La cuestión de si Jesús tenía un apellido es tanto intrigante como compleja, y requiere que nos adentremos en los contextos culturales, históricos y lingüísticos de la época en la que vivió Jesús. Para responder a esta pregunta de manera integral, primero debemos entender las convenciones de nombres de la Judea del primer siglo y del mundo grecorromano en general.
En las sociedades occidentales modernas, es común que las personas tengan un nombre de pila, un segundo nombre y un apellido. Esta práctica, sin embargo, no era la norma en el antiguo Cercano Oriente. Durante la época de Jesús, las personas generalmente eran identificadas por su nombre de pila y algún descriptor adicional, que podría incluir su ascendencia, lugar de origen, ocupación o una característica notable.
El nombre "Jesús" se deriva del nombre hebreo "Yeshua" (יֵשׁוּעַ), que significa "Yahvé es salvación". Este era un nombre relativamente común en la Judea del primer siglo. Para distinguirlo de otros con el mismo nombre, a menudo se añadían descriptores. Por ejemplo, frecuentemente se le llamaba "Jesús de Nazaret", indicando la ciudad de la que provenía. Esto es evidente en pasajes como Mateo 21:11, donde la multitud dice: "Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea" (NVI). De manera similar, en Juan 1:45, Felipe le dice a Natanael: "Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley, y de quien escribieron los profetas: Jesús de Nazaret, el hijo de José" (NVI).
Otro descriptor común era hacer referencia a la ascendencia de una persona. A veces se le llama a Jesús "Jesús, hijo de José" o "Jesús, hijo de María". En Marcos 6:3, la gente de su ciudad natal se refiere a él como "el carpintero, el hijo de María" (NVI). Esta práctica de identificar a las personas por su ascendencia también se ve en las genealogías proporcionadas en los Evangelios de Mateo y Lucas, que trazan la línea de Jesús a través de José, su padre legal.
Es importante notar que el concepto de un "apellido" tal como lo entendemos hoy no existía de la misma manera en la antigua Judea. En su lugar, estos descriptores servían para distinguir a las personas dentro de sus comunidades. Esta práctica no era única de Jesús, sino que era común para muchas personas de esa época. Por ejemplo, Simón, uno de los discípulos de Jesús, a menudo es referido como "Simón Pedro" o "Simón, hijo de Jonás" (Mateo 16:17, NVI), y María Magdalena es identificada por su lugar de origen, Magdala.
Además de estas convenciones culturales de nombres, también es esencial considerar el significado teológico del nombre de Jesús. El nombre "Jesús" en sí mismo tiene un profundo significado dentro de la fe cristiana. Como se mencionó anteriormente, "Yeshua" significa "Yahvé es salvación", lo cual es apropiado dado el papel que Jesús desempeña en la teología cristiana como el Salvador de la humanidad. En Mateo 1:21, un ángel del Señor le dice a José: "Ella dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (NVI). Este versículo destaca la conexión intrínseca entre el nombre de Jesús y su misión.
Además, Jesús a menudo es referido por varios títulos que enfatizan su naturaleza divina y su papel mesiánico. Títulos como "Cristo" (del griego "Christos", que significa "Ungido"), "Hijo de Dios", "Hijo del Hombre" y "Señor" se usan a lo largo del Nuevo Testamento. Por ejemplo, en Mateo 16:16, Pedro declara: "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente" (NVI). Estos títulos van más allá de simples descriptores y hablan de la identidad y propósito de Jesús.
En el contexto de la comunidad cristiana primitiva, los seguidores de Jesús continuaron usando estos descriptores y títulos para referirse a él. El apóstol Pablo, en sus cartas, a menudo se refiere a Jesús como "Cristo Jesús" o "Jesucristo", enfatizando tanto su humanidad como su divinidad. En Filipenses 2:5-11, Pablo escribe sobre la humildad y exaltación de "Cristo Jesús", subrayando la importancia de su nombre y título.
A medida que el cristianismo se extendió por todo el Imperio Romano y más allá, el uso de estos descriptores y títulos continuó evolucionando. Los Padres de la Iglesia primitiva, como Ignacio de Antioquía y Justino Mártir, escribieron extensamente sobre Jesús, a menudo usando títulos como "Señor" y "Salvador" para transmitir su naturaleza divina y su obra redentora. Estos escritos ayudaron a dar forma a la comprensión teológica de la identidad de Jesús dentro de la comunidad cristiana primitiva.
En resumen, Jesús no tenía un apellido en el sentido moderno. En su lugar, era identificado por su nombre de pila, "Yeshua", junto con varios descriptores que indicaban su ascendencia, lugar de origen o rol. Estos descriptores servían para distinguirlo de otros con el mismo nombre y para resaltar su identidad y misión únicas. El nombre "Jesús" en sí mismo tiene un profundo significado teológico, señalando su papel como el Salvador de la humanidad. A medida que la fe cristiana se desarrolló, el uso de títulos y descriptores continuó evolucionando, reflejando la comprensión cada vez más profunda de la naturaleza divina y la obra redentora de Jesús.