El Evangelio de Marcos, conocido por su narrativa rápida y orientada a la acción, proporciona un relato vívido y dinámico del ministerio de Jesús. El capítulo 6 de Marcos es particularmente rico en eventos clave que revelan aspectos significativos de la identidad, misión y las variadas respuestas de aquellos que lo encontraron. Este capítulo no solo destaca el poder milagroso de Jesús, sino también los desafíos y la oposición que enfrentó. Vamos a profundizar en los eventos clave descritos en el capítulo 6 de Marcos con una exploración reflexiva de su significado.
El capítulo comienza con Jesús regresando a su ciudad natal de Nazaret, acompañado por sus discípulos. En el día de reposo, comenzó a enseñar en la sinagoga. La reacción inicial de los habitantes del pueblo fue de asombro por su sabiduría y las obras poderosas realizadas por sus manos. Sin embargo, su asombro rápidamente se convirtió en escepticismo y ofensa. Cuestionaron: "¿No es este el carpintero, el hijo de María y hermano de Jacobo, José, Judas y Simón? ¿Y no están sus hermanas aquí con nosotros?" (Marcos 6:3, ESV). Su familiaridad con los humildes orígenes de Jesús les llevó a dudar de su autoridad divina.
Jesús respondió con el conocido proverbio: "Un profeta no es sin honra, sino en su propia tierra, y entre sus parientes y en su casa" (Marcos 6:4, ESV). Debido a su incredulidad, Jesús no pudo hacer ninguna obra poderosa allí, excepto sanar a unos pocos enfermos. Este rechazo subraya el tema de la incredulidad y presagia el rechazo más amplio que Jesús enfrentaría. También destaca la paradoja de que aquellos más cercanos a Jesús, que lo conocían mejor, no reconocieron su verdadera identidad.
Después del rechazo en Nazaret, Jesús llamó a los doce apóstoles y los envió de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus impuros. Les instruyó que no llevaran nada para el camino, excepto un bastón: ni pan, ni bolsa, ni dinero en sus cinturones, sino que llevaran sandalias y no se pusieran dos túnicas. Las instrucciones de Jesús enfatizaban la dependencia de la provisión de Dios y la urgencia de su misión.
Los apóstoles debían quedarse en las casas donde fueran bienvenidos y sacudirse el polvo de los pies como testimonio contra cualquier lugar que no los recibiera. Este acto simbolizaba la ruptura de la responsabilidad por aquellos que rechazaban el mensaje. Los apóstoles salieron y predicaron que la gente debía arrepentirse. Expulsaron muchos demonios y ungieron con aceite a muchos enfermos y los sanaron. Esta misión de los doce presagia la Gran Comisión y demuestra la extensión de la autoridad y misión de Jesús a través de sus seguidores.
La narrativa luego cambia al relato de la muerte de Juan el Bautista, que se cuenta como un flashback. El rey Herodes oyó hablar de la creciente fama de Jesús y especuló que Juan el Bautista había resucitado de entre los muertos. Herodes había encarcelado a Juan porque Juan había denunciado el matrimonio ilegal de Herodes con Herodías, la esposa de su hermano Felipe. Herodías guardaba rencor contra Juan y buscaba matarlo, pero Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo.
En el cumpleaños de Herodes, celebró un banquete para sus nobles, comandantes militares y hombres principales de Galilea. La hija de Herodías, tradicionalmente conocida como Salomé, bailó ante los invitados, complaciendo a Herodes. En su estado de embriaguez, Herodes prometió imprudentemente darle cualquier cosa que deseara, hasta la mitad de su reino. A instancias de su madre, ella pidió la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Aunque profundamente angustiado, Herodes ordenó a regañadientes la ejecución de Juan para no perder la cara ante sus invitados.
La decapitación de Juan es un recordatorio sombrío del costo del ministerio profético y la oposición que enfrentan aquellos que defienden la justicia. También sirve como un presagio sombrío del sufrimiento y la muerte que Jesús mismo soportaría.
