Efesios 2:10 es un versículo profundo que encapsula la esencia de la identidad y el propósito cristiano. Dice: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (ESV). Este versículo, aunque breve, está lleno de significado teológico e implicaciones prácticas para el creyente. Para comprender plenamente su significado, debemos explorar su contexto dentro de la epístola, sus fundamentos teológicos y sus aplicaciones prácticas.
El apóstol Pablo escribió la carta a los Efesios mientras estaba encarcelado, probablemente en Roma, alrededor del año 60-62 d.C. La epístola aborda tanto doctrinas teológicas como la vida cristiana práctica, con el objetivo de animar e instruir a los creyentes en Éfeso. Efesios 2:10 viene después de una exposición detallada sobre la gracia y la salvación en los versículos 1-9, donde Pablo enfatiza que la salvación es un regalo de Dios, no el resultado del esfuerzo humano. Este contexto es crucial para entender el versículo 10, que transiciona desde la base de la gracia al propósito de la nueva vida del creyente en Cristo.
Primero, consideremos la frase "somos hechura suya". La palabra griega para hechura es "poiēma", que puede traducirse como "creación" u "obra de arte". Este término sugiere que los creyentes no son meramente productos de un ensamblaje divino, sino que son obras maestras creadas por el mismo Dios. Transmite la idea de que cada cristiano está diseñado de manera única y formado intrincadamente por el Creador. Esto hace eco del sentimiento del Antiguo Testamento encontrado en el Salmo 139:14, donde el salmista declara: "Te alabo porque soy una creación admirable; ¡tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!" (NVI). La noción de ser hechura de Dios infunde un sentido de valor, propósito e identidad en el creyente, afirmando que no somos accidentes aleatorios, sino creaciones intencionales.
La siguiente parte del versículo, "creados en Cristo Jesús", subraya el aspecto transformador de la salvación. Cuando Pablo habla de ser creados en Cristo Jesús, se refiere al nuevo nacimiento o regeneración que ocurre cuando una persona pone su fe en Cristo. Este concepto se elabora más en 2 Corintios 5:17, donde Pablo escribe: "Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Lo viejo ha pasado; ¡ha llegado lo nuevo!" (ESV). Esta nueva creación no es meramente una reforma moral, sino una transformación radical de identidad y naturaleza, provocada por la presencia del Espíritu Santo.
El propósito de esta nueva creación es "para buenas obras". Aquí, Pablo aborda el papel de las obras en la vida de un creyente. Mientras que los versículos 8-9 dejan claro que la salvación es por gracia mediante la fe y no por obras, el versículo 10 aclara que las buenas obras son el resultado, no la causa, de la salvación. Las buenas obras son el flujo natural de una vida transformada por la gracia. Son la evidencia de una fe genuina y el fruto del trabajo del Espíritu en la vida del creyente. Santiago 2:17 refuerza esto al afirmar: "Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta" (ESV). Por lo tanto, las buenas obras no son opcionales, sino integrales a la vida cristiana, sirviendo como testimonio del poder transformador de Dios.
La frase "las cuales Dios preparó de antemano" revela la orquestación divina detrás de las buenas obras del creyente. Esto indica que Dios, en su soberanía, ha preordenado actos específicos de servicio y obediencia para cada creyente. Estas obras preordenadas no son aleatorias ni arbitrarias, sino que forman parte del plan y propósito eterno de Dios. Este concepto recuerda a Jeremías 1:5, donde Dios le dice al profeta: "Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones" (ESV). Así como Dios tenía un plan específico para Jeremías, tiene un propósito único para cada creyente, intrincadamente tejido en su narrativa divina.
Finalmente, la frase "para que anduviésemos en ellas" enfatiza la responsabilidad del creyente de participar activamente en estas buenas obras. El término "andar" implica un estilo de vida continuo y habitual en lugar de actos esporádicos o aislados. Sugiere que las buenas obras deben ser una parte integral de la vida diaria del creyente, reflejando un patrón constante de obediencia y servicio. Esto se alinea con la exhortación de Pablo en Efesios 4:1, donde insta a los creyentes a "andar como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados" (ESV). Andar en buenas obras es una expresión tangible de vivir la fe y el llamado.
En resumen, Efesios 2:10 encapsula la identidad, propósito y llamado del creyente en Cristo. Como hechura de Dios, los creyentes son creados y transformados por la gracia, creados de nuevo en Cristo Jesús. El propósito de esta nueva creación es participar en buenas obras, que Dios ha preparado soberanamente de antemano. Estas buenas obras no son el medio de la salvación, sino la evidencia de ella, reflejando el poder transformador de la gracia en la vida del creyente. Por lo tanto, los creyentes están llamados a andar en estas buenas obras, viviendo su fe de una manera que glorifique a Dios y cumpla su propósito divino. Este versículo sirve como un recordatorio poderoso de la identidad y misión del creyente, alentando una vida de propósito, obediencia y servicio.