Servir: Aquellos que sirven deben hacerlo con dedicación y un corazón de siervo. Servir abarca una amplia gama de actividades, desde asistencia práctica hasta actos de bondad y hospitalidad.
Enseñar: Los maestros deben enseñar con claridad, precisión y una profunda comprensión de la Palabra de Dios. La enseñanza es un ministerio vital que ayuda a los creyentes a crecer en su conocimiento de Dios y su fe.
Animar: Aquellos que animan deben hacerlo con genuino cuidado y empatía. La animación puede elevar y fortalecer a los demás, proporcionando esperanza y motivación.
Dar: Aquellos que dan deben hacerlo generosamente y sin reticencia. La generosidad refleja el carácter de Dios y satisface las necesidades de los demás.
Dirigir: Los líderes deben liderar con diligencia, responsabilidad e integridad. El liderazgo efectivo es crucial para guiar y organizar las actividades y ministerios de la iglesia.
Mostrar Misericordia: Aquellos que muestran misericordia deben hacerlo con alegría, compasión y amabilidad. Los actos de misericordia pueden traer sanación y consuelo a los que sufren.
Pablo enfatiza la actitud con la que los creyentes deben ejercer sus dones. Ya sea profetizar, servir, enseñar, animar, dar, dirigir o mostrar misericordia, la actitud subyacente debe ser de amor y humildad. En 1 Corintios 13, Pablo declara famosamente que sin amor, los dones espirituales son inútiles. El amor es la base que asegura que el ejercicio de los dones sea edificante y glorificante para Dios.
La metáfora del cuerpo en Romanos 12:4-5, que precede a este pasaje, refuerza la idea de que la iglesia es un organismo vivo donde cada miembro desempeña un papel vital. Así como el cuerpo humano tiene diferentes partes con diferentes funciones, el cuerpo de Cristo tiene miembros diversos con dones diversos. La salud y la efectividad de la iglesia dependen de que cada miembro cumpla su rol. Esta interconexión fomenta un sentido de comunidad y dependencia mutua, donde se valora la contribución de cada persona.
La exhortación de Pablo en Romanos 12:6-8 es un llamado a la acción. Él anima a los creyentes a usar activamente sus dones en lugar de dejarlos inactivos. Los tiempos verbales en este pasaje sugieren una acción continua y habitual. Por ejemplo, "si es servir, que sirva" implica un compromiso continuo en el servicio. Este llamado a la acción desafía a los creyentes a identificar sus dones y encontrar formas de usarlos en su iglesia local y comunidad.
Aunque Pablo no menciona explícitamente al Espíritu Santo en Romanos 12:6-8, se entiende que el Espíritu Santo es la fuente y el habilitador de los dones espirituales. En 1 Corintios 12, Pablo explica que es el Espíritu Santo quien distribuye los dones a cada creyente como Él quiere (1 Corintios 12:11). El Espíritu Santo capacita a los creyentes para ejercer sus dones de manera efectiva y para dar fruto para el reino de Dios.
El discernimiento es crucial en el ejercicio de los dones espirituales. Los creyentes deben buscar entender sus propios dones y los dones de los demás. Esto implica oración, reflexión y, a veces, la guía de cristianos maduros. El discernimiento ayuda a asegurar que los dones se usen apropiadamente y en alineación con la voluntad de Dios. También ayuda a prevenir el mal uso o abuso de los dones espirituales.
Cuando los dones espirituales se ejercen según los principios que Pablo describe en Romanos 12:6-8, el impacto en la iglesia y el mundo puede ser profundo. La iglesia se convierte en una comunidad vibrante y dinámica donde cada miembro contribuye activamente a la misión de Dios. El mundo ve una expresión tangible del amor y la gracia de Dios a través de los diversos ministerios y actos de servicio realizados por los creyentes. El uso efectivo de los dones espirituales puede llevar a vidas transformadas, tanto dentro de la iglesia como en la sociedad en general.
En conclusión, Romanos 12:6-8 proporciona un marco comprensivo para entender el uso de los dones espirituales. Pablo enfatiza el origen divino de estos dones, su diversidad y su propósito en la edificación del cuerpo de Cristo. Proporciona instrucciones prácticas sobre cómo ejercer cada don con la actitud correcta y subraya la importancia del amor, la humildad y el discernimiento. Siguiendo estos principios, los creyentes pueden usar efectivamente sus dones espirituales para servir a Dios y a los demás, contribuyendo al crecimiento y la unidad de la iglesia.