¿Por qué eran mal vistos los recaudadores de impuestos en la época de Jesús?

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En la época de Jesús, los recaudadores de impuestos, también conocidos como publicanos, eran ampliamente rechazados y a menudo despreciados por la población judía. Para entender por qué, es esencial profundizar en el contexto socio-político y religioso de la Judea del primer siglo, una región bajo el dominio romano. Las razones de este desdén son multifacéticas, arraigadas en cuestiones de opresión económica, identidad nacional e impureza religiosa.

En primer lugar, los recaudadores de impuestos eran vistos como colaboradores del Imperio Romano, que ocupaba y gobernaba Judea. Las autoridades romanas imponían fuertes impuestos al pueblo judío, y la recaudación de estos impuestos a menudo se subcontrataba a individuos locales que pujaban por el contrato. Estos recaudadores de impuestos, o publicanos, eran responsables de recaudar impuestos sobre bienes, tierras e ingresos personales. El sistema estaba plagado de corrupción, ya que se sabía que los recaudadores de impuestos cobraban de más a la población y se quedaban con el excedente para sí mismos. Esta práctica no solo los enriquecía a expensas de sus compatriotas judíos, sino que también simbolizaba su complicidad con el régimen opresor romano. En este sentido, los recaudadores de impuestos eran vistos como traidores a su propio pueblo, priorizando el beneficio personal sobre la lealtad nacional.

La carga económica impuesta por el sistema fiscal romano era considerable, a menudo exacerbando la pobreza de muchas familias judías. Los impuestos romanos incluían un impuesto sobre la tierra, un impuesto de capitación y varios derechos de aduana, todos los cuales eran sentidos fuertemente por la población local. Los recaudadores de impuestos, por lo tanto, eran la cara de esta explotación económica. Su reputación de extorsión era tan prevalente que a menudo se los agrupaba con "pecadores" en los Evangelios, como se ve en Mateo 9:10-11: "Mientras Jesús estaba cenando en casa de Mateo, muchos recaudadores de impuestos y pecadores vinieron y comieron con él y sus discípulos. Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a sus discípulos: '¿Por qué su maestro come con recaudadores de impuestos y pecadores?'"

Además, los recaudadores de impuestos eran considerados ritualmente impuros según los estándares religiosos judíos. Los fariseos, una secta judía prominente conocida por su estricta adherencia a la Ley de Moisés, consideraban a los recaudadores de impuestos impuros debido a sus frecuentes interacciones con gentiles (no judíos) y su manejo de la moneda romana, que llevaba imágenes idolátricas. Este contacto con gentiles y símbolos paganos se consideraba contaminante, lo que hacía que los recaudadores de impuestos fueran social y religiosamente marginados. Las leyes de pureza judías eran fundamentales para mantener la comunidad y la identidad religiosa, y cualquiera que comprometiera estas leyes era marginado.

Los Evangelios proporcionan varios relatos que destacan la posición social de los recaudadores de impuestos y el enfoque radical de Jesús hacia ellos. Una de las historias más notables es la de Zaqueo, un jefe de recaudadores de impuestos, que se encuentra en Lucas 19:1-10. Zaqueo, que se describe como rico, sube a un sicomoro para ver a Jesús mientras pasa por Jericó. Jesús llama a Zaqueo y insiste en quedarse en su casa, una acción que causa revuelo entre los espectadores que murmuran: "Ha ido a ser huésped de un pecador". Sin embargo, el encuentro de Zaqueo con Jesús lleva a su arrepentimiento y restitución: "¡Mira, Señor! Aquí y ahora doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he defraudado a alguien de algo, le devolveré cuatro veces la cantidad". Esta narrativa subraya el poder transformador del ministerio de Jesús y su disposición a asociarse con aquellos considerados marginados.

Además, el llamado de Mateo (también conocido como Leví), un recaudador de impuestos, para ser uno de los discípulos de Jesús ilustra aún más la naturaleza contracultural de la misión de Jesús. En Marcos 2:14-17, Jesús ve a Leví sentado en la mesa de impuestos y le dice: "Sígueme", y Leví lo sigue. Cuando los fariseos cuestionan a Jesús sobre comer con recaudadores de impuestos y pecadores, Jesús responde: "No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores". Esta declaración revela el énfasis de Jesús en la gracia, la misericordia y la redención de aquellos marginados por la sociedad.

El desdén por los recaudadores de impuestos durante la época de Jesús también destaca el tema más amplio de la justicia social que recorre los Evangelios. Jesús desafía consistentemente las normas sociales y prácticas religiosas prevalecientes que marginan y excluyen a las personas. Al involucrarse con los recaudadores de impuestos, Jesús no solo les ofrece un camino hacia la redención, sino que también critica las injusticias sistémicas perpetuadas tanto por las autoridades romanas como judías.

Además de las narrativas evangélicas, los registros históricos del período, como los del historiador judío Josefo, proporcionan más información sobre el papel y la percepción de los recaudadores de impuestos. Josefo señala el resentimiento general hacia la tributación romana y el malestar social que causó, lo que a menudo llevó a revueltas y levantamientos. Este trasfondo histórico subraya el entorno volátil en el que operaban los recaudadores de impuestos y las razones de su impopularidad.

El desdén por los recaudadores de impuestos en la época de Jesús, por lo tanto, puede atribuirse a su papel como agentes de la opresión económica romana, su traición percibida a la identidad nacional judía y su asociación con la impureza religiosa. Sin embargo, las interacciones de Jesús con los recaudadores de impuestos revelan un mensaje profundo de inclusión y transformación. Al llegar a aquellos que eran despreciados y rechazados, Jesús ejemplifica la naturaleza radical del amor de Dios y el llamado a extender la gracia a todos, independientemente de su posición social o acciones pasadas.

En conclusión, el desagrado por los recaudadores de impuestos durante la época de Jesús estaba profundamente arraigado en el contexto socio-político y religioso de la Judea del primer siglo. Su papel como colaboradores del Imperio Romano, su reputación de extorsión y su impureza percibida contribuyeron a su marginación. Sin embargo, a través del ministerio de Jesús, a los recaudadores de impuestos se les ofreció redención e inclusión, desafiando las normas sociales y destacando la naturaleza inclusiva del mensaje del Evangelio.

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