El Libro de Efesios, una de las Epístolas Paulinas, es una carta profunda y rica que profundiza en el corazón mismo de la teología y práctica cristiana. Escrita por el Apóstol Pablo, probablemente durante su encarcelamiento en Roma alrededor del año 60-62 d.C., Efesios se dirige a la iglesia en Éfeso, pero su mensaje se extiende a todos los creyentes, trascendiendo el tiempo y la geografía. El mensaje principal de Efesios puede destilarse en los temas de la unidad en Cristo, el misterio del Evangelio y el llamado a vivir una vida digna de la vocación que hemos recibido.
Uno de los temas centrales de Efesios es la unidad que los creyentes tienen en Cristo. Pablo enfatiza que esta unidad no es solo un acuerdo superficial, sino una realidad espiritual profunda que trasciende las barreras étnicas, sociales y culturales. En Efesios 2:14-16, Pablo escribe:
"Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades."
Aquí, Pablo habla de la reconciliación entre judíos y gentiles, que históricamente estaban divididos por la Ley Mosaica. A través de la muerte sacrificial de Cristo, la "pared intermedia de separación" ha sido derribada, creando una nueva humanidad. Esta unidad no es solo un concepto teológico, sino una realidad vivida que debería ser evidente en la vida de la iglesia.
Pablo elabora más sobre esta unidad en Efesios 4:1-6:
"Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos."
El llamado a mantener la unidad se basa en la unidad de la Trinidad: un Espíritu, un Señor, un Padre. Esta unidad es tanto un don como una responsabilidad. Los creyentes están llamados a cultivar la humildad, la mansedumbre, la paciencia y el amor para mantener esta unidad.
Otro tema significativo en Efesios es la revelación del misterio del Evangelio. Pablo usa el término "misterio" para describir verdades que anteriormente estaban ocultas pero que ahora se revelan en Cristo. En Efesios 3:4-6, Pablo explica:
"Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio."
El misterio, entonces, es que los gentiles ahora son participantes plenos en las promesas de Dios. Esta inclusión de los gentiles fue una revelación radical y transformadora, rompiendo siglos de división y abriendo el camino para una iglesia verdaderamente universal.
Pablo también habla del alcance cósmico de este misterio en Efesios 1:9-10:
"Dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra."
El Evangelio no se trata solo de la salvación individual, sino del gran plan de Dios para unir todas las cosas en Cristo. Esta reconciliación cósmica es un aspecto central del misterio ahora revelado.
Con la base teológica de la unidad y la revelación del misterio del Evangelio, Pablo transita a exhortaciones prácticas sobre cómo vivir este llamado. En Efesios 4-6, Pablo proporciona una hoja de ruta para la vida cristiana, enfatizando que nuestra conducta debe reflejar nuestra nueva identidad en Cristo.
En Efesios 4:22-24, Pablo escribe:
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
La transformación de la que habla Pablo es tanto interna como externa. Involucra una renovación de la mente y un cambio en el comportamiento. Esta nueva forma de vida se caracteriza por la justicia y la santidad, reflejando el carácter de Dios.
Pablo continúa abordando relaciones y roles específicos dentro de la comunidad cristiana, incluyendo instrucciones para esposos y esposas, hijos y padres, y esclavos y amos (Efesios 5:22-6:9). Estas instrucciones se basan en la sumisión mutua y el amor, reflejando el amor abnegado de Cristo.
Finalmente, Pablo concluye con un llamado a la vigilancia espiritual y la fortaleza en Efesios 6:10-18, a menudo referido como el pasaje de la "Armadura de Dios":
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."
La vida cristiana se describe como una batalla espiritual, requiriendo armadura divina para mantenerse firme contra el mal. Este pasaje subraya la necesidad de depender de la fuerza y provisión de Dios.
El mensaje principal del Libro de Efesios es un tapiz multifacético de profundas verdades teológicas y exhortaciones prácticas. En su núcleo, Efesios enseña que los creyentes están unidos en Cristo, son partícipes del misterio revelado del Evangelio y están llamados a vivir vidas que reflejen su nueva identidad en Él. Esta unidad es tanto un don como una responsabilidad, basada en la misma naturaleza de Dios y manifestada en la vida de la iglesia. El misterio del Evangelio revela el gran plan de Dios para reconciliar todas las cosas en Cristo, derribando barreras y creando una nueva humanidad. Finalmente, los creyentes son exhortados a vivir su llamado con humildad, amor y vigilancia, reflejando el poder transformador del Evangelio en cada aspecto de sus vidas.