El deseo del rey Herodes de matar a Jesús, según se relata en Mateo 2, es una historia impregnada de miedo, intriga política y cumplimiento profético. Para entender las motivaciones de Herodes, debemos adentrarnos en el contexto histórico y cultural de la época, analizar la narrativa proporcionada en el Evangelio de Mateo y considerar las implicaciones teológicas de este episodio.
Herodes el Grande, que gobernó Judea del 37 al 4 a.C., fue un rey nombrado por el Senado Romano. Su reinado se caracterizó por importantes logros arquitectónicos, incluida la expansión del Segundo Templo en Jerusalén, pero también por su disposición despiadada y paranoica. Herodes era conocido por sus esfuerzos para consolidar el poder y eliminar cualquier amenaza potencial a su trono, incluso si eso significaba ejecutar a miembros de su propia familia.
El relato en Mateo 2 comienza con la visita de los Magos, sabios del Oriente, que llegan a Jerusalén buscando al recién nacido "rey de los judíos" (Mateo 2:2). Su consulta alarma inmediatamente a Herodes y a toda Jerusalén con él. El miedo de Herodes no es solo el de un gobernante político que enfrenta a un posible rival; se ve agravado por las profecías y expectativas en torno al Mesías, el ungido prometido en las Escrituras judías que restauraría a Israel y reinaría como un rey justo y recto.
La reacción de Herodes a las noticias de los Magos revela su profunda inseguridad y las medidas a las que llegaría para mantener su control sobre el poder. Reúne a los principales sacerdotes y escribas para averiguar dónde debía nacer el Mesías, y ellos le informan de la profecía de Miqueas 5:2, que dice que el gobernante vendrá de Belén. Herodes luego llama en secreto a los Magos y averigua el momento exacto en que apareció la estrella, utilizando esta información para calcular la edad del niño.
Fingiendo piedad e interés en adorar al recién nacido rey, Herodes instruye a los Magos para que busquen diligentemente al niño y le informen. Sin embargo, después de encontrar a Jesús y ser advertidos en un sueño de no regresar a Herodes, parten hacia su país por otro camino. Las intenciones engañosas de Herodes se vuelven claras cuando se da cuenta de que ha sido burlado por los Magos. Enfurecido, ordena la masacre de todos los niños varones en Belén y sus alrededores que tengan dos años o menos, según el tiempo que había averiguado de los Magos (Mateo 2:16).
Este acto brutal, conocido como la Matanza de los Inocentes, subraya la desesperación de Herodes por eliminar cualquier amenaza a su trono. También cumple la profecía de Jeremías 31:15, que habla de Raquel llorando por sus hijos. Las acciones de Herodes son un marcado contraste con la humildad y vulnerabilidad del niño Jesús, quien es salvado por intervención divina cuando un ángel advierte a José que huya a Egipto con María y Jesús (Mateo 2:13-14).
Teológicamente, el intento de Herodes de matar a Jesús puede verse como parte de la lucha cósmica más amplia entre el bien y el mal. A lo largo de la Biblia, hay numerosos casos en los que los planes de Dios son opuestos por fuerzas humanas y sobrenaturales. En este caso, las acciones de Herodes no son solo una maniobra política, sino también un intento de frustrar el plan redentor de Dios para la humanidad. La supervivencia de Jesús y su eventual regreso de Egipto evocan la historia de Moisés, quien también escapó del decreto de un gobernante tiránico de matar a los infantes varones hebreos (Éxodo 1:22-2:10). Este paralelo refuerza el papel de Jesús como el nuevo libertador que guiará a su pueblo fuera de la esclavitud espiritual.
Además, el miedo y la hostilidad de Herodes hacia Jesús destacan el marcado contraste entre la realeza terrenal y la divina. Herodes representa el poder corrupto y egoísta de los gobernantes humanos, mientras que Jesús encarna el liderazgo servicial y autosacrificado del reino de Dios. Este tema es consistente a lo largo de los Evangelios, donde las enseñanzas y acciones de Jesús a menudo subvierten las nociones convencionales de poder y autoridad.
Además de la narrativa bíblica, los relatos históricos del reinado de Herodes corroboran su reputación de paranoia y crueldad. El historiador judío Josefo proporciona descripciones detalladas del gobierno tiránico de Herodes, incluida la ejecución de miembros de su familia y rivales percibidos. Aunque Josefo no menciona la Matanza de los Inocentes, el evento es consistente con el carácter y el modus operandi de Herodes.
Desde una perspectiva pastoral, esta historia ofrece varias lecciones importantes. Primero, nos recuerda la vulnerabilidad y humildad de la encarnación de Jesús. El Hijo de Dios entró al mundo no como un gobernante poderoso, sino como un infante indefenso, sujeto a los mismos peligros y dificultades que cualquier otro ser humano. Este acto profundo de humildad es central para la comprensión cristiana del amor de Dios y su solidaridad con la humanidad.
En segundo lugar, la historia de Herodes y los Magos nos desafía a examinar nuestras propias respuestas a Jesús. La reacción de Herodes es de miedo y hostilidad, impulsada por el deseo de proteger su propio poder y estatus. En contraste, el viaje de los Magos representa una búsqueda sincera de la verdad y una disposición a honrar y adorar al verdadero rey, incluso a gran costo personal. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a emular la fe y devoción de los Magos en lugar del miedo y el interés propio de Herodes.
Finalmente, la protección divina de Jesús y el cumplimiento de la profecía en esta historia nos aseguran la soberanía y fidelidad de Dios. A pesar de los esfuerzos de Herodes por destruir al Mesías, el plan de Dios prevalece. Esta seguridad puede proporcionar consuelo y esperanza a los creyentes que enfrentan sus propias pruebas y desafíos, recordándonos que los propósitos de Dios triunfarán finalmente sobre la oposición humana.
En conclusión, el deseo del rey Herodes de matar a Jesús, como se describe en Mateo 2, es una compleja interacción de miedo político, cumplimiento profético y significado teológico. Las acciones de Herodes revelan las profundidades de la depravación humana y las medidas a las que los poderes terrenales llegarán para mantener el control. Al mismo tiempo, la historia subraya la humildad y vulnerabilidad de la encarnación de Jesús, el contraste entre la realeza humana y divina, y la seguridad del plan soberano de Dios. A través de esta narrativa, se nos invita a reflexionar sobre nuestras propias respuestas a Jesús y a encontrar esperanza en la fidelidad inquebrantable de Dios.