La cuestión de dónde creció Jesús es una que ha intrigado tanto a eruditos como a laicos durante siglos. La vida y el ministerio de Jesucristo son centrales para la fe cristiana, y comprender Sus primeros años proporciona un contexto valioso para Sus enseñanzas y acciones posteriores. Según el Nuevo Testamento, Jesús creció en el pequeño pueblo de Nazaret, ubicado en la región de Galilea en lo que hoy es el Israel moderno.
Nazaret se menciona múltiples veces en los Evangelios como la ciudad natal de Jesús. El Evangelio de Mateo registra que después de regresar de Egipto, donde Su familia había huido para escapar de la masacre de infantes por parte del rey Herodes, José y María se establecieron en Nazaret para asegurar la seguridad de Jesús (Mateo 2:19-23). Esto cumplió lo que fue dicho por los profetas: "Será llamado Nazareno" (Mateo 2:23). Aunque esta profecía específica no se encuentra textualmente en el Antiguo Testamento, los eruditos sugieren que puede referirse a un tema general en los escritos proféticos de que el Mesías vendría de orígenes humildes y despreciados, ya que Nazaret era considerado un pueblo relativamente insignificante.
El Evangelio de Lucas también corrobora que Jesús creció en Nazaret. Después del nacimiento de Jesús en Belén y los eventos subsiguientes, incluida la visita de los pastores y la presentación en el templo en Jerusalén, Lucas registra que la familia regresó a su propia ciudad de Nazaret (Lucas 2:39). Lucas además proporciona un vistazo a la infancia de Jesús al notar que "el niño crecía y se fortalecía; se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él" (Lucas 2:40).
La oscuridad de Nazaret en tiempos antiguos está respaldada por evidencia histórica y arqueológica. Era un pequeño pueblo rural con una población estimada de alrededor de 400 personas durante la época de Jesús. El pueblo estaba situado en las colinas de la Baja Galilea, a unas 15 millas al oeste del Mar de Galilea y aproximadamente 70 millas al norte de Jerusalén. Sus residentes se dedicaban principalmente a la agricultura y la carpintería, siendo esta última el oficio de José, el padre terrenal de Jesús (Mateo 13:55).
Los Evangelios proporcionan algunos detalles específicos sobre la vida de Jesús en Nazaret. Un evento significativo ocurrió cuando Jesús tenía doce años. Su familia viajó a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua, un viaje que realizaban anualmente. Después del festival, Jesús se quedó en el templo, conversando con los maestros y asombrándolos con Su entendimiento y respuestas. Cuando Sus padres lo encontraron, Él expresó una conciencia de Su misión divina, diciendo: "¿No sabían que tenía que estar en la casa de mi Padre?" (Lucas 2:49). Este episodio revela que incluso en Su juventud, Jesús estaba profundamente conectado con Su identidad y propósito espiritual.
La asociación de Jesús con Nazaret continuó en Su ministerio adulto. Cuando comenzó Su ministerio público, regresó a Nazaret y, como era Su costumbre, fue a la sinagoga en el día de reposo. Allí, leyó del rollo del profeta Isaías, proclamando el cumplimiento de la profecía mesiánica en su audiencia (Lucas 4:16-21). Sin embargo, Su declaración fue recibida con escepticismo y rechazo. La gente de Nazaret encontró difícil reconciliar al hijo del carpintero familiar con las afirmaciones de ser el Mesías. Cuestionaron, "¿No es este el hijo de José?" (Lucas 4:22). Esto llevó a un intento de arrojarlo por un precipicio, pero Él milagrosamente pasó entre la multitud y siguió su camino (Lucas 4:28-30).
El rechazo que Jesús enfrentó en Nazaret es un recordatorio conmovedor del tema más amplio del rechazo que encontraría a lo largo de Su ministerio. Juan 1:11 dice: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron." A pesar de Su rechazo en Su ciudad natal, Jesús continuó Su ministerio por toda Galilea y más allá, realizando milagros, enseñando sobre el Reino de Dios y, en última instancia, cumpliendo Su misión redentora a través de Su muerte y resurrección.
La importancia de que Jesús creciera en Nazaret va más allá de su contexto geográfico e histórico. Subraya la humildad y simplicidad que caracterizaron Su vida. Filipenses 2:6-8 describe cómo Jesús, aunque en naturaleza era Dios, "se hizo nada al tomar la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y al encontrarse en condición de hombre, se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!" La crianza de Jesús en un pueblo modesto entre gente común ejemplifica Su identificación con la humanidad y Su disposición a abrazar plenamente la condición humana.
Además, la ubicación de Nazaret en Galilea, una región conocida por su población diversa y frecuente interacción con gentiles, presagia la naturaleza inclusiva del ministerio de Jesús. Isaías 9:1-2 profetizó que "en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, por el camino del mar, al otro lado del Jordán—el pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte, una luz ha resplandecido." El ministerio de Jesús en Galilea, incluida Su crianza en Nazaret, cumplió esta profecía al llevar la luz del Evangelio tanto a judíos como a gentiles.
En conclusión, Jesús creció en Nazaret, un pequeño y humilde pueblo en Galilea. Los Evangelios de Mateo y Lucas proporcionan relatos de Sus primeros años en Nazaret, destacando Su crecimiento en sabiduría y favor con Dios y los hombres. A pesar de su oscuridad, Nazaret jugó un papel crucial en la formación de la identidad y misión de Jesús. Su crianza allí subraya Su humildad, Su identificación con la humanidad y la naturaleza inclusiva de Su ministerio. Al reflexionar sobre la vida temprana de Jesús en Nazaret, recordamos el profundo misterio de la Encarnación: Dios haciéndose hombre y habitando entre nosotros en las circunstancias más ordinarias.