Mateo 6:33 es un versículo fundamental dentro del Sermón del Monte, una colección de enseñanzas de Jesús que abarca tres capítulos (Mateo 5-7) y encapsula la esencia de Sus enseñanzas morales y éticas. El versículo dice: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (NVI). Este pasaje está lleno de significado teológico y ofrece profundas ideas sobre las prioridades y promesas de la vida cristiana.
Para comprender completamente lo que enseña Mateo 6:33, es esencial considerar su contexto dentro del Sermón del Monte. En los versículos anteriores, Jesús aborda las ansiedades humanas comunes sobre las necesidades materiales: qué comeremos, beberemos y vestiremos (Mateo 6:25-32). Él asegura a Sus oyentes que Dios, quien cuida de las aves del cielo y las flores del campo, ciertamente cuidará de Su pueblo. La cuestión clave aquí es una de confianza y prioridad. Jesús no está desestimando la importancia de estas necesidades, sino que está redirigiendo nuestro enfoque hacia algo infinitamente más significativo: el reino de Dios y Su justicia.
Cuando Jesús nos instruye a "buscar primeramente su reino", nos está llamando a priorizar el reinado y gobierno de Dios en nuestras vidas. El reino de Dios no es meramente una realidad futura, sino una presente, manifestándose dondequiera que se haga la voluntad de Dios. Esto implica una vida de obediencia, entrega y devoción a los propósitos de Dios. El reino de Dios se caracteriza por la justicia, la paz y el gozo en el Espíritu Santo (Romanos 14:17). Buscar primero el reino de Dios significa alinear nuestras vidas con estos valores, haciéndolos los principios rectores de nuestras acciones y decisiones diarias.
El concepto del reino de Dios fue central en el ministerio de Jesús. Él comenzó Su ministerio público con la proclamación: "Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado" (Mateo 4:17). A lo largo de Sus enseñanzas, Jesús enfatizó que el reino de Dios no se trata de observancias externas o poder político, sino de un corazón y una vida transformados. Al buscar primero el reino, estamos llamados a encarnar las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12), a ser sal y luz en el mundo (Mateo 5:13-16) y a vivir el amor y el perdón radical que Jesús ejemplificó.
La segunda parte de Mateo 6:33, "y su justicia", complementa el llamado a buscar el reino de Dios. La justicia en este contexto se refiere a una relación correcta con Dios y con los demás, caracterizada por la integridad, la justicia y la rectitud moral. No se trata meramente de seguir reglas, sino de encarnar el carácter de Dios. Jesús critica la justicia superficial de los fariseos y líderes religiosos, quienes se enfocaban en el cumplimiento externo mientras descuidaban los asuntos más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mateo 23:23).
Perseguir la justicia de Dios significa cultivar un corazón que refleje Su amor y santidad. Esto implica un proceso continuo de arrepentimiento, transformación y crecimiento en semejanza a Cristo. El apóstol Pablo hace eco de esto en sus cartas, instando a los creyentes a "vestirse del nuevo yo, creado para ser como Dios en verdadera justicia y santidad" (Efesios 4:24). Es un llamado a vivir las enseñanzas éticas de Jesús, como amar a nuestros enemigos, dar a los necesitados y practicar la oración y el ayuno sinceros (Mateo 6:1-18).
La última parte de Mateo 6:33 contiene una promesa notable: "y todas estas cosas os serán añadidas". Jesús nos asegura que cuando priorizamos el reino de Dios y Su justicia, nuestras necesidades materiales serán satisfechas. Esto no es una promesa de riqueza o prosperidad, sino de suficiencia. Dios, quien conoce nuestras necesidades incluso antes de que pidamos (Mateo 6:8), es fiel para proveer para nosotros.
Esta promesa nos invita a confiar en la providencia de Dios y a renunciar a nuestras ansiedades sobre el futuro. Hace eco de las enseñanzas del Antiguo Testamento, donde Dios consistentemente proveyó para Su pueblo. Por ejemplo, en el desierto, Dios proveyó maná para los israelitas (Éxodo 16), y en los Salmos, David declara: "El Señor es mi pastor, nada me falta" (Salmo 23:1). La seguridad de Jesús en Mateo 6:33 es un llamado a vivir con una postura de fe, confiando en que Dios cuidará de nuestras necesidades mientras nos dedicamos a Sus propósitos.
Aplicar Mateo 6:33 a nuestras vidas implica una reorientación radical de nuestras prioridades. En una cultura que a menudo valora el éxito material y la autosuficiencia, la enseñanza de Jesús nos desafía a colocar el reino de Dios y Su justicia en el centro de nuestras vidas. Esto puede implicar tomar decisiones difíciles, como priorizar el tiempo para la oración y la Escritura sobre otras actividades, tomar decisiones éticas en nuestros lugares de trabajo y usar nuestros recursos para servir a los demás en lugar de acumular riqueza para nosotros mismos.
Además, buscar primero el reino de Dios no es un esfuerzo solitario, sino comunitario. Como miembros del cuerpo de Cristo, estamos llamados a apoyarnos y animarnos mutuamente en esta búsqueda. La iglesia primitiva ejemplificó este aspecto comunitario, ya que se dedicaban a la enseñanza de los apóstoles, la comunión, el partimiento del pan y la oración (Hechos 2:42). Compartían sus posesiones y se aseguraban de que nadie entre ellos estuviera necesitado (Hechos 4:32-35). En nuestro contexto contemporáneo, esto podría traducirse en una participación activa en una comunidad de fe, responsabilidad mutua y esfuerzos colectivos para abordar las injusticias sociales.
En resumen, Mateo 6:33 nos enseña a priorizar el reino de Dios y Su justicia por encima de todo. Nos llama a una vida de confianza, obediencia y transformación, asegurándonos que nuestras necesidades materiales serán satisfechas mientras buscamos los propósitos de Dios. Este versículo nos invita a reorientar nuestras vidas alrededor de los valores del reino, a cultivar un corazón de justicia y a confiar en la fiel provisión de Dios. Al vivir esta enseñanza, no solo experimentamos la plenitud de vida que Jesús prometió (Juan 10:10), sino que también nos convertimos en instrumentos del reino de Dios en la tierra, reflejando Su amor y justicia a un mundo necesitado.