Los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan proporcionan cada uno un retrato único y complementario de Jesucristo, ofreciendo perspectivas distintas que juntas forman un relato rico y multifacético de Su vida, ministerio, muerte y resurrección. Comprender las diferencias entre estos Evangelios es esencial para una apreciación más profunda del Nuevo Testamento y de la persona de Jesús. Cada escritor del Evangelio, inspirado por el Espíritu Santo, aporta un énfasis teológico único y un enfoque en la audiencia que da forma a su narrativa.
El Evangelio de Mateo a menudo se considera el más judío de los cuatro. Escrito principalmente para una audiencia judeocristiana, Mateo enfatiza a Jesús como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento y como el nuevo Moisés que entrega la enseñanza definitiva de Dios. Este Evangelio comienza con una genealogía que traza el linaje de Jesús hasta Abraham y David, subrayando sus credenciales mesiánicas (Mateo 1:1-17).
La representación de Jesús en Mateo incluye extensas secciones de enseñanza, notablemente el Sermón del Monte (Mateo 5-7), que recuerda la entrega de la Ley en el Monte Sinaí. Jesús es representado como un maestro e intérprete de la Ley, a menudo diciendo: "Habéis oído que se dijo... Pero yo os digo..." (Mateo 5:21-48). Este Evangelio también incluye numerosas parábolas que ilustran la naturaleza del Reino de los Cielos, un tema central en la narrativa de Mateo.
Además, Mateo cita frecuentemente el Antiguo Testamento, demostrando cómo la vida y el ministerio de Jesús cumplen profecías específicas. Por ejemplo, Mateo 1:22-23 hace referencia a Isaías 7:14 para mostrar que el nacimiento de Jesús cumple la profecía de una virgen que dará a luz a un hijo llamado Emanuel. Este énfasis en el cumplimiento es una característica clave del Evangelio de Mateo.
El Evangelio de Marcos es el más corto y a menudo se considera el más directo y orientado a la acción. Tradicionalmente se piensa que es el Evangelio más antiguo, y la narrativa de Marcos es rápida y se centra más en los hechos de Jesús que en sus enseñanzas. La palabra "inmediatamente" (griego: εὐθύς) aparece con frecuencia, dando una sensación de urgencia y movimiento (Marcos 1:10, 1:12, 1:18, etc.).
Marcos presenta a Jesús como el siervo sufriente y el Hijo de Dios, cuya autoridad es evidente en sus milagros y exorcismos. El versículo de apertura establece el tono: "El comienzo del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios" (Marcos 1:1). El Evangelio pasa rápidamente al ministerio de Juan el Bautista y al bautismo de Jesús, omitiendo la narrativa del nacimiento que se encuentra en Mateo y Lucas.
Un tema significativo en Marcos es el "Secreto Mesiánico", donde Jesús frecuentemente instruye a aquellos a quienes sana o a sus discípulos que no revelen su identidad (Marcos 1:34, 3:12, 8:30). Este motivo subraya el misterio de la misión mesiánica de Jesús, que se revela completamente solo en su sufrimiento, muerte y resurrección. La narrativa de la Pasión en Marcos es particularmente detallada, enfatizando las emociones humanas de Jesús y el abandono que enfrentó (Marcos 14:32-42, 15:34).
El Evangelio de Lucas es notable por su detalle histórico y su énfasis en la compasión de Jesús y su preocupación por los marginados. Escrito por un gentil para una audiencia gentil, la narrativa de Lucas es ordenada y meticulosamente investigada, como se indica en el prólogo (Lucas 1:1-4). Lucas traza la genealogía de Jesús hasta Adán, enfatizando su importancia universal (Lucas 3:23-38).
El relato de Lucas incluye narrativas únicas de la infancia, como la anunciación a María, el Magnificat y la visita de los pastores (Lucas 1-2). Estas historias destacan temas de alegría, humildad y el cuidado de Dios por los humildes. Lucas también enfatiza el papel del Espíritu Santo y la oración en la vida y el ministerio de Jesús (Lucas 3:21-22, 4:1, 6:12).
Una característica distintiva de Lucas es la inclusión de parábolas que se centran en la misericordia y el perdón de Dios, como la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37) y la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32). Estas historias ilustran la naturaleza inclusiva del Reino de Dios y su amor por los pecadores.
El Evangelio de Lucas también presta especial atención a las mujeres, presentándolas como participantes significativas en el ministerio de Jesús. Figuras como María, Isabel, Ana y las mujeres que apoyaron financieramente a Jesús tienen prominencia (Lucas 8:1-3, 10:38-42). Este énfasis en la inclusividad se alinea con el tema más amplio de Lucas de la salvación para todas las personas.
El Evangelio de Juan se distingue de los Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) tanto en estilo como en contenido. Escrito con un tono más teológico y reflexivo, la narrativa de Juan se centra en la identidad de Jesús como el Verbo eterno (Logos) y el Hijo de Dios. El prólogo (Juan 1:1-18) establece el escenario declarando la preexistencia y naturaleza divina de Jesús: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios" (Juan 1:1).
El Evangelio de Juan está estructurado en torno a una serie de señales (milagros) y declaraciones "Yo Soy" que revelan la identidad divina y la misión de Jesús. Estas incluyen "Yo soy el pan de vida" (Juan 6:35), "Yo soy la luz del mundo" (Juan 8:12) y "Yo soy la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Cada declaración y señal correspondiente subraya un aspecto particular de la relación de Jesús con la humanidad y su papel en la salvación.
A diferencia de los Sinópticos, Juan no incluye parábolas, sino que presenta discursos y diálogos extendidos, como la conversación de Jesús con Nicodemo (Juan 3:1-21) y la mujer samaritana (Juan 4:1-42). Estas interacciones profundizan en temas teológicos como el nuevo nacimiento, el agua viva y la adoración en espíritu y verdad.
Juan también pone un énfasis significativo en el tema de la creencia y la vida eterna. El propósito del Evangelio se declara explícitamente: "Pero estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre" (Juan 20:31). Este enfoque en la creencia es evidente a lo largo de la narrativa, ya que Jesús invita a las personas a confiar en Él para la vida eterna (Juan 3:16, 6:47).
Aunque cada Evangelio presenta una perspectiva única, no son contradictorios sino complementarios. Juntos, proporcionan una comprensión más completa de quién es Jesús y lo que logró. Las diferencias en énfasis y detalle reflejan los contextos y audiencias diversos para los que fueron escritos, así como las distintas ideas teológicas que cada evangelista buscaba transmitir.
El enfoque de Mateo en Jesús como el cumplimiento de la profecía judía, la representación de Jesús como el siervo sufriente en Marcos, el énfasis de Lucas en la compasión y universalidad de Jesús, y la profundidad teológica y el enfoque en la creencia en Juan, todos contribuyen a un retrato rico y completo de Jesucristo. Como tal, los cuatro Evangelios invitan a los lectores a encontrarse con Jesús desde múltiples ángulos, profundizando su fe y comprensión de su vida y misión.
Al estudiar los Evangelios, es esencial apreciar tanto su distintividad individual como su armonía colectiva. Al hacerlo, los creyentes pueden obtener una apreciación más profunda y matizada del Salvador que proclaman y siguen.