En el Evangelio de Mateo, encontramos el relato de Jesús caminando sobre el agua y la experiencia subsiguiente de Pedro haciendo lo mismo. Esta narrativa está llena de significado y ofrece profundas ideas sobre la fe, la duda y la naturaleza compasiva de Cristo. El pasaje se encuentra en Mateo 14:22-33, y comienza con Jesús enviando a sus discípulos por delante de Él al otro lado del Mar de Galilea mientras Él subía a una montaña para orar solo. Al caer la tarde, los discípulos ya estaban a una distancia considerable de la tierra, luchando contra fuertes vientos y olas.
En las primeras horas de la mañana, Jesús se acercó a ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos estaban aterrados, pensando que veían un fantasma, pero Jesús inmediatamente los tranquilizó, diciendo: "¡Ánimo! Soy yo. No tengan miedo" (Mateo 14:27, NVI). Pedro, siempre el discípulo audaz, respondió a la presencia de Jesús con una petición que reflejaba tanto fe como un deseo de confirmación. Dijo: "Señor, si eres tú, dime que vaya a ti sobre el agua" (Mateo 14:28, NVI). Jesús simplemente dijo: "Ven".
Pedro salió del barco y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús. Este momento es significativo, destacando un acto profundo de fe. La disposición de Pedro para salir al mar turbulento demuestra su confianza en el poder de Jesús y su deseo de estar cerca de Él. Sin embargo, mientras Pedro caminaba sobre el agua, se distrajo con el viento y las olas. Su enfoque se desvió de Jesús al caos circundante, y el miedo comenzó a infiltrarse. A medida que la duda se instalaba, Pedro comenzó a hundirse y gritó: "¡Señor, sálvame!" (Mateo 14:30, NVI).
La respuesta de Jesús a la súplica de Pedro es tanto inmediata como instructiva. La escritura nos dice: "Inmediatamente Jesús extendió su mano y lo agarró. 'Hombre de poca fe', le dijo, '¿por qué dudaste?'" (Mateo 14:31, NVI). Esta respuesta está cargada de significado y ofrece varias lecciones para nosotros hoy.
Primero, la acción inmediata de Jesús para salvar a Pedro ilustra su disposición para ayudarnos en tiempos de problemas. A pesar de la fe vacilante de Pedro, Jesús no dudó en extender la mano y rescatarlo. Este acto de compasión subraya la naturaleza de Jesús como un Salvador que responde a nuestros gritos de ayuda, incluso cuando nuestra fe flaquea. Es un poderoso recordatorio de que nuestra relación con Cristo no depende de la perfección de nuestra fe, sino de su amor y gracia inquebrantables.
En segundo lugar, la pregunta de Jesús a Pedro, "¿Por qué dudaste?", invita a la reflexión sobre la naturaleza de la fe y la duda. La fe inicial de Pedro fue lo suficientemente fuerte como para llevarlo fuera del barco, pero no se mantuvo cuando se enfrentó a la realidad de la tormenta. Este momento refleja una experiencia humana común: la lucha por mantener la fe en medio de los desafíos de la vida. La pregunta de Jesús no es de condena, sino de aliento, incitando a Pedro—y a nosotros—a examinar las razones detrás de nuestras dudas y a fortalecer nuestra confianza en Él.
Además, este encuentro entre Jesús y Pedro sobre el agua sirve como una metáfora para el viaje cristiano. Así como Pedro fue llamado a dar un paso de fe, también se nos invita a confiar en Jesús más allá de nuestras zonas de confort. El mar, con su naturaleza impredecible y a menudo peligrosa, representa las pruebas e incertidumbres de la vida. Caminar sobre el agua simboliza vivir una vida de fe que se eleva por encima de estos desafíos, sostenida por nuestro enfoque en Cristo.
Este pasaje también destaca la importancia de mantener nuestros ojos fijos en Jesús. La experiencia de Pedro nos enseña que cuando nos enfocamos en las tormentas de la vida—nuestros miedos, ansiedades y dudas—comenzamos a hundirnos bajo su peso. Sin embargo, cuando mantenemos nuestra mirada en Jesús, confiando en su poder y presencia, somos sostenidos y capacitados para caminar a través de las dificultades con confianza.
La narrativa concluye con Pedro y Jesús subiendo al barco, donde el viento se calma, y los discípulos adoran a Jesús, diciendo: "Verdaderamente eres el Hijo de Dios" (Mateo 14:33, NVI). Esta declaración de fe es significativa, reflejando una comprensión más profunda y un reconocimiento de la identidad divina de Jesús. El milagro sobre el agua no solo demostró la autoridad de Jesús sobre la naturaleza, sino que también profundizó la fe y comprensión de los discípulos sobre quién es Él.
Al reflexionar sobre este pasaje, también es útil considerar las ideas de la literatura cristiana. C.S. Lewis, en su libro "Mero Cristianismo", discute la naturaleza de la fe y los desafíos de vivir como cristiano en un mundo lleno de dudas e incertidumbres. Él enfatiza que la fe implica confiar en lo que tenemos razones para creer que es verdad, incluso cuando las circunstancias desafían esa creencia. Esto se alinea con la experiencia de Pedro sobre el agua, donde su fe inicial fue puesta a prueba por la tormenta, pero en última instancia, fue su confianza en Jesús lo que lo salvó.
Además, la narrativa de Pedro caminando sobre el agua y la respuesta de Jesús a él puede verse como una invitación a crecer en nuestra fe. Nos anima a dar un paso de confianza, a mantener nuestro enfoque en Cristo y a depender de su fuerza en lugar de la nuestra. Nos asegura que cuando flaqueamos, Jesús está allí para atraparnos, levantarnos y guiarnos de regreso a la seguridad.
En conclusión, la respuesta de Jesús a Pedro mientras comenzaba a hundirse al caminar sobre el agua es una demostración profunda de su compasión, paciencia y deseo de que crezcamos en la fe. Nos enseña sobre la naturaleza de la fe, la realidad de la duda y la importancia de enfocarnos en Cristo en medio de las tormentas de la vida. A medida que navegamos por nuestros propios caminos, que seamos alentados por este relato a confiar en la presencia y el poder de Jesús, sabiendo que siempre está listo para extender la mano y salvarnos.