Después de que los apóstoles regresaron de su misión, Jesús los invitó a retirarse a un lugar desierto y descansar. Sin embargo, las multitudes los siguieron, y Jesús, movido por la compasión, comenzó a enseñarles muchas cosas. A medida que el día avanzaba, los discípulos instaron a Jesús a despedir a la gente para que compraran comida. En cambio, Jesús instruyó a sus discípulos a alimentar a la multitud.
Con solo cinco panes y dos peces, Jesús miró al cielo, bendijo la comida, partió los panes y los dio a los discípulos para que los distribuyeran. Milagrosamente, todos los cinco mil hombres, además de mujeres y niños, comieron y quedaron satisfechos, y se recogieron doce cestas de sobras. Este milagro no solo demuestra el poder divino de Jesús para proveer, sino también su compasión por las necesidades físicas y espirituales de la gente. Hace eco de la provisión del maná en el desierto y señala a Jesús como el Pan de Vida.
Inmediatamente después de la alimentación de los cinco mil, Jesús hizo que sus discípulos subieran al bote y se adelantaran a Betsaida mientras él despedía a la multitud. Después, subió a una montaña a orar. Al anochecer, los discípulos estaban luchando contra el viento mientras remaban. En la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos estaban aterrorizados, pensando que era un fantasma, pero Jesús les habló, diciendo: "Tened ánimo; soy yo. No temáis" (Marcos 6:50, ESV).
Jesús luego subió al bote con ellos, y el viento cesó. Los discípulos estaban completamente asombrados, porque no entendieron lo de los panes, y sus corazones estaban endurecidos. Este evento revela el dominio de Jesús sobre los elementos naturales y su presencia divina. También destaca la lucha continua de los discípulos para comprender plenamente la identidad de Jesús y el significado de sus milagros.
El capítulo concluye con Jesús y sus discípulos llegando a Genesaret. Tan pronto como salieron del bote, la gente reconoció a Jesús y corrió por toda la región, trayendo a los enfermos en camillas a dondequiera que oyeran que él estaba. Dondequiera que iba, aldeas, ciudades o campo, ponían a los enfermos en los mercados y le rogaban que les dejara tocar siquiera el borde de su manto. Todos los que lo tocaban quedaban sanos.
Esta escena final subraya el reconocimiento generalizado del poder sanador de Jesús y la fe desesperada de la gente que buscaba su toque. También enfatiza la accesibilidad de la compasión de Jesús y el impacto transformador de su presencia.
El capítulo 6 de Marcos es un rico tapiz de eventos que colectivamente revelan la naturaleza multifacética del ministerio de Jesús. Desde el rechazo en Nazaret hasta la alimentación milagrosa de los cinco mil, desde la trágica muerte de Juan el Bautista hasta Jesús caminando sobre el agua, cada evento contribuye a una comprensión más profunda de quién es Jesús y la naturaleza de su misión.
El rechazo en Nazaret destaca el tema de la incredulidad y los desafíos que Jesús enfrentó incluso entre aquellos que lo conocían mejor. El envío de los doce apóstoles enfatiza la extensión de la misión de Jesús y la importancia de la dependencia de Dios. La muerte de Juan el Bautista sirve como un recordatorio sobrio del costo del discipulado y la oposición a la justicia. La alimentación de los cinco mil y Jesús caminando sobre el agua demuestran su poder divino y compasión, mientras que la sanidad en Genesaret muestra el reconocimiento generalizado de su ministerio sanador.
A lo largo de estos eventos, los temas recurrentes de fe, incredulidad, compasión y autoridad divina se entrelazan, invitando a los lectores a reflexionar sobre su propia respuesta a Jesús. La narrativa de Marcos nos desafía a reconocer la verdadera identidad de Jesús y a responder con fe y confianza en su poder y compasión.