¿Cuál es el significado de Filipenses 2:13?

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Filipenses 2:13 es un versículo profundo y alentador que ha traído consuelo y motivación a innumerables cristianos a lo largo de los siglos. El versículo dice: "porque Dios es quien obra en ustedes tanto el querer como el hacer, para que se cumpla su buena voluntad" (NVI). Para comprender plenamente el significado de este pasaje, es esencial considerar su contexto dentro de la carta a los Filipenses, sus implicaciones teológicas y su aplicación práctica para los creyentes de hoy.

El apóstol Pablo escribió la Epístola a los Filipenses mientras estaba en prisión, probablemente en Roma, alrededor del año 60-62 d.C. A pesar de sus circunstancias, la carta de Pablo está llena de alegría y aliento. La iglesia en Filipos fue una de las primeras comunidades cristianas en Europa, y Pablo tenía un profundo afecto por ellos. En Filipenses 2, Pablo enfatiza la importancia de la humildad y la unidad entre los creyentes, instándolos a imitar la humildad de Cristo.

Filipenses 2:13 es parte de un pasaje más amplio donde Pablo anima a los filipenses a "ocuparos en vuestra salvación con temor y temblor" (Filipenses 2:12, NVI). Esta exhortación puede parecer desalentadora al principio, pero Pablo la sigue inmediatamente con la verdad reconfortante del versículo 13. Aquí, Pablo recuerda a los creyentes que no están abandonados a sus propios recursos para vivir su fe. En cambio, Dios mismo está trabajando activamente dentro de ellos.

La frase "porque Dios es quien obra en ustedes" destaca la iniciativa divina en la vida del creyente. La palabra griega para "obra" (energeō) transmite la idea de una operación activa, efectiva y continua. Esto significa que Dios no está observando pasivamente; Él está dinámicamente involucrado en la transformación y el crecimiento de Su pueblo. Esta actividad divina abarca tanto el deseo ("el querer") como la capacidad ("el hacer") para cumplir los propósitos de Dios.

El concepto de que Dios trabaja en los creyentes para moldear sus deseos y acciones es coherente con otras enseñanzas del Nuevo Testamento. Por ejemplo, en Efesios 2:10, Pablo escribe: "Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (NVI). De manera similar, en Hebreos 13:20-21, el autor ora para que Dios "os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él, por medio de Jesucristo" (NVI).

Los aspectos duales de querer y hacer son cruciales. Dios no solo obliga a los creyentes a realizar ciertas acciones; Él transforma sus corazones y mentes para que sus deseos se alineen con Su voluntad. Esta transformación interna es una característica distintiva del Nuevo Pacto, como se describe en Ezequiel 36:26-27: "Os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu y haré que andéis en mis estatutos y guardéis mis preceptos y los pongáis por obra" (NVI).

Entender que es Dios quien obra en nosotros proporciona un inmenso consuelo y seguridad. Significa que nuestro crecimiento espiritual y nuestra capacidad para vivir nuestra fe no dependen únicamente de nuestros esfuerzos. Aunque estamos llamados a participar activamente en nuestra santificación, en última instancia, es Dios quien nos capacita y nos habilita. Esta verdad debería llevarnos a un sentido de humildad y dependencia de Dios, en lugar de autosuficiencia o orgullo.

Además, el propósito de la obra de Dios en nosotros es "cumplir su buena voluntad". Los propósitos de Dios son inherentemente buenos, reflejando Su carácter e intenciones. Romanos 8:28 nos asegura que "en todas las cosas Dios obra para el bien de los que lo aman, los que han sido llamados según su propósito" (NVI). El propósito último de Dios es conformarnos a la imagen de Su Hijo (Romanos 8:29) y llevar a cabo Su plan redentor para el mundo.

En términos prácticos, Filipenses 2:13 anima a los creyentes a confiar en la presencia activa de Dios en sus vidas. Al enfrentar desafíos, tentaciones o sentimientos de insuficiencia, podemos encontrar fuerza al saber que Dios está obrando dentro de nosotros. Este versículo también nos llama a cooperar con la obra transformadora de Dios. Como Pablo escribe en Romanos 12:1-2, debemos ofrecer nuestros cuerpos como sacrificios vivos y ser transformados por la renovación de nuestras mentes.

Además, este versículo fomenta un sentido de unidad y comunidad dentro del cuerpo de Cristo. Dado que Dios está obrando en cada creyente, podemos apoyarnos y alentarnos mutuamente en nuestros viajes espirituales. Reconocer que todos somos receptores de la gracia y el poder de Dios debería llevarnos al respeto mutuo, la paciencia y el amor.

Los escritos de teólogos y eruditos cristianos iluminan aún más la profundidad de Filipenses 2:13. Por ejemplo, Juan Calvino, en su comentario sobre Filipenses, enfatiza que la obra de Dios en nosotros no niega la responsabilidad humana. En cambio, destaca la armonía entre la soberanía divina y la agencia humana. Calvino escribe: "Porque no debemos imaginar que la gracia de Dios se nos otorga de tal manera que podamos estar ociosos, como si fuéramos meros instrumentos pasivos; sino que se nos otorga de tal manera que podamos ser activos".

De manera similar, Charles Spurgeon, un renombrado predicador y teólogo, llama la atención sobre el aspecto reconfortante de este versículo. En uno de sus sermones, afirma: "Amados, si Dios obra en ustedes tanto el querer como el hacer, no teman a su propia debilidad, y no se desanimen por sus propios pecados e imperfecciones. Dios está obrando en ustedes, y esa es la mejor garantía de éxito".

En conclusión, Filipenses 2:13 es un poderoso recordatorio de la obra activa y misericordiosa de Dios en la vida de los creyentes. Nos asegura que Dios está continuamente moldeando nuestros deseos y acciones para alinearlos con Sus buenos propósitos. Esta verdad nos llama a una vida de humilde dependencia de Dios, cooperación activa con Su obra transformadora y aliento mutuo dentro de la comunidad cristiana. Al meditar en este versículo, que encontremos fuerza, consuelo y motivación para vivir nuestra fe, sabiendo que es Dios quien obra en nosotros para Su gloria y nuestro bien.

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