¿Cómo describe Jesús el propósito de las escrituras en el Evangelio de Juan?

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En el Evangelio de Juan, Jesús proporciona una descripción profunda y multifacética del propósito de las Escrituras. Sus enseñanzas revelan que las Escrituras no son meramente una colección de textos religiosos, sino una revelación divina que apunta a Él como el Mesías, el Hijo de Dios. A través de Sus palabras y acciones, Jesús elucida que el propósito último de las Escrituras es llevar a las personas a la fe en Él, otorgándoles así la vida eterna.

Uno de los pasajes más significativos donde Jesús discute el propósito de las Escrituras se encuentra en Juan 5:39-40. Aquí, Jesús se dirige a los líderes judíos, diciendo: "Estudiáis las Escrituras diligentemente porque pensáis que en ellas tenéis la vida eterna. Estas son las mismas Escrituras que dan testimonio de mí, sin embargo, os negáis a venir a mí para tener vida." En estos versículos, Jesús subraya que las Escrituras son un testimonio de Él. Los líderes religiosos de Su tiempo eran meticulosos en su estudio de las Escrituras, creyendo que su conocimiento y adherencia a la ley les otorgarían la vida eterna. Sin embargo, Jesús señala que la función principal de las Escrituras es dar testimonio de Él. Este testimonio está destinado a llevar a las personas a Jesús, quien es la fuente de la vida eterna.

Jesús elabora más sobre esta idea en Juan 5:46-47, donde dice: "Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió acerca de mí. Pero como no creéis lo que él escribió, ¿cómo vais a creer lo que yo digo?" Aquí, Jesús indica que los escritos de Moisés, que son fundamentales para las Escrituras judías, son en última instancia sobre Él. Esta afirmación destaca que toda la narrativa de las Escrituras, desde la Ley hasta los Profetas, es cristocéntrica: apunta a Jesús como el cumplimiento del plan redentor de Dios.

En Juan 8:31-32, Jesús habla a los judíos que habían creído en Él, diciendo: "Si os mantenéis en mi enseñanza, sois realmente mis discípulos. Entonces conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Esta declaración revela otro propósito de las Escrituras: transmitir la verdad que libera. Jesús se identifica a sí mismo como la encarnación de la verdad (Juan 14:6), y Sus enseñanzas, que están arraigadas en las Escrituras, tienen el poder de liberar a las personas de la esclavitud del pecado y la falsedad. Al permanecer en Su palabra, los creyentes llegan a conocer la verdad, lo que lleva a la libertad espiritual y la transformación.

Juan 17:17 proporciona más información sobre el propósito santificador de las Escrituras. En Su oración sacerdotal, Jesús ora al Padre, diciendo: "Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad." Aquí, Jesús afirma que la palabra de Dios es la verdad última y que tiene un efecto santificador en los creyentes. La santificación es el proceso de ser hecho santo, apartado para los propósitos de Dios. A través de la verdad de las Escrituras, los creyentes son purificados y conformados a la imagen de Cristo. Esta santificación es esencial para vivir una vida que sea agradable a Dios y refleje Su carácter.

Además, en Juan 6:63, Jesús destaca la naturaleza vivificante de Sus palabras, afirmando: "El Espíritu da vida; la carne no cuenta para nada. Las palabras que os he hablado son espíritu y son vida." Esta declaración enfatiza que las palabras de Jesús, que están inextricablemente vinculadas a las Escrituras, están imbuidas del poder vivificante del Espíritu Santo. No son meramente palabras humanas, sino declaraciones divinas que imparten vida espiritual a quienes las reciben. Esta vida no es solo temporal, sino eterna, como Jesús promete en Juan 6:68, donde Pedro reconoce: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna."

Además de estas enseñanzas explícitas, el uso que Jesús hace de las Escrituras a lo largo del Evangelio de Juan demuestra su propósito. Por ejemplo, en Juan 10:34-36, Jesús se refiere al Salmo 82:6 para defender Su afirmación de divinidad, mostrando que las Escrituras validan Su identidad y misión. De manera similar, en Juan 13:18, Jesús cita el Salmo 41:9 para explicar la traición de Judas, indicando que los eventos de Su vida y ministerio están en cumplimiento de las Escrituras. Estos ejemplos ilustran que las Escrituras no solo dan testimonio de Jesús, sino que también proporcionan el marco para entender Su vida, muerte y resurrección.

El prólogo del Evangelio de Juan (Juan 1:1-18) establece el escenario para entender el propósito de las Escrituras al identificar a Jesús como el Verbo (Logos) hecho carne. Juan 1:1 declara: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios." Esta declaración profunda revela que Jesús es el Verbo eterno por medio del cual todas las cosas fueron creadas. En Juan 1:14, leemos: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, la gloria del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad." Al identificar a Jesús como el Verbo, Juan enfatiza que Jesús es la revelación última de Dios. Las Escrituras escritas, por lo tanto, encuentran su cumplimiento y culminación en la persona de Jesucristo.

El Evangelio de Juan también presenta el propósito de las Escrituras en el contexto de la fe y la vida eterna. Juan 20:30-31 afirma: "Jesús hizo muchas otras señales en presencia de sus discípulos, que no están registradas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre." Este pasaje sirve como un resumen de todo el Evangelio y subraya el propósito evangelístico de las Escrituras. Las señales y enseñanzas registradas en el Evangelio de Juan están destinadas a llevar a los lectores a la fe en Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios. Esta fe, a su vez, les otorga la vida eterna.

En conclusión, el Evangelio de Juan presenta una comprensión rica y comprensiva del propósito de las Escrituras. Jesús describe las Escrituras como un testimonio de Él, la fuente de la verdad que libera, el medio de santificación y el portador de palabras vivificantes. A través de Sus enseñanzas y acciones, Jesús revela que el propósito último de las Escrituras es llevar a las personas a la fe en Él, otorgándoles así la vida eterna. Toda la narrativa de las Escrituras, desde la Ley hasta los Profetas, encuentra su cumplimiento en Jesucristo, el Verbo hecho carne. Al creer en Él, los individuos son transformados, santificados y llevados a una relación viva con Dios.

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