¿Cuándo se escribió el libro de Romanos?

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El Libro de Romanos, una de las cartas más profundas y teológicamente ricas del Nuevo Testamento, se atribuye al Apóstol Pablo. Para entender cuándo fue escrito, necesitamos adentrarnos en el contexto histórico y contextual del ministerio de Pablo.

Pablo, originalmente conocido como Saulo de Tarso, era un judío y ciudadano romano que inicialmente persiguió a los cristianos antes de su dramática conversión al cristianismo en el camino a Damasco (Hechos 9). Después de su conversión, Pablo se convirtió en uno de los misioneros más celosos del cristianismo, difundiendo el Evangelio por todo el Imperio Romano. Sus viajes misioneros están bien documentados en los Hechos de los Apóstoles y sus epístolas.

La Carta a los Romanos fue escrita durante el tercer viaje misionero de Pablo. Este viaje se data generalmente a mediados de los años 50 d.C. Más específicamente, los estudiosos coinciden ampliamente en que Romanos fue compuesto alrededor del año 57 d.C. Esta datación se basa en varias evidencias, incluidas referencias dentro de la carta misma y referencias cruzadas con el Libro de los Hechos.

Pablo escribió Romanos mientras estaba en la ciudad de Corinto. Podemos inferir esto porque Pablo menciona en Romanos 16:1 que está recomendando a Febe, una diaconisa de la iglesia en Cencrea, una ciudad portuaria cerca de Corinto: "Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa de la iglesia en Cencrea". Esto sugiere que Pablo estaba en las cercanías de Corinto cuando escribió la carta. Además, en Romanos 15:25-26, Pablo dice: "Ahora, sin embargo, voy a Jerusalén para el servicio del pueblo del Señor allí. Porque Macedonia y Acaya se complacieron en hacer una contribución para los pobres entre el pueblo del Señor en Jerusalén". Esto indica que Pablo estaba planeando su viaje a Jerusalén con la colecta para los santos, lo cual se alinea con la cronología de su tercer viaje misionero.

Corinto era una ciudad significativa en la antigua Grecia, conocida por su riqueza, comercio y decadencia moral. Fue en esta bulliciosa ciudad donde Pablo pasó un tiempo considerable, estableciendo y nutriendo la iglesia allí. Su estancia en Corinto le proporcionó la oportunidad de reflexionar profundamente sobre el Evangelio y sus implicaciones, lo cual es evidente en la profundidad teológica y amplitud de Romanos.

Romanos es único entre las cartas de Pablo porque fue escrito a una iglesia que aún no había visitado. A diferencia de sus cartas a los Corintios, Gálatas o Tesalonicenses, que abordaban problemas específicos dentro de esas comunidades, Romanos es más sistemático en su presentación del Evangelio. El propósito de Pablo al escribir a los Romanos era multifacético. Buscaba presentarse a sí mismo y su teología a los cristianos romanos, obtener apoyo para su misión planeada a España (Romanos 15:24) y abordar las tensiones entre los creyentes judíos y gentiles en Roma.

La iglesia romana probablemente fue fundada por cristianos judíos que habían estado en Jerusalén durante Pentecostés (Hechos 2:10) y habían regresado a Roma. Con el tiempo, los conversos gentiles se unieron a la iglesia, lo que llevó a una comunidad diversa. Esta diversidad, aunque enriquecedora, también condujo a tensiones, particularmente en cuanto a la observancia de la Ley Mosaica. Pablo aborda estos problemas de frente en su carta, enfatizando que la justicia viene a través de la fe en Jesucristo tanto para judíos como para gentiles (Romanos 3:22-24).

La obra magna de Pablo, Romanos, expone sistemáticamente la condición humana, la necesidad de salvación y la provisión de Dios a través de Jesucristo. Comienza discutiendo la pecaminosidad universal de la humanidad (Romanos 1-3), luego pasa a la justificación por la fe (Romanos 4-5), la santificación (Romanos 6-8), la soberanía de Dios y el papel de Israel en la historia de la salvación (Romanos 9-11), y concluye con exhortaciones prácticas para la vida cristiana (Romanos 12-15).

Uno de los temas centrales de Romanos es la justicia de Dios. Pablo articula que esta justicia se revela en el Evangelio y es accesible para todos los que creen, independientemente de su origen étnico. Este era un mensaje radical en una época en la que los judíos y gentiles a menudo se veían con sospecha y hostilidad. La afirmación de Pablo de que "no hay diferencia entre judío y gentil: el mismo Señor es Señor de todos y bendice ricamente a todos los que lo invocan" (Romanos 10:12) fue revolucionaria.

La datación de Romanos alrededor del año 57 d.C. se corrobora además por referencias históricas externas. Por ejemplo, el historiador romano Tácito señala que la persecución de los cristianos por parte del emperador Nerón comenzó después del Gran Incendio de Roma en el año 64 d.C. La carta de Pablo es anterior a este período de intensa persecución, ya que no hay mención de tales eventos en Romanos. Además, el contenido de la carta refleja un período de relativa paz y estabilidad para la comunidad cristiana en Roma, lo cual se alinea con finales de los años 50 d.C.

En conclusión, el Libro de Romanos fue escrito alrededor del año 57 d.C. durante el tercer viaje misionero de Pablo mientras estaba en Corinto. Esta carta es un testimonio de la perspicacia teológica de Pablo y su profunda preocupación por la unidad y el bienestar espiritual de la comunidad cristiana primitiva. A través de Romanos, Pablo buscó cerrar la brecha entre los creyentes judíos y gentiles, presentando una exposición completa y convincente del Evangelio de Jesucristo. Su mensaje, arraigado en el poder transformador de la fe, continúa resonando con los creyentes hoy en día, ofreciendo profundas ideas sobre la naturaleza de Dios, la salvación y la vida cristiana.

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