¿Por qué se llama 'buenas noticias' al evangelio?

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El término "evangelio" proviene de la palabra en inglés antiguo "godspell", que significa "buenas noticias" o "alegres noticias". En el contexto del Nuevo Testamento, el evangelio es realmente "buenas noticias" por varias razones profundas que resuenan profundamente con el núcleo de la fe y la teología cristianas. Entender por qué el evangelio se llama "buenas noticias" requiere que profundicemos en su mensaje transformador, su significado histórico y espiritual, y la esperanza que ofrece a la humanidad.

En primer lugar, el evangelio se considera "buenas noticias" porque anuncia la venida de Jesucristo, el Hijo de Dios, al mundo. El nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesucristo son centrales para la fe cristiana. Según el Evangelio de Lucas, el ángel proclamó a los pastores: "No temáis. Os traigo buenas noticias que causarán gran alegría a todo el pueblo. Hoy en la ciudad de David os ha nacido un Salvador; él es el Mesías, el Señor" (Lucas 2:10-11, NVI). Este anuncio significa la llegada del tan esperado Mesías, que traería salvación y redención a la humanidad.

Las "buenas noticias" del evangelio también están arraigadas en la promesa de salvación y vida eterna. En el Evangelio de Juan, Jesús declara: "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna" (Juan 3:16, NVI). Este versículo encapsula la esencia del mensaje del evangelio: el profundo amor de Dios por la humanidad y su provisión para la vida eterna a través de la fe en Jesucristo. La seguridad de la salvación y la esperanza de la vida eterna son realmente buenas noticias para un mundo que lucha con el pecado, el sufrimiento y la mortalidad.

Además, el evangelio es "buenas noticias" porque ofrece el perdón de los pecados. El apóstol Pablo escribe en su carta a los Romanos: "Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, y todos son justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que vino por Cristo Jesús" (Romanos 3:23-24, NVI). El evangelio revela que a través de la muerte sacrificial de Jesús en la cruz, nuestros pecados son perdonados y somos reconciliados con Dios. Este perdón es un regalo de gracia, no algo que podamos ganar con nuestros esfuerzos. Nos libera de la carga de la culpa y la vergüenza, permitiéndonos vivir en la libertad del amor y la misericordia de Dios.

El evangelio también es "buenas noticias" porque trae una nueva creación y transformación en la vida de los creyentes. El apóstol Pablo enfatiza esto en su segunda carta a los Corintios: "Por lo tanto, si alguno está en Cristo, la nueva creación ha llegado: ¡Lo viejo ha pasado, lo nuevo está aquí!" (2 Corintios 5:17, NVI). A través del poder del Espíritu Santo, los creyentes son regenerados y transformados en nuevas creaciones. Esta transformación implica un cambio de corazón, mente y comportamiento, alineándonos más estrechamente con la voluntad y los propósitos de Dios. El evangelio nos empodera para vivir vidas que reflejen el carácter y el amor de Cristo.

Además, el evangelio es "buenas noticias" porque establece el reino de Dios. Jesús comenzó su ministerio proclamando: "El tiempo se ha cumplido. El reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en las buenas noticias!" (Marcos 1:15, NVI). El reino de Dios representa el reinado y gobierno de Dios en los corazones y vidas de su pueblo. Se caracteriza por la justicia, la paz y la rectitud. El evangelio nos invita a participar en este reino, a experimentar sus bendiciones y a trabajar para su realización en nuestro mundo. La promesa del reino de Dios trae esperanza y propósito, ya que apunta a un futuro donde la voluntad de Dios se realiza plenamente en la tierra como en el cielo.

El evangelio también es "buenas noticias" porque une a personas de diversos orígenes en una sola familia de fe. El apóstol Pablo escribe: "Ya no hay judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hay hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3:28, NVI). El evangelio derriba las barreras de raza, etnia, estatus social y género, creando una comunidad donde todos son iguales y valorados a los ojos de Dios. Esta unidad e inclusividad reflejan el corazón de Dios, que desea que todas las personas lo conozcan y experimenten su amor.

Además, el evangelio es "buenas noticias" porque proporciona consuelo y esperanza en tiempos de sufrimiento y adversidad. El mismo Jesús dijo: "Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En este mundo tendréis aflicciones. ¡Pero ánimo! Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33, NVI). El evangelio nos asegura que Jesús ha vencido los poderes del pecado, la muerte y el mal. Nos ofrece paz y fortaleza para soportar los desafíos de la vida, sabiendo que tenemos un Salvador que entiende nuestras luchas y camina con nosotros a través de ellas. La esperanza del evangelio nos sostiene, recordándonos que nuestros sufrimientos presentes no son comparables con la gloria que se revelará en nosotros (Romanos 8:18, NVI).

Las "buenas noticias" del evangelio también incluyen la promesa del Espíritu Santo. Jesús prometió a sus discípulos que después de su ascensión, enviaría al Espíritu Santo para estar con ellos. En el Evangelio de Juan, Jesús dice: "Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho" (Juan 14:26, NVI). El Espíritu Santo empodera a los creyentes para vivir su fe, los guía a toda verdad y los equipa para el servicio en el reino de Dios. La presencia del Espíritu Santo es una fuente de consuelo, guía y empoderamiento, permitiéndonos cumplir los propósitos de Dios en nuestras vidas.

Además, el evangelio es "buenas noticias" porque nos llama a una vida de amor y servicio. Jesús resumió la ley y los profetas con los mandamientos de amar a Dios y amar a nuestros prójimos (Mateo 22:37-40, NVI). El evangelio nos impulsa a amar a los demás como Cristo nos ha amado, a servir a los necesitados y a trabajar por la justicia y la paz. Este llamado al amor y al servicio es transformador, no solo para los individuos, sino también para las comunidades y sociedades. Refleja el corazón de Dios y manifiesta su reino en la tierra.

El evangelio también es "buenas noticias" porque ofrece una esperanza futura. El Nuevo Testamento habla del regreso de Cristo y el establecimiento de un nuevo cielo y una nueva tierra. El apóstol Juan escribe en el libro de Apocalipsis: "Y oí una gran voz desde el trono que decía: '¡Mirad! El lugar de morada de Dios está ahora entre el pueblo, y él morará con ellos. Ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Él enjugará toda lágrima de sus ojos. No habrá más muerte ni llanto ni lamento ni dolor, porque el orden antiguo de las cosas ha pasado'" (Apocalipsis 21:3-4, NVI). Esta visión de una creación renovada donde Dios habita con su pueblo y todas las cosas son hechas nuevas es el cumplimiento último de la promesa del evangelio. Es la esperanza que sostiene a los creyentes y los motiva a vivir fielmente en el presente.

En conclusión, el evangelio se llama "buenas noticias" porque abarca toda la narrativa de la obra redentora de Dios a través de Jesucristo. Anuncia la llegada del Salvador, ofrece salvación y vida eterna, proporciona el perdón de los pecados, trae transformación, establece el reino de Dios, une a los creyentes, proporciona consuelo y esperanza, promete el Espíritu Santo, nos llama al amor y al servicio, y ofrece una esperanza futura. El evangelio es realmente buenas noticias para todos los que lo abrazan, porque revela la profundidad del amor de Dios y la amplitud de su plan redentor para la humanidad. Al reflexionar sobre el evangelio, recordemos su poder para transformar vidas y su llamado a compartir estas buenas noticias con los demás.

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