El Sermón del Monte, tal como se registra en el Evangelio de Mateo capítulos 5 al 7, es una de las enseñanzas más profundas y completas de Jesucristo. Es una piedra angular de la ética y espiritualidad cristiana, ofreciendo ideas sobre la naturaleza del reino de Dios y el carácter de sus ciudadanos. Pronunciado en una ladera a sus discípulos y a una gran multitud, este sermón encapsula la esencia del mensaje de Jesús y proporciona un plan para vivir una vida que refleje los valores del Reino de los Cielos.
El Sermón comienza con las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12), una serie de declaraciones que describen la bienaventuranza de aquellos que poseen ciertas cualidades espirituales. Cada bienaventuranza comienza con "Bienaventurados son", destacando la naturaleza paradójica del reino de Dios. Las Bienaventuranzas ponen los valores mundanos de cabeza, enfatizando la humildad, la mansedumbre, la misericordia y el hambre de justicia. Por ejemplo, "Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mateo 5:3) sugiere que reconocer la propia pobreza espiritual es el primer paso hacia el reino de Dios. De manera similar, "Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios" (Mateo 5:9) subraya el valor divino que se le da a la reconciliación y la paz.
Después de las Bienaventuranzas, Jesús usa las metáforas de la sal y la luz (Mateo 5:13-16) para describir el papel de sus seguidores en el mundo. Los cristianos están llamados a ser la sal de la tierra, preservando la bondad y añadiendo sabor a la vida. También deben ser la luz del mundo, iluminando la oscuridad y guiando a otros hacia Dios. Esta enseñanza enfatiza la influencia transformadora que los creyentes deben tener en la sociedad, viviendo vidas que reflejen la gloria de Dios.
En Mateo 5:17-20, Jesús aborda su relación con la Ley y los Profetas, afirmando que no ha venido a abolirlos sino a cumplirlos. Esta declaración es crucial porque establece la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, mostrando que las enseñanzas de Jesús llevan la Ley a su cumplimiento previsto. Él desafía a sus seguidores a buscar una justicia que supere la de los escribas y fariseos, que no se trata de una adhesión legalista sino de un corazón transformado por el amor y la misericordia.
Jesús luego presenta una serie de antítesis (Mateo 5:21-48), contrastando las interpretaciones tradicionales de la Ley con sus enseñanzas más profundas y radicales. Aborda temas como la ira, la lujuria, el divorcio, los juramentos, la represalia y el amor por los enemigos. Cada antítesis comienza con "Habéis oído que se dijo", seguido de "Pero yo os digo", ilustrando la autoridad de Jesús para revelar el verdadero espíritu de la Ley. Por ejemplo, intensifica el mandamiento contra el asesinato enseñando que incluso albergar ira está sujeto a juicio (Mateo 5:21-22). De manera similar, extiende el mandamiento contra el adulterio para incluir pensamientos lujuriosos (Mateo 5:27-28). Estas enseñanzas destacan la importancia de la pureza interior y la integridad, llamando a los creyentes a un estándar más alto de santidad y amor.
Una de las enseñanzas más desafiantes en el Sermón es el llamado a amar a los enemigos (Mateo 5:43-48). Jesús ordena a sus seguidores amar y orar por aquellos que los persiguen, reflejando el amor perfecto del Padre, que hace que el sol salga sobre los malos y los buenos. Este amor radical trasciende las inclinaciones humanas naturales y encarna la esencia del reino de Dios, donde el amor y la misericordia triunfan sobre el odio y la venganza.
En Mateo 6:1-18, Jesús aborda las prácticas de dar, orar y ayunar, enfatizando la importancia de la sinceridad y la humildad en estas disciplinas espirituales. Advierte contra realizar actos justos para el reconocimiento público, instando a sus seguidores a buscar la aprobación del Padre que ve en secreto. La Oración del Señor (Mateo 6:9-13), dada como modelo de oración, encapsula las prioridades del reino de Dios: la santificación del nombre de Dios, la venida de su reino, la provisión de las necesidades diarias, el perdón y la liberación del mal.
Jesús también enseña sobre la confianza en Dios, abordando la tendencia humana a preocuparse por las necesidades materiales (Mateo 6:19-34). Anima a sus seguidores a acumular tesoros en el cielo en lugar de en la tierra, donde están sujetos a la decadencia y el robo. Al buscar primero el reino de Dios y su justicia, los creyentes pueden confiar en que sus necesidades serán provistas. Jesús usa los ejemplos de las aves y los lirios para ilustrar el cuidado de Dios por su creación, asegurando a sus seguidores su valor a los ojos de Dios.
En Mateo 7:1-6, Jesús advierte contra las actitudes de juicio, instando a sus seguidores a examinar sus propias faltas antes de criticar a los demás. La famosa metáfora de la paja y la viga ilustra la hipocresía de centrarse en las faltas menores de los demás mientras se ignoran las propias deficiencias significativas. Esta enseñanza llama a la humildad y la autorreflexión, fomentando un espíritu de gracia y compasión en las relaciones.
El Sermón del Monte también incluye la Regla de Oro (Mateo 7:12): "Así que, todo lo que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos, porque esto es la Ley y los Profetas". Este principio encapsula las enseñanzas éticas del Sermón, instando a los creyentes a tratar a los demás con la misma bondad y respeto que desean para sí mismos. Es un llamado al amor activo y empático que refleja el corazón de los mandamientos de Dios.
Jesús concluye su sermón con una serie de advertencias y exhortaciones. En Mateo 7:13-14, habla de las puertas estrecha y ancha, ilustrando las elecciones que conducen a la vida o a la destrucción. La puerta estrecha representa el camino desafiante del discipulado, caracterizado por la abnegación y la obediencia a las enseñanzas de Jesús. La puerta ancha, en contraste, conduce a la destrucción y es el camino de menor resistencia, marcado por la conformidad con los valores mundanos.
Jesús advierte contra los falsos profetas en Mateo 7:15-20, describiéndolos como lobos con piel de oveja. Aconseja a sus seguidores discernir entre verdaderos y falsos maestros por sus frutos, enfatizando que el verdadero discipulado será evidente en las acciones y el carácter de uno. Esta enseñanza subraya la importancia de la integridad y la autenticidad en la vida cristiana.
El Sermón del Monte concluye con la parábola de los constructores sabios y necios (Mateo 7:24-27). Jesús compara a aquellos que escuchan y obedecen sus palabras con un hombre sabio que construye su casa sobre la roca, capaz de resistir tormentas. En contraste, aquellos que escuchan pero no actúan según sus enseñanzas son como un hombre necio que construye sobre la arena, vulnerable al colapso. Esta parábola enfatiza la necesidad de poner en práctica las enseñanzas de Jesús, destacando la estabilidad y seguridad que provienen de vivir de acuerdo con sus palabras.
Mateo concluye el relato del Sermón del Monte señalando la reacción de las multitudes: "Y cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas" (Mateo 7:28-29). Esta respuesta refleja el poder transformador y la autoridad divina inherente en las palabras de Jesús, que continúan desafiando e inspirando a los creyentes hoy.
El Sermón del Monte sigue siendo un texto fundamental para los cristianos, llamándolos a una forma de vida radical y contracultural que encarna los valores del reino de Dios. Sus enseñanzas desafían a los creyentes a examinar sus corazones, alinear sus vidas con la voluntad de Dios y buscar una justicia que refleje el amor y la misericordia de Cristo.