El capítulo de apertura de Efesios es un rico tapiz de perspicacia teológica y profundidad espiritual, escrito por el apóstol Pablo para los creyentes en Éfeso. En este notable pasaje, Pablo describe una serie de bendiciones espirituales que Dios ha prodigado sobre los creyentes a través de Cristo. Estas bendiciones no son solo conceptos abstractos, sino realidades profundas que moldean la identidad y el destino de cada cristiano. Para apreciar plenamente estas bendiciones, es esencial profundizar en el texto de Efesios 1:3-14, donde Pablo despliega estos dones divinos con elocuencia y profundidad.
Pablo comienza este pasaje con una doxología, un himno de alabanza, afirmando: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales" (Efesios 1:3, ESV). Esta introducción establece el tono para todo el pasaje, enfatizando que estas bendiciones son tanto comprensivas como espirituales en naturaleza, originadas en el reino celestial y otorgadas a nosotros a través de nuestra unión con Cristo.
La primera bendición espiritual que menciona Pablo es la de ser escogidos por Dios. Él escribe: "así como nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él" (Efesios 1:4, ESV). Este concepto de elección divina es profundo, destacando que la elección de los creyentes por parte de Dios está arraigada en Su propósito eterno y amor. Asegura a los cristianos su valor y propósito, ya que están apartados para una vida de santidad y justicia. Esta elección no se basa en ningún mérito propio, sino únicamente en la voluntad graciosa de Dios, lo que trae consuelo y seguridad a los creyentes.
Después de esto, Pablo habla de la bendición de la adopción, afirmando: "En amor nos predestinó para adopción como hijos para sí mismo a través de Jesucristo, según el propósito de su voluntad" (Efesios 1:5, ESV). La adopción aquí significa un cambio de estatus y relación, donde los creyentes son llevados a la familia de Dios como Sus hijos. Esta adopción es un acto legal por el cual Dios nos otorga todos los derechos y privilegios de la filiación, incluyendo una relación íntima con Él, acceso a Su presencia y la herencia de Sus promesas. El concepto de adopción subraya la naturaleza personal y relacional de la salvación de Dios.
Pablo luego se mueve a la bendición de la redención y el perdón, declarando: "En él tenemos redención por su sangre, el perdón de nuestros pecados, según las riquezas de su gracia" (Efesios 1:7, ESV). La redención se refiere al acto de ser comprados o liberados, y en el contexto bíblico, significa liberación de la esclavitud del pecado a través de la muerte sacrificial de Jesucristo. El perdón, por otro lado, implica la eliminación de la culpa y la pena del pecado, permitiendo a los creyentes estar justificados ante Dios. Estas bendiciones son el resultado de la abundante gracia de Dios, dada libremente a nosotros a través del sacrificio de Cristo.
La siguiente bendición que describe Pablo es la revelación de la voluntad de Dios, "dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su propósito, que estableció en Cristo" (Efesios 1:9, ESV). El término "misterio" en los escritos de Pablo a menudo se refiere a una verdad divina que anteriormente estaba oculta pero que ahora ha sido revelada. En este contexto, se refiere al plan general de salvación de Dios y la unificación de todas las cosas en Cristo. Esta revelación es un privilegio, permitiendo a los creyentes entender los propósitos redentores de Dios y participar en Su misión en el mundo.
Otra bendición significativa es la herencia que reciben los creyentes, como menciona Pablo: "En él también obtuvimos una herencia, habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad" (Efesios 1:11, ESV). Esta herencia es tanto una realidad presente como una esperanza futura, abarcando la plenitud de la salvación y la vida eterna con Dios. Asegura a los creyentes su destino final y el cumplimiento de las promesas de Dios.
Pablo también destaca la bendición de ser sellados con el Espíritu Santo, afirmando: "En él también vosotros, cuando oísteis la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y creísteis en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo prometido, que es la garantía de nuestra herencia hasta que adquiramos posesión de ella" (Efesios 1:13-14, ESV). El sello del Espíritu Santo es una marca de autenticidad y propiedad, significando que los creyentes pertenecen a Dios. El Espíritu Santo sirve como un anticipo o garantía de la herencia futura, proporcionando seguridad y certeza a los creyentes en su camino de fe.
Estas bendiciones espirituales, como las describe Pablo, son profundas y multifacéticas, cada una contribuyendo a la identidad del creyente y su relación con Dios. El tema general es que estas bendiciones se encuentran todas "en Cristo", enfatizando la centralidad de Jesús en el plan redentor de Dios. A través de Cristo, los creyentes son escogidos, adoptados, redimidos, perdonados, iluminados, enriquecidos con una herencia y sellados con el Espíritu Santo.
Las implicaciones de estas bendiciones son vastas. Moldean la comprensión del creyente sobre su autoestima, propósito y destino. Proporcionan seguridad del amor y la gracia de Dios, alentando a los creyentes a vivir vidas que reflejen su estatus santo e intachable ante Dios. Estas bendiciones también llaman a los creyentes a una vida de gratitud y adoración, reconociendo la gracia inconmensurable que Dios ha otorgado sobre ellos.
En su comentario sobre Efesios, el teólogo John Stott resume acertadamente la importancia de estas bendiciones: "Toda nuestra vida cristiana es el cumplimiento del plan eterno de Dios, que fue concebido en una eternidad pasada, se está desarrollando en la historia y se completará en una eternidad futura". Esta perspectiva invita a los creyentes a ver sus vidas como parte de una gran narrativa orquestada por Dios, llena de propósito y significado.
Además, no debe pasarse por alto el aspecto comunitario de estas bendiciones. Pablo se dirige a los efesios como una comunidad de creyentes, destacando que estas bendiciones no son solo para individuos, sino para todo el cuerpo de Cristo. Esta dimensión comunitaria llama a los cristianos a vivir en unidad y amor, reflejando la unidad que Dios ha propuesto en Cristo.
Las bendiciones espirituales en Efesios 1 son una fuente de profundo aliento e inspiración para los creyentes. Nos recuerdan la profundidad del amor de Dios, la riqueza de Su gracia y la certeza de Sus promesas. Al meditar en estas verdades, que podamos estar llenos de gratitud y asombro, impulsados a vivir vidas que honren al Dios que nos ha bendecido tan ricamente en Cristo.