En el Evangelio de Mateo, capítulo 8, encontramos una historia notable que destaca la fe de un centurión romano. Esta narrativa no solo es un testimonio de la fe del centurión, sino que también sirve como una lección profunda sobre la naturaleza de la fe y el alcance inclusivo del reino de Dios. Como pastor cristiano no denominacional, creo que este pasaje ofrece profundas ideas sobre la esencia de la fe y la gracia infinita de Dios.
La historia comienza en Mateo 8:5-13, donde un centurión se acerca a Jesús en Capernaum. El centurión, un oficial romano que comanda a cien soldados, es una figura de autoridad y poder. Sin embargo, se acerca a Jesús con una solicitud nacida de la compasión y la desesperación. Su sirviente está paralizado y sufre terriblemente, y busca la ayuda de Jesús para sanar.
El enfoque del centurión hacia Jesús está marcado por la humildad y el reconocimiento de la autoridad de Jesús. Él dice: "Señor, mi sirviente yace en casa paralizado, sufriendo terriblemente" (Mateo 8:6, NVI). Jesús responde con disposición a ayudar, diciendo: "¿Iré a sanarlo?" (Mateo 8:7, NVI). Sin embargo, la respuesta del centurión revela la profundidad de su fe y comprensión de la autoridad: "Señor, no merezco que entres bajo mi techo. Pero solo di la palabra, y mi sirviente será sanado. Porque yo mismo soy un hombre bajo autoridad, con soldados bajo mi mando. Le digo a este, 'Ve', y él va; y a aquel, 'Ven', y él viene. Digo a mi sirviente, 'Haz esto', y él lo hace" (Mateo 8:8-9, NVI).
En estas palabras, el centurión reconoce su indignidad para que Jesús entre en su casa, un reflejo de su humildad. Más importante aún, reconoce la autoridad de Jesús sobre la enfermedad y la distancia, creyendo que solo el mandato de Jesús puede traer sanación. Esta comprensión de la autoridad es profunda, ya que el centurión compara la autoridad espiritual de Jesús con su propia autoridad militar, donde los mandatos se obedecen sin cuestionar.
La respuesta de Jesús a la fe del centurión es sorprendente y sirve como un momento de enseñanza crucial. Mateo 8:10 registra la reacción de Jesús: "Al oír esto, Jesús se asombró y dijo a los que lo seguían: 'En verdad les digo que no he encontrado a nadie en Israel con tanta fe.'" Jesús se asombra de la fe del centurión, y usa este momento para resaltar la creencia ejemplar del centurión. El centurión, un gentil y un soldado romano, exhibe una fe que supera la de cualquiera que Jesús haya encontrado en Israel. Esto es significativo porque subraya que la fe no está confinada a un grupo étnico o religioso particular, sino que está accesible a todos los que creen.
Jesús luego hace una declaración profunda sobre la naturaleza inclusiva del reino de Dios: "Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los súbditos del reino serán arrojados fuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes" (Mateo 8:11-12, NVI). Aquí, Jesús profetiza que muchos gentiles se unirán a los patriarcas en el reino de los cielos, mientras que algunos de los "súbditos del reino", refiriéndose a aquellos que presumen su lugar basado en la herencia en lugar de la fe, serán excluidos. Esta declaración es una afirmación radical del alcance universal de la salvación de Dios y una advertencia contra la complacencia.
La narrativa concluye con Jesús concediendo la solicitud del centurión: "Entonces Jesús dijo al centurión: '¡Ve! Que se haga tal como creíste.' Y su sirviente fue sanado en ese momento" (Mateo 8:13, NVI). La sanación inmediata del sirviente del centurión confirma el poder de la palabra de Jesús y la eficacia de la fe del centurión.
Este pasaje ofrece varias lecciones clave sobre la fe:
Fe y Humildad: El enfoque del centurión hacia Jesús está marcado por la humildad. Reconoce su indignidad y la suprema autoridad de Jesús. La verdadera fe a menudo comienza con un reconocimiento de nuestras propias limitaciones y un reconocimiento de la grandeza de Dios.
Fe y Autoridad: El centurión entiende que la autoridad de Jesús trasciende la presencia física. Cree que solo la palabra de Jesús tiene el poder de sanar. Esta comprensión de la autoridad divina es crucial para una fe robusta.
Fe e Inclusividad: La aprobación de Jesús de la fe del centurión y su posterior enseñanza sobre el reino de los cielos enfatizan que la fe no está limitada por etnia, nacionalidad o estatus social. El reino de Dios está abierto a todos los que creen, independientemente de su origen.
Fe y Seguridad: La fe del centurión es confiada y segura. No duda de la capacidad de Jesús para sanar a distancia. Este tipo de fe segura es lo que Jesús busca en sus seguidores.
La historia de la fe del centurión también se refleja en otras partes del Nuevo Testamento. Por ejemplo, en Lucas 7:1-10, encontramos un relato paralelo de este evento, enfatizando aún más su importancia. Además, el tema de la fe que trasciende las fronteras culturales y étnicas es un motivo recurrente en el Nuevo Testamento, como se ve en el ministerio del apóstol Pablo (Gálatas 3:28).
La literatura cristiana también ha reflexionado extensamente sobre este pasaje. En su obra clásica "El costo del discipulado", Dietrich Bonhoeffer destaca la fe del centurión como un ejemplo de verdadero discipulado, donde la obediencia a la autoridad de Jesús es primordial. De manera similar, en "Mero Cristianismo", C.S. Lewis discute la naturaleza de la fe y cómo requiere confianza en el carácter y las promesas de Dios, al igual que la confianza del centurión en la palabra de Jesús.
En conclusión, la historia del centurión en Mateo 8 es una poderosa ilustración de la fe que trasciende las fronteras y las expectativas. Nos desafía a acercarnos a Jesús con humildad, reconocer su autoridad y confiar en su palabra. También nos recuerda que el reino de Dios está abierto a todos los que creen, independientemente de su origen. Al reflexionar sobre este pasaje, que seamos inspirados a cultivar una fe que asombre a Jesús, tal como lo hizo la fe del centurión.