La historia de Jesús resucitando a Lázaro de entre los muertos es uno de los milagros más poderosos y significativos registrados en el Nuevo Testamento. Se encuentra en el Evangelio de Juan, específicamente en Juan 11:1-44. Este milagro no es solo un evento aislado, sino que está lleno de significado teológico, demostrando la autoridad divina de Jesús, Su compasión y el presagio de Su propia resurrección. Para entender por qué Jesús resucitó a Lázaro de entre los muertos, debemos profundizar en el contexto, el propósito y las lecciones que este milagro imparte.
En primer lugar, el contexto del milagro es crucial. Lázaro, junto con sus hermanas María y Marta, eran amigos cercanos de Jesús. Vivían en Betania, un pueblo cerca de Jerusalén. Cuando Lázaro cayó gravemente enfermo, sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús, esperando que Él viniera y lo sanara. Sin embargo, Jesús hizo algo inesperado. En lugar de apresurarse al lado de Lázaro, se quedó donde estaba durante dos días más. Esta demora fue intencional y sirve a un propósito mayor. Jesús sabía que la enfermedad de Lázaro llevaría a la muerte, pero también sabía que esto sería una oportunidad para revelar la gloria de Dios y Su propia identidad como el Hijo de Dios.
Cuando Jesús finalmente llegó a Betania, Lázaro había estado muerto y en la tumba durante cuatro días. Este detalle es significativo porque, en la creencia judía, se pensaba que el alma rondaba el cuerpo durante tres días después de la muerte, esperando reingresar en él. Al esperar hasta el cuarto día, Jesús se aseguró de que no hubiera duda sobre la realidad de la muerte de Lázaro y la naturaleza milagrosa de su resurrección.
La conversación de Jesús con Marta antes del milagro también es reveladora. Cuando Marta expresó su decepción de que Jesús no hubiera llegado a tiempo para sanar a su hermano, Jesús respondió con una declaración profunda: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. ¿Crees esto?" (Juan 11:25-26, NVI). Esta declaración es una piedra angular de la fe cristiana, enfatizando que Jesús es la fuente de la vida tanto física como espiritual. Al resucitar a Lázaro, Jesús no solo estaba realizando un milagro; estaba haciendo una afirmación audaz sobre Su naturaleza divina y la promesa de vida eterna a través de Él.
El aspecto emocional de la historia tampoco puede pasarse por alto. Jesús se conmovió profundamente por el dolor de María, Marta y los otros dolientes. Juan 11:35, el versículo más corto de la Biblia, simplemente dice: "Jesús lloró". Este versículo es profundo porque muestra la empatía y compasión de Jesús. Él comparte el dolor de los que lo rodean, demostrando que no es una deidad distante o indiferente, sino alguien que está íntimamente involucrado en el sufrimiento humano. Este momento de dolor compartido también prepara el escenario para el milagro, destacando la profundidad del amor de Jesús y la esperanza que Él trae.
Cuando Jesús llegó a la tumba de Lázaro, oró al Padre, agradeciéndole por escucharlo. Esta oración no fue para el beneficio de Jesús, sino para las personas que estaban alrededor, para que pudieran creer que Dios lo había enviado (Juan 11:41-42). Jesús luego gritó en voz alta: "¡Lázaro, sal fuera!" (Juan 11:43, NVI). El hombre muerto salió de la tumba, aún envuelto en las vendas funerarias. Este momento dramático no dejó lugar a dudas sobre el poder de Jesús sobre la muerte.
La resurrección de Lázaro sirvió para varios propósitos clave. En primer lugar, fue una demostración de la autoridad divina de Jesús. Al resucitar a alguien que había estado muerto durante cuatro días, Jesús mostró que tenía poder sobre la vida y la muerte, afirmando Su identidad como el Hijo de Dios. Este milagro fue una señal que apuntaba a Su propia resurrección, que sería la prueba definitiva de Su victoria sobre la muerte.
En segundo lugar, el milagro fue un catalizador para la fe. Muchos de los judíos que presenciaron el evento creyeron en Jesús (Juan 11:45). Esto fue especialmente significativo porque tuvo lugar cerca de Jerusalén, donde los oponentes de Jesús estaban conspirando contra Él. La resurrección de Lázaro fue una demostración pública e innegable del poder divino de Jesús, obligando a muchos a creer en Él.
Sin embargo, el milagro también tuvo una consecuencia más oscura. Intensificó la oposición de los líderes religiosos. Los principales sacerdotes y fariseos convocaron un consejo y decidieron que Jesús debía ser detenido, temiendo que Su creciente influencia llevara a una intervención romana y la destrucción de su nación (Juan 11:47-53). Esta decisión puso en marcha los eventos que llevarían a la crucifixión de Jesús. En este sentido, la resurrección de Lázaro fue un momento crucial en el ministerio de Jesús, precipitando el enfrentamiento final entre Él y las autoridades religiosas.
Teológicamente, la historia de Lázaro es una ilustración profunda de la misión de Jesús. Él vino a traer vida en el sentido más pleno: física, espiritual y eterna. Al resucitar a Lázaro, Jesús demostró que Él es la fuente de la vida y el conquistador de la muerte. Este milagro presagia Su propia resurrección, que es la piedra angular de la esperanza cristiana. Como escribe el Apóstol Pablo en 1 Corintios 15:20-22 (NVI), "Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos, primicias de los que durmieron. Porque ya que la muerte vino por un hombre, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados".
Además, la historia de Lázaro es un recordatorio poderoso de la compasión y empatía de Jesús. Él no es indiferente al sufrimiento humano, sino que comparte nuestro dolor y ofrece esperanza. Como dice Hebreos 4:15 (NVI), "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo, de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado".
En resumen, Jesús resucitó a Lázaro de entre los muertos para revelar Su autoridad divina, para fortalecer la fe de Sus seguidores, para demostrar Su compasión y para presagiar Su propia resurrección. Este milagro es un testimonio del poder de Jesús sobre la vida y la muerte y una ilustración profunda de Su misión de traer vida eterna a todos los que creen en Él. Es una historia que continúa inspirando y consolando a los creyentes, recordándonos que en Jesús encontramos tanto la fuente de la vida como la esperanza de la resurrección.