2 Timoteo 4 es un capítulo profundamente rico y profundamente personal en las Epístolas Paulinas. Escrito por el Apóstol Pablo durante su último encarcelamiento en Roma, este capítulo es esencialmente su última voluntad y testamento para su amado discípulo Timoteo. No solo sirve como una carta personal, sino también como una guía atemporal para todos los cristianos, especialmente aquellos en roles de liderazgo. Las lecciones clave de 2 Timoteo 4 se pueden destilar en varios temas importantes: la urgencia de predicar el Evangelio, la inevitabilidad de la oposición, la importancia de la perseverancia fiel y la seguridad de la recompensa eterna.
Pablo comienza este capítulo con una solemne exhortación a Timoteo:
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que ha de juzgar a los vivos y a los muertos, en su manifestación y en su reino: predica la palabra; insta a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:1-2, RVR1960).
Esta exhortación subraya la urgencia y la gravedad de proclamar el Evangelio. Pablo enfatiza que Timoteo debe estar listo para predicar